De acuerdo al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía en México, la prevalencia de demencia es del ocho por ciento en adultos mayores; es decir, un millón 209 mil personas padecen algún tipo de demencia y la enfermedad de Alzheimer es la más común. De estas personas, dos de cada tres mujeres presentan mayor riesgo durante la transición a la menopausia.
Ante este escenario Claudia Pérez Cruz, investigadora del Departamento de Farmacología del Cinvestav, emprendió una investigación con el objetivo de determinar la relación que puede existir entre la microbiota intestinal y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer en mujeres.
“Queremos establecer si existe una relación entre la microbiota intestinal y las hormonas sexuales femeninas, como el extradiol, con el objetivo de mostrar si la microbiota, al modular los niveles de estrógenos, pudiera tener un impacto en el inicio del alzhéimer en mujeres”, explicó la investigadora.
Se sabe que en el alzhéimer hay una alteración en la composición de la microbiota intestinal (disbiosis), pero no se ha demostrado qué alteraciones se presentan específicamente en las mujeres, entonces el proyecto pretende realizar estudios clínicos y determinar la composición de la microbiota; además, con análisis preclínicos se evaluará el efecto de un antibiótico o un tratamiento contra la disbiosis con el objetivo de demostrar la relación intestino-cerebro y mejorar la salud de los pacientes con esta condición.
El alzhéimer empieza dos o tres décadas antes de presentar un daño cognitivo y en ese tiempo se ven desordenes periféricos: inflamación de bajo grado, desórdenes intestinales y alteraciones en el metabolismo de glucosa o colesterol y esto repercute en el cerebro; se piensa que existe una barrera impermeable entre el cerebro y la periferia, pero no es así, porque factores como la alimentación pueden afectar el paso de sustancias además de afectar la función cognitiva, con una comunicación bidireccional en las personas.
Entre los factores de riesgo para desarrollar alzhéimer se encuentran las alteraciones metabólicas ligadas a la dieta como obesidad o diabetes; si se consumen alimentos altos en grasas y azucares saturadas es probable padecer estas condiciones en la vida media (40-50 años), y el desarrollo posterior de demencia; quiere decir que una dieta no sana, sí daña el cerebro y su función.
“En el laboratorio observamos, en un modelo de animal transgénico para alzhéimer, que dietas con alto contenido de fibra y de antioxidantes pueden ayudar a prevenir el desarrollo de esta patología”, sostuvo Claudia Pérez.
La incidencia del alzhéimer en mujeres inicia después de la menopausia, entre los 55 y 65 años, en hombres es a los 65, una diferencia sustancial relacionada con esa transición; el declive en los niveles hormonales se encuentra relacionado con el deterioro de las funciones cognitivas.
No se ha demostrado si hay una comunicación entre la microbiota, la liberación de hormonas sexuales, en particular estrógeno, y el cerebro, por ello también se busca determinar si existe un eje estroboloma (intestino-cerebro), y establecer si realmente la modulación de la microbiota puede aumentar los niveles de estrógeno y modificar la función en ese órgano, alterado en pacientes con alzhéimer.
El estudio busca analizar la relación de la microbiota y el cerebro en mujeres, porque en el proceso de envejecimiento en hombres intervienen y disminuyen otras hormonas, como la testosterona, además, no presentan una afectación tan pronunciada en el momento de bajar sus niveles; el proyecto tiene su base en trabajos preliminares, realizados por Pérez Cruz, que al modular la microbiota intestinal aplicando una dieta determinada en un modelo animal, se observó una mejoría significativa en algunos signos característicos del alzhéimer a nivel de memoria e inflamación.
“En general los estudios sobre alzhéimer casi no distinguen entre sexos a pesar de que las mujeres son más vulnerables, dos tercios son femeninos, su incidencia en ellas es más alta pero no se ha analizado la causa, entonces se debe voltear a ver este fenómeno con el fin de abatir la mayor incidencia en mujeres, particularmente en México”, aseguró Claudia Pérez Cruz.
De acuerdo con la investigadora, la microbiota son todos los microorganismos relacionados directamente con el hospedero, en humanos pueden ser virus, bacterias, protozoarios u hongos que se encuentran en su interior o en cualquier superficie; la de tipo intestinal se refiere a microorganismos que viven dentro de ese órgano, la mayoría son bacterias y se calcula que, en un adulto de 70 kilos, dos corresponden a ella.
Con probióticos se puede fomentar que comunidades de bacterias puedan crecer para favorecer la salud, en cambio algunos antibióticos provocan resistencia bacteriana; lo importante es que al ser un ente biológico se puede modular su viabilidad, normar o incrementar con diferentes estrategias y la microbiota intestinal se puede modular con la dieta.