Constelación Andrómeda
La salud mental de los individuos es pieza fundamental de una sociedad sana, por lo cual desde hace tres décadas la Organización Mundial de la Salud (OMS) designó el 10 de octubre como Día Mundial de la Salud Mental y este año se enfocó hacia la búsqueda de establecerla como una prioridad global; por ello, en su más reciente informe de políticas (junio 2022) alertó sobre los fatales efectos del cambio climático en la salud mental.
A partir de 2017 comenzó a relacionarse el cambio climático con la salud física y mental de las personas, cuando la Asociación Americana de Psicología y la Organización No Gubernamental ecoAmérica (que apoya soluciones climáticas en Estados Unidos) publicaron un informe titulado “Salud mental y nuestro clima cambiante: impactos, implicaciones y orientación”, el cual señalaba que el clima extremo inducido por el cambio climático y sus consecuentes desastres naturales, tenían efectos inmediatos sobre ese aspecto de la población mundial, pero sólo se citaba su manifestación en forma de trauma y conmoción por lesiones o por pérdida de bienes o seres queridos.
Investigaciones recientes han demostrado que el calor afecta el funcionamiento del cerebro humano, en especial a las áreas responsables de enmarcar y resolver tareas cognitivas complejas, además de que puede afectar la capacidad de pensar y razonar, pero también exacerba los problemas mentales existentes.
Un trabajo realizado con estudiantes de Boston, Massachusetts, descubrió que durante una ola de calor los ocupantes de habitaciones sin aire acondicionado se desempeñaron un 13 por ciento peor que sus compañeros que sí disponían de este aditamento, en las pruebas cognitivas aplicadas y tuvieron un tiempo de reacción también un 13 por ciento más lento. (Publicado en The Conversation, editor líder mundial de noticias y análisis basados en la investigación de científicos y académicos, julio 2022).
El estudio mostró que las áreas del cerebro responsables de enmarcar y resolver tareas cognitivas complejas se ven afectadas por el estrés provocado por calor; el hipotálamo es la región del cerebro que regula la temperatura y permite mantenerla constante en unos 37 grados centígrados, independientemente del clima ambiental, pero cuando el cuerpo supera los 40 grados, el hipotálamo deja de funcionar correctamente y de controlar el sistema natural de enfriamiento: la transpiración.
Así lo explicaron los especialistas que llevaron a cabo este análisis, el doctor en Administración de Empresas por la Universidad de Gotemburgo, Suecia, Laurence Wainwright, y la médica con formación en neurociencia clínica en la Universidad de Cambridge y psicología cognitiva en la Jacobs University de Bremen, Alemania, Eileen Neumann, quienes indicaron que cuando el hipotálamo tiene que trabajar en exceso para mantener la temperatura corporal adecuada, deja en segundo plano otras funciones vitales como la atención, que se ve ralentizada; ello sucede con el calentamiento global ocasionado por el cambio climático.
También el sistema de comunicación cerebral se ve perjudicado por el incremento de temperatura, ya que los impulsos nerviosos tardan más en propagarse y entonces la capacidad de respuesta del individuo es mucho más lenta y se siente más cansado y apático, es decir, que el estado de ánimo está alterado y es propenso a la irritabilidad y confusión, además de que el calor excesivo provoca que las proteínas se desnaturalicen -pierden su estructura- lo cual deteriora mucho a las neuronas.
Olas de calor influyen
en aumento de agresividad y depresión
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) pronostica que la temperatura global aumentará entre tres y cinco grados durante el siglo XXI, lo cual presupone que el cambio climático tendrá graves consecuencias en la salud mental de millones de personas, pues está comprobado que existe un vinculo entre la temperatura alta diaria y el suicidio o los intentos de quitarse la vida; en términos generales, por cada incremento de un grado centígrado en la temperatura promedio mensual, las muertes relacionadas con la salud mental repuntan en un 2.2 por ciento.
