Muere Leon Fleisher, el pianista que tocaba sólo con la mano izquierda

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Muere Leon Fleisher, fue una figura imprescindible de la interpretación pianística durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, hasta que en 1964 tuvo que dejar de tocar por una grave lesión.

El pianista norteamericano de origen judío Leon Fleisher , que durante décadas tocó únicamente con la mano izquierda a causa de una grave lesión en la derecha, ha fallecido este domingo en un hospital de Baltimore a los 92 años, según ha informado su hijo Julian en un tuit publicado hace unas horas.

“Mi padre murió hoy. El último de su clase, fue un monje que trabajó en la Iglesia de la Música”, dice su hijo, quien recomienda en el mismo tuit la lectura de un artículo sobre su padre que escribió en 2004 el crítico musical del New Yorker Alex Ross, “una hermosa pieza sobre él que todavía suena a verdad”, señala Fleisher.

En la columna, Ross citaba al pianista, compositor, director de orquesta y maestro, un virtuoso como pocos, capaz de superar la adversidad de perder la movilidad de su mano derecha y seguir tocando, componiendo piezas sólo para la izquierda: “Hay tan pocas notas, pero tantas implicaciones”, le dijo entonces.

“También era un buen tipo. Un buen amigo que se rió de todos mis chistes. Lo extrañaré, pero la melodía perdura”, concluye Julian sobre la pérdida de su padre.

Fleisher (San Francisco, 1928), comenzó sus estudios de piano con solo cuatro años y a los ocho ya había debutado con público. Tocó a los 16 con la New York Philharmonic: fue un niño prodigio aceptado en sus clases nada menos que por Artur Schnabel, y también estudió con Maria Curcio, última pupila del anterior.

Fue una figura imprescindible de la interpretación pianística durante los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, hasta que en 1964 tuvo que dejar de tocar por una grave lesión.

Estaba convencido de que él mismo había forzado el problema por practicar en exceso, ya que años después declararía que se pasaba más de ocho horas al día “aporreando teclas de marfil”.

Durante 30 años, el artista intentó recuperar la movilidad de todas las maneras posibles; incluso, confesó años más tarde, con inyecciones de lidocaína, diversas terapias de rehabilitación, psicoterapia y tratamientos de choque.

El dolor y la incapacidad abocaron en una depresión que le hizo pensar en el suicidio; afortunadamente, optó por desarrollar sus cualidades musicales y técnicas por otros caminos y se dedicó de lleno a la enseñanza. De hecho, su hijo ha comentado que hasta la semana pasada siguió dando alguna de sus clases.

En los años setenta y ochenta fue profesor en el célebre Centro de Música de Tanglewood, donde fue director artístico entre 1986 y 1997, y también en el conservatorio de Peabody de Baltimore.

Allí, Fleisher se convirtió en un gran pedagogo, y sus discípulos, que lo adoraban, se referían a él como el “Obi-Wan Kenobi del piano”, por el viejo y sabio yedi de Star Wars.

Treinta años después, en 1994 y tras sufrir una enfermedad neurológica, siguió un tratamiento experimental con inyecciones de Botox que le permitió reanudar su carrera como pianista a dos manos, aunque, según él mismo confesó, nunca llegaría a estar curado del todo.

Aún así, Fleisher continuó ofreciendo recitales y conciertos hasta prácticamente el final de su vida. Todo este recorrido quedó reflejado en el documental “Two Hands: The Leon Fleisher Story,”, de Nathaniel Kahn, que logró una nominación al Óscar en 2006.

En 2003, volvió al Carnegie Hall para dar su primer recital a dos manos en más de tres décadas, obteniendo un éxito clamoroso.

También publicó un libro de memorias titulado “My Nine Lives: A Memoir of Many Careers in Music” (2010), con la colaboración de la crítica musical Anne Midgette, en el que ahonda en la depresión que le causó abandonar el piano y cuenta cómo el mismo amor a la música fue quien que lo rescató de la autodestrucción completa.

En él, Fleisher reconoció que la incapacidad de su mano derecha finalmente le dio una vida musical mucho más variada de la que podría haber tenido si hubiera podido seguir una carrera convencional como pianista virtuoso.