Por Ivette Estrada
La narrativa modifica percepciones, entorno y realidad. Así, nuestra historia no es una cadena de hechos ajenos a nosotros, sino la manera en la que interpretamos lo que vivimos y cómo lo contamos.
Así, dos hermanos que tuvieron las mismas experiencias generan narrativas diferentes de los mismos acontecimientos. Todo pasa por una criba de nuestro marco personal y referencial, la realidad cambia según la interpretación que le da cada uno, de acuerdo con los ojos de quien lo mira. Y en este acto de discernimiento, las palabras juegan un rol fundamental.
Te contaré una historia verdadera de nuestro tiempo:
En un entorno empresarial incierto y en rápida evolución, el cambio fue ineludible en el lugar de trabajo. Tanto el liderazgo como la gestión fueron determinantes. Así, desde el inicio de la pandemia de COVID-19, los líderes empresariales tuvieron que transmitir actualizaciones de trabajo, medidas de seguridad y brindar comodidad, apoyo y motivación a sus empleados.
Con ello lograron generar valiosos cambios y crear organizaciones resilientes. En otras palabras: fomentaron la autoestima, autoexpresión, autoconsistencia y autoeficacia de sus colaboradores.
¡Las palabras transforman! Así, la retórica carismática utiliza diferentes elementos en la comunicación, como las referencias a la historia colectiva y la conexión entre pasado, presente y futuro. Esto genera una fuerte interconexión y compromiso con la empresa y dota a cada colaborador del sentido de pertenencia.
Al mismo tiempo, resultan claves elementos como reforzar la autoestima de los trabajadores y fortalecer la eficacia colectiva, establecer similitudes entre los líderes con sus equipos de trabajo, enfocarse en los valores y las justificaciones morales en lugar de privilegiar los resultados tangibles y el pragmatismo.
Además, los líderes exitosos comunican referencias a los objetivos distales y al futuro. Esto palia la tendencia a concentrarnos en la incertidumbre actual y trabajar por el futuro imaginado. Se trata de romper barreras y convertir a cada miembro del equipo de trabajo en cocreador.
Pero lograr grandes cambios en la organización también implica multiplicar las referencias a la esperanza y la fe.
En resumen: construimos nuestra realidad con palabras. Así, es momento de analizar cuál es la narrativa que generamos para nosotros y para los demás. Es momento de adoptar la amabilidad como una manera de ser y expresar. La retórica carismática, en mi pueblo, se llama lenguaje amoroso. Transmitirlo implica en analizar cómo nos hablamos a nosotros, a través de los soliloquios, y como lo hacemos con los demás.
Si bien es cierto que esto resulta intuitivo en gran medida, también implica analizar qué es lo que la empresa desea comunicar y “empatarlo” con lo que indagamos que el personal desea saber. El puente entre ambos es lo que genera comunicaciones impactantes y el lenguaje amoroso surge.