Reducir el uso de antibióticos es la única acción central: UNAM

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“Hay una sola acción central para evitar que la resistencia microbiana siga creciendo: reducir el uso, consumo y utilización de antibióticos”, advirtió Samuel Ponce de León Rosales, coordinador del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes de la UNAM, durante una conferencia en la Cátedra Extraordinaria de Bioética.
El especialista alertó que, de no actuar, a partir de 2050 podrían morir 10 millones de personas cada año por infecciones resistentes a los antibióticos. “Es un riesgo constante para la salud pública, un problema para la práctica médica y un desastre económico”, señaló.
Un recurso no renovable en riesgo
Desde que Alexander Fleming descubrió la penicilina en 1928 y se aplicó por primera vez en 1941, el consumo de antibióticos ha crecido en todo el mundo, pero muchas veces de manera inadecuada. Este abuso, explicó Ponce de León, ha generado un aumento en la resistencia antimicrobiana, lo que limita cada vez más la eficacia de los tratamientos.
El epidemiólogo recordó que los antibióticos son un recurso no renovable. Cuando dejen de ser útiles, las consecuencias serán graves:
• Cirugías más riesgosas.
• Limitación en trasplantes.
• Heridas simples con alto riesgo de muerte.
• Mayor mortalidad en enfermedades comunes como diabetes o infecciones dentales.
Cómo ocurre la resistencia
Las bacterias pueden volverse resistentes a través de distintos mecanismos:
• Producción de enzimas que destruyen antibióticos.
• Mutaciones que bloquean su acción.
• Expulsión activa del fármaco mediante sistemas de bombeo.
• Alteraciones que reducen la permeabilidad celular.
“Antes de los antibióticos, la mortalidad por neumonía era del 35 por ciento; hoy es menor al 10 por ciento. En infecciones cardiacas, pasamos de 100 por ciento a menos del 25 por ciento. Si los perdemos, regresaremos a esas cifras”, advirtió.
Estrategia global contra la resistencia
Ponce de León Rosales sostuvo que el combate a la resistencia microbiana requiere la acción conjunta de industria, academia, autoridades regulatorias, sector público, gobierno y sociedad. Solo así se podrá disminuir su uso excesivo y garantizar que sigan siendo eficaces.
“Considerando que los antibióticos son un bien público y un recurso no renovable, su uso debería restringirse y ser muy bien reflexionado por quienes los están prescribiendo”, puntualizó.