Por Joana Elizabeth Salinas, Psicopedagoga especializada en salud laboral.
En tiempos de pandemia mundial, creció un problema de salud laboral que permanecía mimetizado en infinidad de pretextos: el burnout o cansancio crónico, el estrés cotidiano en el trabajo. El “infierno” de todos los días.
México es uno de los países con índices más altos de estrés. Alrededor del 75% de los mexicanos que trabajan padecen estrés, de los cuales el 40%, alrededor de 18.4 millones de mexicanos, sufren del síndrome de “burnout” o fatiga crónica por estrés laboral según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el “burnout” es una patología ocasionada por el estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Entre los síntomas que lo identifican se encuentran la falta de energía o agotamiento, sensación de ineficiencia y falta de realización en el ámbito laboral.
En la Ley Federal del Trabajo (LFT) no reconoce al “burnout” como una enfermedad incapacitante ni un riesgo de trabajo, mucho menos considera que la patología fue ocasionada por la actividad que realiza.
Esta situación persiste a pesar de que el Artículo 513 de la LFT, en el que aparece la Tabla de Enfermedades de Trabajo, debe actualizarse.
La persona que padece el síndrome de Burnout suele manifestar algunos de los siguientes síntomas:
Falta de energía y sensación de abatimiento desde el inicio de la jornada laboral.
Sentimientos de frustración y fracaso al no conseguir los resultados deseados a pesar del esfuerzo invertido en las tareas.
Estado de ánimo irritable, impaciente, negativo, irónico y distante. Llega a mostrarse frío e indiferente hacia las personas atendidas y con los compañeros de trabajo.
Incapacidad para concentrarse en el trabajo y para relajarse o desconectarse al finalizar la jornada laboral.
Sensación de desbordamiento ante las demandas emocionales de los demás y carece de fuerzas para involucrarse en las relaciones con ellos.
Frecuentes dolores físicos, además del desarrollo de enfermedades psicosomáticas, como fatiga visual, dolores de cabeza y musculares, mareos, dificultades con el sueño, pérdida de peso, úlceras y otros desórdenes gastrointestinales, afecciones de la piel o infecciones, entre otros.
Inicialmente, el llamado también Síndrome del quemado, afectaba sólo a quienes realizaban trabajos de atención a otros, como educadores, maestros, enfermeras, cuidadores, médicos y personal sanitario. Sin embargo, pronto esta enfermedad, aún no reconocida en México, abarca distintos puestos laborales en todos los sectores económicos.
El primer paso para erradicar este estrés crónico es detectar su presencia en la vida de cada uno de nosostros, trazar límites y metas realistas en el cumplimento laboral y marcar una línea tajante entre la vida profesional y personal.
A raíz de la pandemia de Covid-19, el burnout se convirtió en un infierno cotidiano y un tanto invisibilizado. La clave para erradicarlo en cada uno de nosotros es autodiagnosticar grado de satisfacción laboral y nivel de energía.