EL MANEJO DEL AGUA EN LA CIUDAD DE MÉXICO ES CAÓTICO: ACADÉMICO DE LA UAM

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El costo para abastecer de agua a la Ciudad de México asciende a alrededor de ocho mil millones de pesos al año debido al “manejo caótico” que se hace del recurso en la metrópoli, sostuvo el doctor Óscar Monroy Hermosillo, investigador del Departamento de Biotecnología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante el Seminario Perspectivas universitarias: agua, ciencia y tecnología – organizado por la Dirección de Apoyo a la Investigación, la Red de Investigación en Agua de la UAM y la División de Ingenierías de la Universidad de Guanajuato– el académico de la Unidad Iztapalapa dijo que actividades como el bombeo para traerla del Río Cutzamala, extraerla de pozos y desalojarla después de su uso “nos cuesta de cinco a seis mil millones de pesos al año”.

Si se dedican los esfuerzos necesarios a los procesos para tratar el bien, “podríamos considerar almacenarla en los embalses que tenemos alrededor de esta urbe e inyectarla al acuífero”. De esta manera “estaríamos pensando en una fuerte recirculación, reducir el aporte del Cutzamala en 75 por ciento, disminuir la extracción de los pozos y mantener el mismo nivel”.

El costo de llevar a cabo estas acciones disminuiría de manera notable, porque “ya no estaríamos empleando los recursos en bombeos, sino en tratamientos” en los que se utilizan tecnologías ligadas a la naturaleza, entre ellas la digestión anaerobia, los filtros perforadores, lo que también implica una aireación pasiva, humedales y procedimientos avanzados”.

El Profesor Distinguido de la UAM advirtió que “estamos en un momento en que ya no es posible dar un uso primario al recurso y, por tanto, debe tratarse. “Ni siquiera trayéndola de los témpanos que se están rompiendo en los polos podríamos ya tener la seguridad de contar con líquido de primer uso, es decir, completamente ambiental”.

El agua residual es un importante insumo, por lo que debe caracterizarse bien para saber cómo aprovechar sus componentes y cuál será su uso, si para riego, industrial o para obtenerla potable.

Alrededor de 76 por ciento del recurso disponible en México se destina a la agricultura; 14 por ciento es para uso público urbano, sobre todo, y cerca de nueve por ciento se va al sector industrial, por lo que es imperioso pensar en estrategias para que en cada uno de estos rubros exista la posibilidad de utilizar tecnologías que permitan recuperar el agua que utilizan.

También es importante buscar garantizar la equidad en el acceso al bien porque de los tres mil metros cúbicos por segundo de líquido concesionado, 70 por ciento está destinado a dos por ciento de los titulares de dichas concesiones, lo que evidencia una gran desigualdad, dado que 40 millones de habitantes tienen “muy malas condiciones” para obtener agua potable.

En el caso del Valle de México esta falta de equidad es notable, pues de los 14 acuíferos que hay en la región hídrico-administrativa número 13 correspondiente a esta región, casi la mitad de sus municipios cuentan con 50 por ciento de viviendas sin servicio de agua todos los días y en 14 de ellos, 90 por ciento de las casas no tienen cobertura diaria. “Estamos cerca de tener dos millones de personas sin acceso diario del producto potable, indicó.

“No podemos seguir dependiendo de que las presas se llenen” porque los requerimientos del recurso son diarios, además sólo 57 por ciento de las aguas residuales recibe tratamiento, pero éste es deficiente y tal vez la cifra sea más baja, porque muchas de las plantas que reportan estar trabajando, “cuando uno las visita no están en operación”.

Otro problema es que ese líquido se utiliza muy poco y actividades como la agricultura vuelve al temporal o cuando es de riego sigue usando agua de primera mano.

Es “nuestra responsabilidad como científicos, tecnólogos y funcionarios públicos buscar cómo reciclar y aprovechar de mejor manera el recurso, porque no podemos seguirlo extrayendo al ritmo actual, pues además 16 por ciento de los 653 acuíferos municipales de los que se abastecen los estados están sobrexplotados; otros tantos están contaminados, y la mayor parte de las presas están a menos de 48 por ciento de su capacidad.

Las plantas de tratamiento que se han utilizado mediante “tecnologías que a veces no podemos manejar por su costo, por su demanda de energía y otras razones”, tendrían que ser sustituidas por métodos integrados o apegados a la naturaleza y acordes con ésta, con base en los principios de sustentabilidad y economía circular.

Debe haber además un proceso de descentralización, porque la economía de escala para el tratamiento de aguas no funciona; es decir, la idea de tener plantas gigantescas lejos de la metrópoli y lejos de donde puede utilizarse el recurso es contraproducente; por el contrario, “deben ser pequeñas y solucionar los problemas hídricos de las poblaciones”.

En la Ciudad de México, por ejemplo, “debemos tener nuestros servicios de tratamiento y reutilización del agua en la misma urbe”.

Además es ineludible un método de “segregación” para separar los efluentes de diferentes composiciones y poder tener plantas que funcionen permanentemente y no estén sujetas a la variabilidad de los efluentes; en ese sentido, es importante no mezclar aguas industriales con las domésticas, porque entran sustancias que frenan los procesos.

El doctor Monroy Hermosillo enfatizó que ya no es posible una economía basada en la extracción y en el agotamiento de los recursos de la tierra, por lo que es preciso pensar en cómo, con la ayuda de la ingeniería y la tecnología, poder reutilizar los bienes y minimizar el impacto ambiental, como parte de la llamada economía circular.

El Seminario fue inaugurado por los doctores Sergio Revah, director de Apoyo a la Investigación, y Teresita de Jesús Rendón Huerta Barrera, rectora Universidad de Guanajuato, campus Guanajuato.