¿Qué le pasa a la clase política nacional? a toda. A dos años del relevo presidencial ya está jugando a la sucesión, mientras el país se despedaza en inseguridad, corrupción, impunidad, desatención social, en vergüenza internacional, en inestabilidad microeconómica (familiar, desempleo, carestía de la viuda, etc.), en tanto el Sistema se ocupa más en su política macroeconómica, que en resolver la vergonzante situación de más de 52 millones de personas en pobreza y pobreza extrema. ¡Vaya! que lamentable políticos tenemos, ocupados en su futuro, despreciando y hundiendo a quienes dicen representar y gobernar.
Los actos populistas de quienes “suponen” son las cartas fuertes para el 18 de cada partido dan pena ajena: ahí tienen al “sin partido”, Miguel Ángel Mancera Espinosa, que des gobierna un Ciudad sumida en la mentira, el caos vial, la inseguridad, asegurando que en la CDMX no hay delincuencia organizada, “sólo lavado de dinero y trata de personas, no la presencia de cárteles de drogas” (leyó bien, como si estas ilícitas actividades no las opera y diseñan mafias organizadas), pero para él es pecata minuta. Intoxicación por ozono, aplicando medidas nacisistas, como su Reglamento de Tránsito, sus fotomultas, su privatización de la vía pública (parquímetros, arañas, ciclovías, etc.), oficializando que “estaremos en el 18”, aunque no sabe gobernar a más de 14 millones de capitalinos.
Qué sucede con el priista Miguel Ángel Osorio Chong, que en cuestión de seguridad nacional nomás no da una. Los casos de delincuencia organizada en Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Jalisco, CDMX, están incontrolables, un día sí y otro también, se matan decenas de sicarios provocando pánico entre la ciudadanía, y como única respuesta populista, se placea por el país discursando ofertas y promesas fáciles. Pero las masacres siguen.
El caso más increíble se dio la semana pasada, en la capital de Durango, en donde el inquilino de Bucareli, se dio un “baño de pueblo”, de la mano y por la calle, con la priista, con sangre perredista, Rosario Robles Berlanga, que cobra en la SEDATU, para según él “recuperar el tejido social” y decir a la delincuencia organizada que se calmen, que su placeo es una advertencia para que dejen de delinquir, ¡ajá!, ¡qué miedo!
Y qué nos dice del tema de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Prefirió pelearse con y denostar a los investigadores del GIEI, quienes ridiculizaron la “verdad histórica” del Sistema, que aceptar su incapacidad y descrédito interno e internacional, por este estigma de gobierno y partido perdidos.
Mientras todo esto…y más… sucede, Miguel Barbosa, Coordinador del Grupo Parlamentario del PRD, en el Senado de la República, más interesado en asuntos y su futuro políticos, que trabajar en beneficios de los mexicanos, “destapó” al inquilino del Antiguo Edificio del Ayuntamiento, que no es perredista, como el candidato del Sol Azteca a la presidencia de la república. El desorientado y oportunista Barbosa, jaló agua para su molino, desatendiendo y descumpliendo con su deber, como fue la posposición de siete leyes secundarias, entre ellas la Anticorrupción que los mexicanos exigen.
El Congreso de la Unión bajó la cortina de sus actividades legislativas e incumplió este mandato constitucional, de aprobar el precepto complementario de la Ley Anticorrupción, en su periodo ordinario y prefirieron “pelearse” entre sí PAN, PRD, PRI, que aplicarse en sus funciones.
Lamentablemente, incumplir este mandato constitucional, en México, por los legisladores federales, no tiene ninguna sanción legal, sólo queda en llamada de atención de la ciudadanía, que nada les importa.
Tal es el caso de Barbosa, que anda más en menesteres partidistas, que en asumir su responsabilidad por la que cobra… y bastante bien.
La clase política mexicana sólo tiene en la mira 2018 y sus posibilidades de seguir mamando de la ubre presupuestal. Lo mismo miembros del gabinete, gobernadores, legisladores, jefes delegacionales, asambleistas del DF (ALDF), dirigentes partidistas. Lo que le suceda al país, a los estados y a la CDMX en los próximos dos años no importa, el momento es hoy y lastimosamente quienes tienen la obligación de poner orden y dar un golpe de autoridad, son cómplices, omisos e incapaces, como la Secretaría de la Función Pública, el INE, (auténticos elefantes blancos), Gobernación. Todos están en el juego perverso del poder, valiéndoles madre, los 119 millones y medio de mexicanos despreciados e ignorados.
