El verdadero shock sobre la pobreza ocurrirá entre los tres a seis próximos meses. Esperamos con gran miedo lo que pasará en muchos países”, reconoce el experto.
La pandemia ofrece al mundo la inesperada oportunidad de cambiar su modelo de desarrollo por uno que reduzca la huella ecológica, cree oportunidades de empleo para los menos capacitados y garantice una vida decente a las familias, reflexiona el pensador social y relator de la ONU sobre la extrema pobreza, Olivier de Schutter.
Esta conclusión es el resultado de muchos años analizando cómo las fuerzas del mercado y su influencia en las decisiones políticas han hecho más profundas las desigualdades, un proceso que no solo ha estudiado, sino que empezó a observar directamente cuando era relator de la ONU sobre la alimentación (2018-14).
“Debemos aprovechar de este momento para reorientar la economía en una dirección más durable, tanto desde el punto de vista ecológico como de la justicia social”, plantea De Schutter (Bélgica, 1968) en una entrevista con Efe.
Esa nueva orientación no puede esperar más, como lo recuerda el profesor de varias prestigiosas universidades, quien afirma que “las semanas y meses que vienen serán absolutamente decisivos porque se elegirá a qué empresas ayudar, a qué sectores económicos apoyar y qué tipo de sistema de protección social queremos”.
Alguien tendrá que pagar todo eso, lo que obligará a muchos países a realizar reformas fiscales, a través de las cuales decidirán quién debe financiar los planes de relanzamiento económico.
“Las decisiones que se tomen hoy serán decisivas para los próximos diez a quince años”, recalca, llamando así a la reflexión sobre las promesas incumplidas que siguieron a la crisis financiera y económica de 2008, tras la cual hubo una nueva ola de austeridad y de debilitamiento de las servicios públicos, entre ellos el de la sanidad.
EN POBREZA, LO PEOR ESTÁ POR VENIR
Hace unos días, el relator presentó al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que está reunido en Ginebra, el informe que éste le había encargado sobre el impacto de la pandemia de COVID-19 en la pobreza y sus conclusiones fueron desmoralizadoras: “Lo peor está por venir”.
Esa advertencia se basa en el hecho de que las medidas de auxilio que muchos Estados adoptaron para cubrir la ruptura de ingresos por el parón de las economías durante los confinamientos han expirado o están por hacerlo.
“Lo peor está por venir en términos del impacto en los ingresos de los hogares, ya que los Estados tienen la impresión de que, a medio plazo, no pueden mantener estas medidas”, explica.
“El verdadero shock sobre la pobreza ocurrirá entre los tres a seis próximos meses. Esperamos con gran miedo lo que pasará en muchos países”, reconoce el experto.
IMV, UN PROGRAMA A MEJORAR
Uno de los programas de ayuda que se ha mantenido es el del Ingreso Mínimo Vital en España, que “no es perfecto”, pero que puede considerarse un modelo por la participación de sindicatos y de organizaciones de la sociedad civil y su voluntad de cubrir la brecha de ingresos de los hogares más pobres para que puedan mantener una vida decente.
Sin embargo, el requisito del empadronamiento que requiere excluye a algunos grupos vulnerables de esa ayuda, como inmigrantes irregulares, personas que han perdido sus viviendas y hasta mujeres víctimas de maltrato, sostiene el relator de la ONU.
“Creo que la cobertura podría ser más amplia y que los obstáculos burocráticos podrían ser eliminados progresivamente. He recibido informaciones que indican que mucha gente no reclama el beneficio porque no cumplen con las condiciones administrativas para acceder a él. En la región de Madrid el 95 % de los que reciben una respuesta negativa es porque no han respetado los plazos para la entrega de documentos”, dice.
CARENCIAS DE LA PROTECCIÓN SOCIAL EN LATINOAMÉRICA
Desde hace meses, el foco de la pandemia se mantiene en América Latina, donde algunos países “tiene el cuchillo en el cuello”, sostiene De Schutter, pensando en particular en Brasil y Argentina (4,8 millones y 751.000 casos, respectivamente), que coinciden en tener niveles de déficit público muy altos.
Argentina se ha visto forzada a pedir una reestructuración de su deuda, lo que abre un viejo debate sobre los mecanismos del endeudamiento internacional y sus consecuencias en el empobrecimiento de los países, que ni siquiera con dinero del exterior consiguen edificar sistemas de protección social adecuados, como lo ha demostrado la pandemia.
“No olvidemos que en América Latina hay un alto nivel de evasión fiscal y la optimización fiscal por parte de las multinacionales priva a los países de ingresos públicos, es decir, las compañías no pagan impuestos donde generan beneficios, sino los repatrían a paraísos fiscales”, analiza el relator.
Para De Schutter, cualquier fórmula para evitar que el mundo vuelva a sufrir el caos social que está viviendo por la pandemia pasa por contar con sistemas de protección social eficaces, a pesar de lo cual son el “pariente pobre” de los planes de relanzamiento económicos anunciados por un total de 11 billones de dólares, de los que les toca un 5 %.
Frente a este estado de cosas, la pandemia ofrece oportunidades de cambio y no solo a los países, sino a los organismos financieros internacionales, que solicitados por todos lados para dar préstamos siguen condicionando su apoyo a las mismas ideas fracasadas de los años ochenta.
“Hay países como Brasil que han pedido apoyo al FMI y al Banco Mundial, y las discusiones tratan sobre privatizaciones para garantizar que el país sea solvente y reembolse a sus acreedores”, confirma De Schutter, quien en su ideal de paliar las injusticias copreside un grupo de expertos internacionales que trabaja en propuestas para reformar el sistema de alimentación mundial.