Las personas que padecen trastornos del sueño son a las que les resulta más complicado adaptarse al horario de verano. Si alguien tiene una enfermedad de este tipo le cuesta trabajo empezar a dormir y levantarse, y esto se agrava durante el cambio de horario, al que nunca se adapta, aseguró Ulises Jiménez Correa, director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Para la población en general, expuso, no implica mayor problema; esta medida puede generarle un poco de cansancio los primeros días, pero después de una semana ya se habrá adaptado.
Sin embargo, para el paciente con insomnio la hora que se adelanta “suele ser el momento que aprovecha para tratar de recuperar un poco el tiempo que no pudo dormir al inicio de la noche. Primordialmente por esta razón sufre más por el cambio”, señaló el especialista.
El problema se dimensiona si se considera que en el mundo el 45 por ciento de la población presenta síntomas de insomnio: dificultad para conciliar el sueño o se despierta varias veces durante la noche, o una sola, pero sin volver a dormir.
Otro siete por ciento tiene insomnio crónico y un cinco por ciento más lo padece como efecto secundario a la dependencia de pastillas para dormir; asimismo, 30 por ciento de los hombres adultos ronca y 10 por ciento sufre de apneas del sueño o pausas en la respiración.
Tras comentar que la clínica brinda cerca de cinco mil 700 consultas anuales y realiza, aproximadamente, mil 600 estudios para diagnosticar trastornos del sueño a la población general, Jiménez Correa explicó que el insomnio es más frecuente en las mujeres que en los hombres –en una proporción de dos por uno– debido a diversos factores, desde fisiológicos hasta psicosociales.
También, alertó, hay niños que sufren ese tipo de trastornos: sonambulismo, despertares confusos o terrores del sueño. En los adolescentes están más relacionados al uso de dispositivos electrónicos hasta altas horas de la noche, y en los adultos mayores, están vinculados a la presencia de otras enfermedades o la combinación de medicamentos.
Mejor calidad de sueño
Para mejorar la calidad de sueño se pueden llevar a cabo estrategias como dormirse temprano, tener horarios adecuados para comer y no cenar abundante, agregó el especialista.
Asimismo, hacer una actividad física al menos tres veces por semana, lo cual ayuda a las personas a mantenerse alertas durante el día y tener calidad de sueño –siempre y cuando el ejercicio se realice por la mañana o por la tarde–.
De igual manera, sugirió evitar el uso de tabletas, videojuegos, computadoras y teléfonos celulares entre 30 y 60 minutos antes de ir a la cama, pues la estimulación luminosa es un indicador que ocupa el cerebro para determinar cuándo es de día.
Lo recomendable, resaltó, es que los niños en edad escolar duerman 12 horas diarias; los adultos jóvenes entre siete y nueve; y los adultos mayores de cinco a seis.
Quizá una hora de sueño por la noche no sea tan significativa como privarse de tres o cuatro, pues la falta crónica de sueño nos puede llevar a tener una pérdida parcial del mismo y, a largo plazo, provocar problemas de memoria, atención y rendimiento, concluyó Jiménez Correa.