La propagación del coronavirus se ha disparado en Sudáfrica en las últimas semanas tras la reapertura de la economía el pasado 1 de junio.
Sudáfrica, el país del continente más golpeado por la pandemia de COVID-19, reinstaura a partir de este lunes algunas restricciones para luchar contra la propagación disparada del coronavirus, entre ellas un toque de queda nocturno y la prohibición de vender o transportar alcohol.
Las nuevas limitaciones fueron anunciadas a última hora del domingo por el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, en un mensaje dirigido a la nación.
El toque de queda se impondrá cada día desde las 21:00 hora local (19:00 GMT) hasta las 04:00 hora local (02:00 GMT).
En cuanto a la prohibición de la distribución y venta alcohol, la medida se ha adoptado para evitar las numerosas urgencias hospitalarias derivadas de su consumo, a fin de reservar la máxima capacidad posible del sistema sanitario -en especial las unidades de cuidados intensivos- para combatir la pandemia.
“La tormenta está sobre nosotros. Más de un cuarto de millón de sudafricanos se han infectado con coronavirus y no sabemos cuántas infecciones más han ocurrido sin detectar. Hasta esta noche, hay 276.242 casos confirmados en el país. Estamos ahora registrando más de 12.000 nuevos casos cada día. Eso es el equivalente a 500 nuevas infecciones cada hora”, recalcó Ramaphosa.
El presidente también hizo hincapié en que, pese a que la mortalidad del coronavirus en Sudáfrica se mantiene como una de “las más bajas del mundo” (1,5 %), es preocupante que un 25 % de las 4.079 víctimas mortales contabilizadas hasta la fecha en el país se hayan producido solo en la última semana.
Pese a estas preocupantes cifras, el Gobierno sudafricano descartó, por el momento, volver a un confinamiento duro como el que ya atravesó la nación austral entre finales de marzo y el comienzo de junio pasados, con grave perjuicio para la economía.
“La recomendación que hemos recibido es que dar ese paso ahora no lograría necesariamente una reducción significativa en la tasa de transmisión y llegaría con un coste económico extraordinario, poniendo en riesgo los medios de vida y causando potencialmente un daño social de larga duración”, indicó Ramaphosa.
Otras medidas que ya estaban en pie pero que el presidente quiso remarcar porque los niveles de cumplimiento han ido bajando son la obligatoriedad de llevar mascarillas o la prohibición total de visitar amigos y familiares en sus casas.
La mayoría de los sectores de la economía, sin embargo, permanecerán abiertos con las medidas de precaución necesarias.
Ramaphosa mandó, además, un mensaje de agradecimiento a todos los trabajadores sanitarios del país tras una semana en la que se empiezan a conocer datos sobre hospitales saturados, falta de camas y de reservas de oxígeno.
El jefe de Estado reconoció que el Gobierno estima que el país va a necesitar unos 12.000 profesionales de la salud adicionales.
También se trabaja a contrarreloj para seguir ampliando el número de camas y de unidades de cuidados intensivos en el país, ya que el Ministerio de Sanidad prevé que los recursos actuales no serán suficientes durante el pico de la pandemia, previsto entre finales de julio y septiembre dependiendo de las distintas provincias.
La propagación del coronavirus se ha disparado en Sudáfrica en las últimas semanas tras la reapertura de la economía el pasado 1 de junio.
Especialmente preocupante es la explosión de casos registrada en la provincia de Gauteng, donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria, una zona que se ha convertido ya en el nuevo epicentro de la pandemia en el continente africano.
A nivel mundial, Sudáfrica es ya el décimo país del mundo con más contagios acumulados, el cuarto en cuanto a número de contagios registrados por día y el quinto con más casos activos en la actualidad