PRD es más partido que sus “satélites” Morena, PT y MC

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Como auténtica conciliadora que sortea toda marginalidad de la soberbia “republicana” de la peje-izquierda-sediciosa, la politóloga y catedrática en materia de economía e incansable luchadora social Ifigenia Martínez, sigue inutilizando su tiempo en la mediación de quienes se sienten trasnochados e “iluminados socialistas”, paradoja que aún se da a estas alturas del nuevo milenio ante los vertiginosos embates y cambios globalizantes.

Su pretendida faena es la de condescender en el afianzamiento fanático de un frente común izquierdista al muy estilo mexicano, que venza el ancestral maridaje que ha fastidiado y corrompido el desarrollo de la nación, los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional, quienes han creado asimismo un México inseguro.

Si bien es cierto que el Partido de la Revolución Democrática, el famoso PRD, es y seguirá siendo el partido ideólogo de las insulsas izquierdas convertidas en sus “caudillos satelitales” como Morena, PT y MC, su presencia en el quehacer político es importante porque a río revuelto, ganancia de pescadores.

Es decir, el Sol Azteca –el padre de las izquierdas-, es más partido político que esos fanfarrones “institutos políticos” que solo existen por accidente para justificar, económica y financieramente, que en México se practica una “democracia especial” que a decir del escritor peruano Mario Vargas Llosa, forman parte de una perfecta dictadura saturada de complicidades a más no poder y cuyo único fin –como en todas las mafias-, es hacerse del gran botín que representa el erario federal y de las riquezas naturales del país.

Para el sistema gubernamental mexicano, López Obrador -que ha trazado de facto la agenda nacional-, le ha sido de gran utilidad bajo la mascarada de “enriquecer” el ambiente político y democrático del país, cuando en los hechos se desprende una lectura mucho más diferente.

López Obrador, quien arrastra un turbio pasado desde el momento en que por asares del destino y en un “accidente” se transformó en el Caín de Macuspana -su tierra “natal” tabasqueña-, cada día consolida su liderazgo mesiánico.

Precisos son los momentos en que un grupo de perredistas lanzó el “Llamamiento a la Unidad de las Izquierdas”, dirigido a Morena, Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC).

La inusual pérdida de tiempo de Doña Ifi no tiene parangón porque en primera instancia, López Obrador cuan misógino, ha hecho oídos sordos para asumir una postura salinista: “Ni los veo, ni los oigo, ni los escucho”, y parafraseando al expresidente Luis Echeverría Álvarez, “sino todo lo contrario…”

Así que Doña Ifi saldrá de ella misma si continúa con enfrentarse a la arrogante postura de López Obrador, o decida retirarse, reconociendo que el mismo sistema los hace y los divide, toda vez que para los gobiernos priistas y panistas, le son afines y convenientes sus tiempos y formas para permanecer en el poder so pena que Andrés Manuel persiste en criticarlos como  “la mafia del poder” oficial.

De nada le valdrá a Doña Ifi que el objetivo es crear las condiciones para que la Unidad de las Izquierdas hacia el 2018, triunfe con un sólo candidato de unidad, que deberá surgir entre los mejores posicionados.

Para la fundadora del PRD, “una alianza con el PAN sería un error grave y, por lo tanto, la rechazamos”, indicó con desmemoria senil ya que ha habido momentos en la vida política nacional que han unido sus fuerzas para tumbar del poder al PRIAN, hoy jocosamente llamados por el Peje, la Mafia del Poder.

“Divide y vencerás”, es el lema permanente de un sistema gubernamental caduco, que ante los vertiginosos cambios sociales globalizantes, ha perdido no solo la credibilidad sino ya se le califica como un “Estado fallido”; que en su entorno, el fenómeno del mimetismo, desde siempre ha formado parte de la gobernabilidad de México.

Saliva más o saliva menos, pero Doña Ifi convocó a los partidos de izquierda a dejar atrás las diferencias para poder construir una alianza, la Unidad de las Izquierdas.

“Llegó el tiempo de reencontrarnos. De dejar atrás diferencias y rencillas y ponernos a trabajar, todos, por el cambio verdadero que un 80 por ciento de mexicanos reclamamos.

“Es el momento de que el 80 por ciento se una y decida. La responsabilidad mayor es de la izquierda. Corresponde a ella ser el motor de ese cambio y de esa unidad”, expuso a nombre de un grupo de intelectuales que forman parte del pacto firmante de la Unidad de las Izquierdas, entre quienes destacan Raúl Ojeda, Leonel Godoy, Alejandro Sánchez Camacho, Carlos Sotelo, Gilberto Ensástiga, José Narro y Margarita Guillaumin, entre otros.

Bien lo advierten las Barras de Abogados, en su reciente Día de Conmemoración, que López Obrador es un personaje de la simulación; es manipulado por el mismo sistema gubernamental mexicano, en medio de una catarsis de aparente democracia.

El tabasqueño es igualmente un “amortiguador” para abanderar las causas de la inconformidad social. Fuera de ahí, solo le queda hacer más teatro politiquero.

Es una válvula de escape cuan olla exprés estaría por “reventar”; que dentro de esa simbiosis, ha sido un tipo formado por el mismo sistema que él llama la Mafia del Poder, de la cual irremediablemente emanó hace 30 años y que al paso de la brillantes de sus tiempos, construyó su propia Mafia del Poder solo que tirándole hacia la izquierda sediciosa, la izquierda insurrecta, la de facto, la mentirosa, la populachera.

Si bien es cierto que “la sociedad avala las ilegalidades de Andrés Manuel López Obrador” solo por llevarle la contra al propio sistema de gobierno, tanto ha sido el coqueteo de las izquierdas que ninguna de ellas pretenda bajar la guardia.

La de López Obrador está arrogantemente empecinada en que el PRD, principalmente, le “venga a rendirle pleitesía”; y…, ésta a su vez, encabece la conciliación para reconstruir la Unidad de las Izquierdas. El PRD amarillo es más institucional que faccioso.

De facto ahí están todas las izquierdas, porque ninguna ya no obedece a ese pacto socialismo tan esperado; de facto ellas mismas se engañan; de facto promueven sus anhelos de enriquecerse bajo las estructuras de las  Mafias del Poder.

De facto,​ es una locución latina que significa literalmente “de hecho”, esto es, sin reconocimiento jurídico, por la fuerza de los hechos, convertida en la anarquía total, eso es lo que pretenden las izquierdas, llevar más al caos y al abismo a este México que exige “¡Justicia!”

La Unidad de las Izquierdas, en la praxis, siempre se ha distinguido en violentar el estado del Derecho, de oponerse al término jurídico iure, que significa “de derecho”.

Entre la vox populi se advierte que “alguien tiene que reciclar la chamba sucia” y para eso están las recalcitrantes Mafias del Poder de las Izquierdas, pretendiendo vencer a como dé lugar, a la vitalicia Mafia del Poder Oficial, para luego, desafiar con el poder, el establecimiento de nuevas dinastías que pudieran fiscalizar los poderes sociopolíticos, económicos, financieros y hasta religiosos.

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