Por Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista y Director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas.
Ante un año nuevo se plantean desafíos que los gobiernos deberán sortear para generar una sociedad más igualitaria y con mayores oportunidades de desarrollo.
Si la pandemia mundial remarcó las desigualdades, hoy todos los gobiernos presentan problemas análogos y la agenda mundial remarca estos seis temas:
1. Economía. Más de 493 millones de empleos equivalentes a tiempo completo, la mayoría pertenecientes a mujeres y jóvenes, se perdieron en 2020, y el PIB mundial disminuyó 4,3%. El Fondo Monetario Internacional señaló que esta crisis podría haber sido peor si no hubiera intervenido el gobierno que en muchas economías apoyó a las empresas y los ciudadanos a través de la financiación directa, inversiones, reducciones de impuestos y distribución selectiva de bienes. Sin embargo, tales acciones aumentaron la deuda pública.
El ligero crecimiento del 4% en la producción mundial, con el que cerró el 2021, ahora está supeditado al crecimiento del sector privado y la reducción de la deuda del sector público.
2. Salud. Aumentarán los desafíos de atención médica en 2021 y 2022. COVID-19 visibilizó los obstáculos en casi todos los elementos de la cadena de valor de la atención médica, como las cadenas de suministro, la medicina preventiva, la atención primaria y las instalaciones de tratamiento para pacientes hospitalizados.
Durante este año, los funcionarios de salud pública deben mejorar la distribución de vacunas. A mediano y largo plazo, los gobiernos deberán evaluar las formas en que pueden volver más resistente al sistema de salud para reducir el impacto de futuros eventos adversos para la salud pública.
3. Educación. Antes de la pandemia, la reforma educativa estaba en la agenda en la mayoría de los países. Se estimó que el 90% de los estudiantes en los países de bajos ingresos, el 50% en los países de ingresos medios y el 30% en los países de altos ingresos abandonaron la escuela secundaria sin las habilidades necesarias para la vida cotidiana para navegar por el trabajo y la vida. Los cierres temporales en más de 180 países en algún momento durante la pandemia agravaron el problema y mantuvieron a 1.600 millones de estudiantes fuera de las escuelas. La mayoría de los educadores trabajaron para ofrecer aprendizaje remoto a los estudiantes, pero los recursos fueron limitados y los resultados mixtos. UNICEF estima que, como resultado del cierre de escuelas, 24 millones de niños tienen riesgos de deserción escolar y muchos de los 370 millones de niños que dependen de las comidas escolares podrían experimentar desnutrición.
Además de transformar los programas de educación tradicionales para servir mejor a todos los estudiantes, los gobiernos también deben determinar cómo allanar el camino hacia un futuro mejor a través de la educación de adultos. Abordar el desempleo y estimular la recuperación económica dependerá en parte de los programas de reciclaje profesional de adultos, incluida la mejora de las capacidades digitales. La transformación educativa en todos los niveles deberá incluir una combinación de habilitación digital, revisión curricular, el uso de nuevos métodos de aprendizaje, mejora de las habilidades de los maestros y rediseño estructural.
4. Seguridad. La delincuencia, incluida la violencia doméstica, robos y saqueos, aumentaron en muchos países durante la pandemia. Confinamiento, desempleo y desesperación entre los ciudadanos desempeñaron un papel en la intensificación de estos crímenes y eventos.
Asimismo, la seguridad digital surge como un riesgo igual o mayor que la seguridad física.
5. Clima. Continúa la guerra contra el cambio climático. La financiación de estímulo a las empresas de energía limpia, producción sostenible e infraestructura verde resultan imprescindicles. Incluso los gobiernos que no apoyan una agenda de energía limpia deben considerar estrategias para la preparación ante desastres y la adaptación al clima.
6. Confianza gubernamental. La desinformación en todo el mundo cuesta aproximadamente 78.000 millones de dólares anuales, sin incluir los impactos sociales. En muchos países, erosiona la confianza en los líderes gubernamentales e influye en el curso de las elecciones. La falta de estructuras claras, roles y respuestas eficientes a las preocupaciones y necesidades apremiantes de los ciudadanos solo agrava la pérdida de confianza. La confianza en los gobiernos aumentó al comienzo de la pandemia de COVID-19, pero a lo largo de la respuesta, los gobiernos han llegado a ser percibidos como las partes interesadas menos éticas y menos competentes, según el Barómetro de Confianza Edelman 2021.