Las fiestas de Navidad serán este año para muchos unas de las más tristes, con millones de personas obligadas a cancelar sus planes o a limitar las celebraciones este jueves, debido a las restricciones impuestas en numerosos países para luchar contra la propagación de la pandemia de coronavirus.
El coronavirus mató a más de 1,7 millones de personas en todo el mundo y los focos de contagios que siguen surgiendo recuerdan que, pese a la llegada de las primeras vacunas, la vida no volverá tan rápido a la normalidad.
Bajo un cielo gris y lluvioso, una pequeña multitud asistió a la tradicional procesión de Navidad en las calles de Belén, que atrae normalmente a miles de peregrinos.
Un centenar de personas, con mascarillas y paraguas, vieron el desfile, donde ondeaban banderas palestinas y del Vaticano, al ritmo de tambores y gaitas.
“Este año es diferente porque no venimos para rezar en la iglesia de la Natividad, no podemos reunirnos en familia, todo el mundo tiene miedo”, confiesa Jani Shaheen, que asiste a un desfile con su marido y sus dos hijos, en la plaza de la Mangeoire, delante de la basílica construida donde habría nacido Jesucristo.
“Es agradable ver a gente aquí hoy, pero está vacío en comparación con el año pasado. Es solo para los habitantes de Belén”, añade.
Debido a la pandemia, la noche del 24 de diciembre no habrá misa con público, ni cortejo de dirigentes palestinos, sino un oficio con la sola presencia del clero y que será televisado.
El papa Francisco anunció el jueves que visitará Líbano “lo antes posible”, en una carta dirigida a los libaneses de todas las confesiones por Navidad.
“Queridos hijos e hijas de Líbano, es muy grande mi dolor al ver el sufrimiento y la angustia que ahoga el ánimo de emprendimiento y el dinamismo del País del Cedro”, escribió el papa.
Francisco exhortó también a la comunidad internacional a ayudar al país “a mantenerse al margen de los conflictos y las tensiones regionales” y “a salir de la grave crisis” que atraviesa.
“Triste año”
Australia, que este año fue citada varias veces como ejemplo de buena gestión sanitaria, se enfrenta actualmente a un repunte de casos en el norte de Sídney, una ciudad cuyos habitantes solo podrán invitar a sus a casas a diez adultos y solo a cinco, si viven en “el epicentro” del foco de contagios.
Jimmy Arslan, que posee dos cafés en los barrios más afectados, tuvo una caída del 75% de su volumen de negocio. Y no podrá contar con la presencia de su familia, pues esta vive en Camberra y no puede desplazarse por Navidad.
“Es desgarrador”, confiesa. “Es un triste final para un triste año”, añade.
“Deberíamos recibir a 2021 y patear en el trasero a 2020”, bromea este hombre de 46 años.
En Filipinas, algunos escogieron pasar las fiestas solos debido al riesgo de contraer el virus en el transporte público.
“Voy a pedir comida, volver a ver viejas películas y hacer una videollamada con mi familia“, afirma Kim Patria, de 31 años, que vive sola en Manila.
La mayor parte de Europa también se enfrente a uno de los inviernos más tristes, con un resurgimiento epidémico en varios países.
Alemania tuvo que anular sus famosos mercados de Navidad y el papa Francisco decidió adelantar dos horas la misa de medianoche en el Vaticano, para cumplir con las restricciones en Italia.