Hace 500 años comenzó la conquista espiritual de los pueblos nativos

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La caída de México-Tenochtitlan en 1521 no culminó, sino que inició la conquista del territorio de lo que hoy es México, sostuvo en una charla el historiador e investigador Rodrigo Martínez Baracs, e indicó que en este proceso el año de 1523, hace justo cinco siglos, jugó un papel muy importante porque significó la expansión territorial del dominio español, así como el inicio y definición de este complemento y sentido más amplio del sometimiento que fue la conquista espiritual, es decir, la extirpación de las religiones antiguas y la imposición del cristianismo, algo que fue de una enorme trascendencia.

Al participar en el ciclo de conferencias que con motivo del quinto centenario de la llegada de los tres primeros franciscanos a Nueva España organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), de la Fundación Carso, el doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia del INAH consideró necesaria la conmemoración de la llegada de los franciscanos flamencos fray Pedro de Gante, fray Juan de Tecto y fray Juan de Aora o Ayora, porque hace posible una amplia e informada reflexión colectiva sobre acontecimientos fundamentales de la historia del continente americano y de México.

En 1523, este proceso de expansión y de dura imposición del dominio español estaba en pleno en el territorio recién bautizado, en 1522, como Nueva España, a iniciativa de Hernán Cortés desde su carta de relación de 1520, pues la toma de Tenochtitlan en 1521 fue una fase fundamental de la conquista porque cayó la capital del gran imperio de la Triple Alianza, que abarcaba buena parte de Mesoamérica.

En este contexto, el pago del tributo de los pueblos a sus encomenderos implicaba a cambio su protección y cristianización, por ello no es casual que en ese momento llegasen a la Nueva España los primeros tres frailes franciscanos que iniciarían y definirían la conquista espiritual.

La expresión “conquista espiritual” se ha atribuido al historiador francés Robert Ricard debido a su libro La conquista espiritual de México, publicado en 1933, término que sin embargo Ricard pone entre comillas porque aparece en una carta de 1532 de los franciscanos a su majestad, en la que se define al obispo de México fray Juan de Zumárraga como capitán de esa misión, explicó Martínez Baracs.

Agregó que la cristianización de Nueva España no inició propiamente en 1523, pues sus antecedentes se remontan a 1511 cuando el náufrago Jerónimo de Aguilar comenzó a difundir el cristianismo entre los mayas de la isla de Cozumel y de la tierra firme de Yucatán, con un libro de Horas de Santa María que traía siempre consigo y que dio a conocer a los indios.

Refirió el ponente que desde un principio Cortés le dio una importancia central a la cristianización de los indios; a su llegada en 1519 a la isla de Cozumel, descubierta el año anterior por Juan de Grijalva, les explicó a las autoridades los principios esenciales del reino de Carlos V y de la religión católica, primero a través de Juliancillo y Melchorejo -dos mayas llevados a Cuba por Francisco Hernández de Córdoba-, y después por medio de Jerónimo de Aguilar, que hablaba maya yucateco y español.

Tras los diálogos políticos y religiosos con las autoridades y la gente de Cozumel, Cortés y los suyos les dieron una cruz, así como una imagen de la Virgen María; de manera semejante procedería en los siguientes momentos en su camino costero hacia San Juan de Ulloacan.

Por este afán de Cortés de llevar la religión a los naturales de las nuevas tierras, se hizo acompañar en su expedición por dos sacerdotes y otros clérigos con ordenes menores. Uno de ellos era el sevillano Juan Díaz, quien había sido capellán en la armada de Juan de Grijalva y autor del Diario de su itinerario publicado por el historiador Joaquín García Icazbalceta; su función fue básicamente el ejercicio sacerdotal para la hueste de Cortés con cerca de 500 hombres, decía misa, confesaba, daba la comunión y la extremaunción, pero además bautizó a varias indias nobles que fueron entregadas como concubinas a los españoles. Con ellas se inició el mestizaje y formaron parte de este proceso comunicativo que implicó la conquista de México Tenochtitlan, como lo vio en su libro La Conquista de América el filósofo y filólogo francés-búlgaro Tzvetan Todorov.

El otro sacerdote que acompañó a Cortés era Bartolomé de Olmedo, fraile de la orden de Nuestra Señora de la Merced, quien tuvo mayor interés que el padre Juan Díaz por la cristianización de los indios, al grado que fue llamado el primer apóstol de la Nueva España. Olmedo trataba de calmar a Cortés en la ciudad de México cuando enloquecía trepado en los grandes teocallis -llamados cues por los españoles, en maya-, brincando y destruyendo ídolos con su espada, y siempre le aconsejó una evangelización más persuasiva.

Fray Bartolomé de Olmedo fue la más importante autoridad religiosa durante la conquista, y fue quien puso en la Iglesia mayor una imagen de la Virgen que le había entregado en 1523 Francisco de Garay, gobernador de la isla de Jamaica enviado a Nueva España, lo cual contribuyó a la cristianización mariana de los mexicas en estos primeros tiempos.

Como vemos, señaló el doctor Martínez Baracs, los primeros tres franciscanos flamencos llegados en 1523 y los 12 extremeños que lo hicieron en 1524 no fueron los primeros frailes como tal que iniciaron la evangelización en la Nueva España. Fray Bartolomé de Olmedo falleció a fines de 1524, después de la salida de Cortés a la Hibueras, pero la naciente Iglesia novohispana no quedo acéfala pues para entonces ya estaban en estas tierras los franciscanos que se encargarían de la conquista espiritual de los naturales.

(Concluirá)