Y es que cuando las personas no piensan con claridad debido al calor, es más probable que se frustren, lo que a su vez puede conducir a la agresión; se ha detectado que los episodios de temperaturas extremas se asocian a “alteraciones afectivas y al aumento de ingresos hospitalarios relacionados con la salud mental e, incluso, los suicidios”.
Estos datos y otros más están contenidos en el informe 2021 de The Lancet Countdown (sistema internacional de vigilancia independiente y global dedicado a seguir las alteraciones en la salud relacionadas al cambio climático), elaborado con la participación de 43 universidades y agencias nacionales que revisaron seis mil millones de tuits geolocalizados en 40 mil localidades y un millón de individuos diarios, y constataron que durante las jornadas más calurosas las expresiones negativas se acrecentaron.
La autora principal del documento, la doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, Marina Romanello, asegura que sí existe un impacto del cambio climático en la salud mental de los individuos, pero es difícil medirlo porque hace falta más investigación en esta área. Los sondeos han revelado la relación entre el calor extremo y la elevación de los delitos violentos, ya que las agresiones crecen entre tres y cinco por ciento con uno o dos grados más en el termómetro.
Ante esta situación, los especialistas prevén que para el año 2090 el cambio climático podría ser responsable de un crecimiento de hasta cinco por ciento en todas las categorías de delitos a nivel mundial, cuyas razones implican una compleja interacción de factores psicológicos, sociales y biológicos, entre ellos que una sustancia química del cerebro llamada serotonina (una de sus funciones es mantener bajo control los niveles de agresión) se ve menoscabada por las temperaturas elevadas.
Escalada de termómetros
repercute en tasas de suicidios
Otro análisis, de 2018, se enfocó a indagar la manera en que la elevación de la temperatura ambiente influye en la salud mental de los individuos y se centró en Estados Unidos y México, con resultados similares en ambos países.
El estudio “Las temperaturas más altas aumentan las tasas de suicidio en los Estados Unidos y México”, liderado por el doctor en Economía Agrícola y de Recursos por la Universidad de California, Berkeley, Marshall Burke, incluyó datos sobre las tasas de suicidio del Sistema Nacional de Estadísticas Vitales de EU entre 1968 y 2004, así como las tasas de suicidio mensuales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México entre 1990 y 2010.
Los investigadores analizaron la relación entre la temperatura y el suicidio utilizando esos datos mensuales, los cuales abarcaron miles de condados estadounidenses y ciudades mexicanas durante varias décadas, y hallaron que el incremento de un grado Celsius en la temperatura promedio mensual se correlacionaba con un alza en el índice de suicidio mensual de 0.68 por ciento en Estados Unidos y de 2.1 por ciento en México, en los periodos mencionados.
El trabajo, publicado en la revista Nature Climate Change, permitió a sus participantes vaticinar que para el año 2050 el cambio climático podría estar vinculado con un total de 14 mil 20 suicidios en Estados Unidos y siete mil 400 en México.
El doctor en Economía por la Universidad de California, Berkeley, y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Felipe González, integrante del equipo, apuntó que un incremento de las temperaturas altera los patrones del sueño y empeora el estado de ánimo, y aunque se desconocen aún las causas exactas de cómo inciden las variaciones del termómetro en la salud humana, está comprobado que durante un mes muy caluroso hay más suicidios y las personas tuitean sentimientos más depresivos.
Dijo que hay argumentos para pensar en una explicación fisiológica: la forma en que trabajan los neurotransmisores como la serotonina, de manera que algunos componentes de la química cerebral son importantes tanto en la salud mental como en la forma en que el cuerpo regula su temperatura interna, lo que sugiere la existencia de un vínculo biológico plausible entre la temperatura, la regulación térmica y cómo el cerebro sincroniza su propia emoción.
“Nuestros procesos fisiológicos están sistematizados por la naturaleza, y el cambio climático genera perturbaciones, rompe el equilibrio con el entorno y se convierte en una importante fuente de estrés”, precisó el especialista e indicó que no es casualidad que la ONU haya incluido ya la salud mental entre sus indicadores para analizar el impacto del cambio climático.