El cronista Eduardo Rabell pide dejar atrás la historia oficial

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Conferencia sobre la Corregidora de Querétaro (II)

Si bien no podemos arrancar el mito, sí podemos ir dando a conocer la realidad histórica de México, sostuvo el cronista auxiliar del municipio de Querétaro, Eduardo Rabell Urbiola, quien ofreció una conferencia virtual con el tema ‘Mitos y realidades del aviso de Josefa Ortiz de Domínguez’ para los miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG).

Luego de haber presentado datos biográficos y genealógicos de la corregidora de Querétaro, el catedrático e investigador narró que antes de que Miguel Hidalgo llamara al pueblo a luchar por la libertad, hubo varias denuncias sobre la conspiración:

El 10 de septiembre se dio la autodenuncia del capitán Joaquín Arias, el 11 se presentó la denuncia de Mariano Galván, el 13 Manuel Iturriaga de Alzada habló de la conjura independentista al sacerdote Rafael Gil de León, quien rompiendo el secreto de confesión dio aviso a las autoridades virreinales, y por último el 14 de septiembre Fernando Araujo reveló el movimiento desde la prisión donde purgaba una condena por asesinato.

Aunque, por otro lado -continuó el ponente-, hubo dos avisos del posible descubrimiento de la conspiración:

1.- El 7 de septiembre Mariano Lozada llevó una carta de Allende a José Mariano de Sardaneta y Llorente quien era marqués de San Juan de Rayas y rico propietario minero del estado de Guanajuato que participaba en el movimiento de la Independencia, pero se encontraba en la ciudad de México. Este mensajero regresó a Querétaro el 14 de septiembre y al darse cuenta de las delaciones partió hacia San Miguel, vía Celaya para no ser descubierto, y

2.- El 14 de septiembre por la noche, Ignacio Pérez Álvarez, alcalde de las cárceles de Querétaro, recibió una carta de la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez y se dirigió a la barbería de Luis Mendoza, otro de los implicados que se había enterado movimiento por indiscreción de uno de sus clientes, Manuel Prieto.

Al enterarse de las delaciones y conociendo el arrojo de su esposa, el corregidor la encerró, pero no en su habitación como señala la historia oficial, sino en la casa, es decir, cerró la puerta principal; la corregidora entonces bajó la escalera, llegó al portón y comenzó a golpearlo para tratar de llamar la atención del alcalde de las cárceles, quien acudió a ver qué le sucedía y ella le pidió que avisara a Allende de lo que pasaba en Querétaro.

Estos datos de su exhaustiva investigación echan por tierra la romántica historia de que la corregidora golpeó con su tacón el piso de su habitación y la oyeron en la planta inferior de la casa, supuestamente propiedad de Pérez Álvarez. Rabell explicó que eso sencillamente era imposible porque debajo de su habitación había una tienda -que a esa hora seguramente estaba cerrada- y Josefa lo sabía.

Y si bien fue Pérez Álvarez quien recibió la orden de la corregidora de llevar el aviso a San Miguel, probablemente no lo hizo él porque resultaría sospechoso que el encargado de las cárceles anduviera viajando y dejara su puesto, porque se exponía a una grave sanción, de manera que posiblemente el encargo fue delegado a Mariano Lozada.

El cálculo de Rabell lo llevó a descartar un viaje nocturno del mensajero de doña Josefa, pues un recorrido tan largo en la noche era peligroso porque en los caminos había coyotes y salteadores, además de que las lluvias hacían las rutas intransitables y los caballos podían accidentarse. Agregó que otro impedimento era que Querétaro dormía desde temprano, así que el galope de un caballo hubiera resultado extraño.

De sus investigaciones, Rabell dedujo que fueron dos personas las que llevaron el mensaje, pues de la garita de palacio de Querétaro a San Miguel de Allende hay 14 leguas y recorrerlas ocupaba entre cuatro y seis horas por lo menos. Comentó que un amigo suyo hizo en 2010 el viaje a caballo de Querétaro a San Miguel y le tomó seis horas, de manera que en aquel entonces el tiempo podría haber sido mayor por el mal estado de los caminos.

Así las cosas, el mensaje llegó a San Miguel el 15 de septiembre por la noche, un día después de que doña Josefa lo mandara, pero Ignacio Allende no estaba ahí y Juan Aldama les dijo que fueran a Dolores a donde tardaron en llegar otras cuatro horas.

Doña Josefa protagonista de la gesta

Una vez recibida la alerta de que el movimiento había sido descubierto, Allende le dijo a Hidalgo que él era el indicado para llamar a la gente, pero éste debió esperar porque, si repicaba las campanas a las tres de la mañana, los pobladores podrían creer que se trataba de un incendio, así que lo hizo a las cinco, ya que la misa era a las seis. Puntualizó Rabell que solamente el personal de Allende era militarizado y los demás eran pueblo desorganizado.

Si bien Hidalgo dio el Grito en Dolores con las consabidas arengas, fue gracias a que doña Josefa dio la alerta, pero no porque tuviera una relación amorosa con Allende como algunos novelistas le han atribuido, sino por tener ideales libertarios desde muy pequeña. Recordó Rabell que ya en 1808 ella había estado prisionera en México, desde donde propagaba sus ideales.

Ante estas calumnias, Rabell aseveró que Josefa Ortiz era muy respetuosa del matrimonio; la confusión tal vez se deba a que Allende tenía una novia llamada Josefa Domínguez de Alarcón, hija del corregidor con su primera esposa María Josefa Alarcón Narváez.

El maestro Rabell, quien es miembro de la ONG Hermandad de Bomberos con el cargo de teniente, negó que doña Josefa hubiera formado parte de la masonería porque en esa época no se permitía el ingreso de mujeres a las logias. Lo que sucedió fue que obtuvo los conocimientos de su esposo don Miguel, quien promovió los fundamentos de igualdad y libertad, así como anteponer la razón al fanatismo, características fundamentales de los masones.

A manera de conclusión, Eduardo Rabell opinó que la historia oficial se ha platicado como una novela y ha mentido; a su juicio fue Lucas Alamán quien generó el culto a los héroes, pero ni siquiera estuvo en Querétaro y lo relatado lo supo de oídas; la historia oficial -dijo- nos ha platicado episodios revueltos para hacernos una historia romántica porque en el siglo XIX era lo que estaba de moda.

Es indispensable -finalizó- cambiar la versión de la historia oficial y para ello se requiere volver a las antiguas asignaturas para evitar una confusión de conceptos, pero debe hacerse de manera entrelazada para que se les hable a los niños de geografía y puedan cruzar datos con la historia. Y subrayó la urgencia de una educación critica, analítica, de investigación, que conduzca al razonamiento de los alumnos.