Pero eso, sí, con los impuestos que la mayoría de los atribulados connacionales pagamos, estos insensatos políticos malgastan en campañas y raterías sus actos promocionales, ¡pero desde 2016, cuando faltan dos años para la madre de todas las elecciones!
Otros, como Eruviel Ávila Villegas, el desgobernador del Estado de México, que va haciendo su marranito para su sueño imposible de llegar a la nominación priista a “la grande”. Ahora se aventó la “puntada” –no puede llamársele de otra forma, yo diría torpeza- de enviar al Congreso Local, una Iniciativa de Reforma a los Códigos Administrativo y de Biodiversidad del Estado, para que en los 125 municipios, no sólo en los 19 del AMVM, se aplique la verificación vehicular, pero desconoce el incapaz mandatario que no todas las regiones son urbanas, que en la mayoría no hay industrias (que contaminan), la entidad no tiene refinerías, ni tantos millones de automóviles como la Ciudad de México. La vocación en más del 70% de las regiones es agrícola, turística, ganadera, artesanal, etc.
Eruviel y sus tonterías. El objetivo de esta propuesta, insisto, es recaudatorio, juntar dinero para su campaña política o como diezmo para el PRI, en caso de no ser el elegido. Y mire, esta aberración de la propuesta que confirma su afán de recabar dinero a cómo dé lugar: dice el documento remitido a la Cámara de Diputados mexiquense, “quien no verifique su auto será sujeto a una multa, equivalente a 20 días de salario mínimo ($1460.00) y el vehículo enviado al corralón”, o sea, sangrar con más dinero al “infractor” por el arrastre, derecho de piso y recargos por cada día que permanezca el coche en depósito.
Así se las gastan estos ínclitos políticos aztecas, como ha sido siempre desde que la “dictadura perfecta” reinó por 70 años en México, con un deficiente lapso de 12 años en que el PAN (Fox y Calderón) liquidaron las esperanzas de los mexicanos de elevar su calidad de vida. Revive el dinosaurio en 2012 y la cosa se puso no peor, sino lo que le sigue. Más pobreza, más desempleo, más informalidad, inseguridad galopante, y corrupción, más corrupción e impunidad.
¿Esta es la clase política que merecemos? Desde luego que no. Pero aunque en las urnas los votantes decentes y civilizados, buscamos lo mejor, las instituciones coludidas con el Sistema, determinaron lo contrario y hoy lo padecemos, a nivel federal, local y sobre todo en la CDMX, con gobiernos ocurrentes, distanciados de la población, inmersos en sus intereses políticos, partidistas, económicos y de poder.
Con este Sistema gobernante y partidista de las tres “C” cotos, cuates y cuotas, los mexicanos seguiremos padeciendo dictaduras, imposiciones (verificación vehicular, reglamento de transito, etc.) y mentiras, mientras e nivel mundial México dejo de ser un país ejemplar, sólo en lo individual (deportes, cultura, música, letras, canto, etc.) triunfa.
Brasil acaba de dar un ejemplo de dignidad, democracia y poder legislativo, al destituir, por seis meses, mientras enfrenta juicio por CORRUPCIÓN, a sus ex presidenta Dilma Ruosseff, en Venezuela, el dictadorzuelo Nicolás Maduro Moros, pone sus barbas a remojar y en México sólo se mira desde la barrera esos episodios populares, que tarde que temprano podrían revotar hasta acá.
Urge que en 2018 los mexicanos, ahora sí, nos fajemos el pantalón, el vestido y elijamos a alguien digno, no partidista, no de cuota o de coto, tal vez, ¿por qué no? un independiente que nada tenga que ver con colores, alas o dedazos. Ya fueron suficientes 85 años de gobiernos corruptos e impunes, encabezados por políticos.
Es tiempo de la ciudadanía. Cobremos facturas, sigamos en la misma línea de Brasil, Bolivia, Argentina, pronto Venezuela, porque somos más los decentes, que la clase indecente política.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)