Estudio genético determina cómo fueron pobladas las islas de la Polinesia

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Según los habitantes de la isla de Pascua, conocida también como Rapa Nui, sus primeros pobladores llegaron de un continente llamado Hiva, el cual desapareció tras una inundación; previo a ello el rey (ariki) Hotu Matu’a envió una expedición de siete hombres para identificar una nueva tierra donde continuar con su cultura, encontrando así esta mítica isla, ahora perteneciente a Chile.

Ese pasaje ha abonado el misticismo que por siglos ha envuelto a los habitantes de la isla de Pascua y al resto de los territorios insulares que componen la llamada Polinesia. Sin embargo, a lo largo de los años la ciencia se ha encargado de clarificar cada vez más ese origen, primero gracias a investigaciones tanto arqueológicas como lingüísticas, y ahora un estudio genético, desarrollado por el Cinvestav, detalla la ruta y las fechas en que fueron pobladas esas islas del Pacífico que son, en su conjunto, el lugar más aislado del mundo.

El estudio realizado por los investigadores Andrés Moreno Estrada y Karla Sandoval Mendoza, ambos adscritos al Cinvestav, fue publicado en la revista Nature, donde se hace mención del uso de novedosas técnicas de genética poblacional a partir de la cuales lograron reconstruir la secuencia migratoria originada desde Samoa hacia las Islas Cook, aproximadamente en el año 830, pasando después por el archipiélago de las Tuamotu, en el siglo XI, y que culminara en las islas Marquesas, Raivavae y Rapa Nui, entre los siglos XIII y XIV.

A partir de esta investigación, en la que también participa más de una veintena de colaboradores de distintas instituciones, como las universidades de Stanford y Oxford, es posible identificar que la migración emprendida por los primeros navegantes polinesios, que por cierto son originarios de Taiwán, no llevó una lógica lineal, ya que a pesar de que algunas islas tienen cercanía una con otra, las rutas y fechas en que fueron pobladas son disímiles.

Por ejemplo, la isla Rarotonga se pobló alrededor del año 830, y sus pobladores se dirigieron a Tahití en 1050; es decir, 140 años antes de que viajaran a las islas Cook (Aitu y Maueke), a pesar de que la primera se encontraba a más de mil kilómetros lineales de distancia y las segundas a menos de 200 kilómetros.

“Anteriormente se tenía noción de las rutas del poblamiento de la Polinesia gracias a trabajos arqueológicos y lingüísticos, pero el triángulo cultural que abarca cientos de islas polinesias es gigantesco y había pocos detalles de las rutas que siguieron los navegantes. Ahora, a partir de datos genómicos de personas que actualmente viven en esas islas logramos inferir la direccionalidad del cambio en frecuencias alélicas, lo que nos ayuda a trazar el camino de esta migración e, incluso, las fechas en que ocurrieron”, explicó Moreno Estrada.

De hecho, algunos de los resultados de este estudio coinciden con las estimaciones que se tenía a partir de los aportes arqueológicos, pero la nueva resolución de esta “fotografía histórica” fue posible gracias a la participación de 430 personas de comunidades indígenas de 21 poblaciones insulares, con lo que se obtuvo un perfil genético detallado de gran parte del Océano Pacífico.

Con las muestras de ADN colectadas se analizaron cientos de miles de marcadores genéticos, utilizando plataformas de genotipado de alta densidad (casi un millón de marcadores a lo largo del genoma de cada individuo), lo que permitió identificar aquellos marcadores moleculares que varían entre las poblaciones de distintas islas, enfocándose solo en aquellas posiciones genéticas de ancestría polinesia.

Este meticuloso análisis fue realizado en la Unidad de Genómica Avanzada (UGA-Langebio) del Cinvestav gracias a la infraestructura existente en tecnología genómica de última generación y desarrollo de nuevos métodos computacionales para analizar el genoma de poblaciones humanas con mezcla de ancestrías.

En este estudio también participaron estudiantes de posgrado y posdoctorado del Cinvestav, así como de instituciones académicas de las propias poblaciones de estudio, como antropólogos Rapanui, arqueólogos de Indonesia y genetistas polinesios, lo que promueve la formación de recursos humanos no solo en México, sino también entre la comunidad científica internacional de culturas poco representadas en la investigación genómica.