La afirmación identitaria del pueblo kurdo se ha convertido en una cuestión vital, al ser un grupo étnico que ha visto negados o limitados sus derechos sociales, políticos y de libre explotación de sus recursos, por lo que en esta búsqueda el cine ha hecho una importante contribución, sostuvo la maestra Violeta Rodríguez García, doctorante del posgrado en Historiografía de la Unidad Azcapotzalco, al participar en el Coloquio Expresiones de la cultura política. ¿Ruptura o transición de paradigmas?
En particular el cine de directores como el del kurdo iraní Bahman Ghobadi contribuye a revalidar la identidad kurda exhibiendo a través de sus obras ciertas marcas culturales que permiten a los miembros de esta etnia definirse y de este modo “fijar sus límites frente a sociedades nacionales y de otros grupos con los que interactúan y se enfrentan”.
Al dictar la conferencia Del despojo invisible a la imagen accesible: el cine arma certera de los kurdos, la alumna de la UAM expuso que desde 1923 Kurdistán quedó dividida por las fronteras de los estados de Turquía, Irak, Irán y Siria. Antes de dicha división en el tratado de Versalles se consideró la posibilidad de otorgar autonomía y posteriormente independencia a la etnia kurda y constituir un estado nacional, pero esto nunca se llevó a cabo.
Por el contrario, hubo una animadversión hacia ese pueblo por esta aspiración, lo que los convirtió en una etnia marginada a la que se consideró una amenaza para los proyectos nacionales de cada uno de los estados vecinos, que iniciaron políticas de borradura física y simbólica que incluyeron campañas de genocidio y la proscripción constitucional en el caso de Turquía del uso de la lengua kurda y la limitación de la misma en Irán, Irak y Siria e incluso la prohibición de hacer alarde explícito de sus rasgos culturales.
Además los kurdos no tuvieron presencia en las representaciones del discurso historiográfico ni en la prensa, la televisión y el cine, y cuando la tuvieron ésta fue sesgada y fueron simbolizados como personas violentas, ignorantes, incivilizadas, lo que lleva a pensar en una identidad colectiva que les ha sido negada, señaló la investigadora.
La característica cultural se representa en rasgos como la organización de vivienda, el lenguaje y la religión, entre otros atributos que se distinguen de otros grupos; en cambio la identidad étnica cristaliza cuando se observa una dimensión político territorial, es decir, cuando hay una aspiración para constituirse como un estado nacional y buscan autonomía e independencia, como es el caso de los kurdos.
En un escenario marcado por la marginación y la inaccesibilidad representacional el desarrollo de los medios de comunicación tiene un papel muy importante, pero la radio y la televisión están controlados por los poderes estatales; sin embargo desde Gran Bretaña empezaron a operarse medios de comunicación kurdos que se veían tanto dentro como fuera de Kurdistán y además se instauraron algunos festivales de cine a partir de la proyección del primer largometraje de Ghobadi, “Un tiempo para los caballos borrachos”.
En condiciones más favorables, con medios de comunicación más desarrollados, una libertad creativa mayor y algunos apoyos financieros surgió un cine kurdo cuya característica principal es la visibilidad que se da a los miembros de esta población.
El cine, a diferencia de otros medios, encuentra facilidades para su desarrollo, pues puede producir películas por fuera de las grandes industrias cinematográficas y de las instituciones estatales y, por tanto, librar la censura. Posee además una dimensión independiente, pues no necesita una infraestructura tan grande como la televisión y la prensa para operar.
Otra característica es que la elaboración de filmes de largo y corto metraje no exige una técnica profesional especializada, lo que permitió que casi cualquiera pudiera hacer una película, algo con lo que los kurdos puedan eludir el control y la censura estatal.
Ejemplo de lo anterior es el caso del director Ghobadi, quien desde el año 2000 se ha destacado como una de las principales figuras de la cinematografía kurda con otras películas como “Canciones de la tierra de mi madre”, “Las tortugas pueden volar” y “Media luna”.
Rodríguez García concluyó que por la accesibilidad técnica además de su capacidad para penetrar los sentidos y las emociones de los espectadores, el cine se posiciona como el medio idóneo para crear representaciones propias a grupos y sujetos marginados como el pueblo kurdo.
Además el séptimo arte coadyuva a su visualización y al afianzamiento de su identidad étnica, lo que favorece su entrada a la contienda por el aprovechamiento de los recursos del territorio que reclama como suyo y dota de legitimidad a su demanda de autonomía; no obstante, se debe tener presente que este mayor espacio que ofrecen plataformas con menor control estatal como los medios de comunicación de masas no necesariamente conduce a un mundo mediático liberado, sino a la multiplicación de campos de batalla ideológicos y en constante cambio.