Juan de la Cabada, “cuentautor” para niños de todas las edades

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 Con relatos imprescindibles como Cuentos del camino (1970) e Incidentes melódicos del mundo irracional (1944), Juan de la Cabada es recordado, a 121 años de su nacimiento, como uno de los escritores fundamentales de la literatura mexicana.  

La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, rememoran este 4 de septiembre al cuentista, dramaturgo y narrador, cuya obra combina con gran talento lo universal con lo regional.  

La investigadora y académica mexicana Sara Poot Herrera no tiene duda de que, desde su primer libro Paseo de mentiras (1940), el oriundo de Campeche inauguró un estilo que a la postre se convertiría en una tradición: volver en escritura el arte, el talento nato de contar, de relatar historias bajo una combinación “perfecta” de lo regional y lo universal: “Juan de la Cabada escribió antes de la costumbre de etiquetar, que si ‘realismo mágico’, que si ‘fantástico’”, afirmó. 

En entrevista, la catedrática de la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos, ensalzó las virtudes literarias más representativas del autor de La conjura y otros cuentos (1967) y ¿Qué piensa usted, amigo Juan? (1978): el uso de la oralidad, la narración con técnicas cinematográficas, la modernización del relato tradicional, el uso de palabras arcaicas, el ritmo y la fluidez del contar, y su capacidad de atraer el oído de los escuchas.   

Sara Poot destaca que en la narrativa de Juan de la Cabada hay una representación de los pueblos originarios, sobre todo del sureste mexicano, pues recoge y transforma mitos, cosmogonías, tradiciones, costumbres, creencias y expresiones de lo que son “desde dentro”, esos modos de concebir el universo: “Juan de la Cabada, un ‘cuentautor’ para niños de todas las edades y para las edades de todos sus lectores”, concluye. 

Al respecto, el escritor y ensayista Hernán Lara Zavala afirma que junto con autores como Francisco Rojas González, Ermilo Abreu Gómez, Miguel Ángel Asturias y Bruno Traven, Juan de la Cabada fue uno de los mejores exponentes de la “literatura indigenista”, pues en sus cuentos expresa, con descripciones vigorosas y humanas, las tragedias típicas del campesino pobre y explotado, particularmente en la península de Yucatán. 

En entrevista, el también cuentista y novelista considera a Incidentes melódicos del mundo irracional (1944) la obra más representativa y original de Juan de la Cabada: “una fábula poético-musical, entre mitológica y surrealista, que muestra el complejo universo fantástico que poblaba su mente.  No tiene parangón”, asegura. 

Admirador de “Juanito” —como le decían—, Lara Zavala lo calificó como un extraordinario cuentero, ameno, ágil, espontáneo, musical, culto y muy campechano en su trato: “Era un disfrute escucharlo hablar y cantar. Gran guionista cinematográfico, era un hombre que amaba la poesía y estaba comprometido con sus ideas de izquierda por las que siempre luchó”. 

 

“Letrista” de cine          

Juan de la Cabada se inició como guionista de cine por invitación de José Revueltas. Según el articulista Rafael Fernández Pineda, su primera empresa fue la película de Luis Buñuel, Subida al cielo (1952), luego de que Revueltas lo animara por su reconocida labor como cuentista: “Es lo mismo, sólo tienes que quitar las descripciones del paisaje y tus reflexiones”, le dijo. 

Después, De la Cabada colaboró con cineastas como Julio Bracho, René Cardona, Mauricio de la Serna —junto a Elena Garro—, Benito Alazraki, Alberto Mariscal y Luis Alcoriza, entre otros. Luego de una década ausente del séptimo arte, el también catedrático regresó junto con Eduardo del Río Ruis para escribir Calzonzin inspector (1973), una recreación de la historieta satírica Los Supermachos. 

Juan de la Cabada nació en Campeche el 4 de septiembre de 1899 y falleció en la Ciudad de México el 26 de septiembre de 1986. Desde 1977, el INBAL entrega el Premio Bellas Artes de Cuento Infantil Juan de la Cabada con el objetivo de promover el interés por la creación del cuento para niñas y niños.