La tarde de este martes, el Be Bops Diner Roma se volvió una antesala de octubre, con un rumor entusiasta de cronistas, promotores, periodistas y hasta cocineras que llegaron a escuchar la noticia que cada año perfuma la ciudad. Ahí, en un espacio de estética retro que coquetea con la memoria colectiva, se presentó a medios la 48ª Feria Nacional del Mole de Milpa Alta, esa celebración que convierte a San Pedro Atocpan en un territorio ceremonial donde el sabor es patrimonio, la música es abrazo comunitario y la tradición se vuelve presente. Del viernes 3 al domingo 26 de octubre de 2025, el kilómetro 17.5 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec será, otra vez, el punto cardinal de una fiesta que honra uno de los platillos más entrañables de México.
El alcalde de Milpa Alta, Octavio Rivero Villaseñor, destacó la relevancia de este encuentro al señalar que “la feria no solo representa un escaparate para mostrar la grandeza culinaria de Milpa Alta, también es un motor económico que beneficia directamente a las familias productoras y comerciantes de la región”. Añadió que el compromiso de la alcaldía es garantizar un evento seguro, ordenado y con una programación cultural que rinda homenaje a las tradiciones locales.
En este sentido, Isaías Meza, encargado de la estrategia de difusión y publicidad de la feria, subrayó que “este año la comunicación se ha diseñado para llegar a un público mucho más amplio, con campañas que combinan medios digitales, prensa y radio, buscando que la gente se entere de que la Feria Nacional del Mole no solo es comida, también es música, diversión y convivencia familiar”.
El alcalde Rivero Villaseñor reiteró que la feria es motivo de orgullo para Milpa Alta, pues permite proyectar al mundo la riqueza cultural de la alcaldía. “El mole de San Pedro Atocpan es parte de la identidad nacional y, con esta feria, reafirmamos el papel de Milpa Alta como guardiana de nuestras raíces gastronómicas”, expresó.
La Presidenta de la Feria, Miriam Alvarado Álvarez, marcó el pulso del anuncio con una frase que abrió la puerta de la memoria: “La Feria del Mole no es un evento: es un acto de reconocimiento a quienes nos enseñaron a guisar el país en una cazuela. Venir a Milpa Alta es escuchar la voz de nuestras abuelas y mirar el futuro con los ojos del maíz”. Bajo ese espíritu, la funcionaria subrayó el alcance nacional de una cita que renueva su vigencia año con año: “Hablamos de patrimonio gastronómico, pero también de turismo, de cultura viva, de identidad artística. Esta feria es México contándose a sí mismo, cucharada a cucharada”.
En el anuncio se recordó que el recinto ferial, con más de 70 mil metros cuadrados, se levanta como un paisaje de aromas y texturas donde el mole se pasea por todas sus geografías: negro, rojo, verde, almendrado, pipián, adobo y esas versiones que se atreven al matiz frutal con arándano o manzana. Productores y cocineros —guardianes de un legado que ha hecho de San Pedro Atocpan la cuna del mole— ofrecerán degustaciones gratuitas para que cada paladar elija su ruta, ya sea para disfrutarlo ahí mismo con guajolote, pollo, conejo o cerdo, o para llevarlo a casa en pasta o en polvo y prolongar el rito del sabor. Los restaurantes tradicionales abrirán sus fogones para servir enchiladas bañadas en mole, tortillas hechas a mano, arroz fragante y guisos que evocan la cocina hogareña de los pueblos originarios, mientras artesanos y familias productoras exhiben el trabajo que sostiene a la comunidad.
El Secretario Mauricio Gutiérrez Cabello acentuó la dimensión económica y turística del encuentro con un trazo nítido: “La Feria es un motor que enciende a Milpa Alta: atrae a miles de visitantes, derrama ingreso en restaurantes, talleres y comercios, y pone a San Pedro Atocpan en el mapa del otoño capitalino. Quien pisa la feria, se lleva en la memoria un viaje completo: historia, paisaje, hospitalidad y, por supuesto, el mejor mole”. Para Gutiérrez Cabello, la experiencia trasciende la mesa: “Aquí la música, el baile y la convivencia refuerzan los lazos comunitarios. Es cultura que se comparte, no que se exhibe detrás de una vitrina”.
Como cada edición, la programación artística dialoga con la cocina y la potencia. En el escenario principal se escucharán nombres que, por sí solos, anuncian noches de euforia y nostalgia. El viernes 10 de octubre, Sonido Famoso e Interpuesto encenderán la pista con la energía popular y ese pulso de rock urbano que late en la calle. El sábado 18 de octubre, Matute convertirá el recinto en una máquina del tiempo ochentera, entre luces, coros multitudinarios y baile desbocado. El domingo 19, el ska mexicano retumbará con Inspector, Royal Club y Nana Pancha, una tríada hecha de metales, coros y espíritu festivo. Y para el cierre del sábado 25, la fuerza del regional mexicano llegará con La Adictiva, El Komander y Los Destructores, una descarga de banda sinaloense, corridos y músculo norteño que promete poner a cantar a todo pulmón. Los boletos para estas fechas estelares ya están disponibles en Boletia, lo que facilitará el acceso ordenado a un público que, se anticipa, llenará cada rincón del recinto.
El encargado de medios de la feria César Alfonso Retana Guerras tomó la palabra para subrayar el círculo virtuoso que hace de esta feria un modelo de sostenibilidad comunitaria: “Cada peso que entra por un plato servido o por un boleto vendido vuelve a la comunidad en forma de empleo, insumos, promoción y desarrollo. Aquí la música no es un adorno del calendario: es una inversión cultural que multiplica la derrama económica y fortalece el orgullo local”. Y añadió, con mirada práctica: “Boletia nos permitirá ordenar la demanda y garantizar una experiencia segura, ágil y familiar. Queremos que el visitante piense en dos cosas al salir: en volver y en recomendar”.
La Presidenta Alvarado Álvarez volvió a intervenir para tender un puente entre tradición y contemporaneidad: “El mole es tiempo. Hay que tostar, moler, mezclar, esperar. Esa paciencia es la misma que sostiene a un pueblo. Por eso decimos que ‘octubre sabe a mole’: porque durante estas semanas Milpa Alta ofrece un viaje sensorial completo, donde lo ancestral convive con la modernidad de un festival que entiende al público de hoy”. Su declaración hiló de forma natural la importancia histórica del platillo con la vitalidad artística del programa: dos lenguajes que, al encontrarse, construyen un mismo relato.
El Secretario Gutiérrez Cabello dejó una invitación que sonó a promesa de hospitalidad: “Quien llega a San Pedro Atocpan no es un consumidor: es un invitado a nuestra casa. Aquí se aprende que la cocina también es una forma de memoria”. Y el Tesorero Retana Guerras remató con un guiño a los sentidos: “Vengan con hambre de sabores y de música. La feria está pensada para que el visitante se lleve un recuerdo que huela a canela, cacao y clavo; que suene a metales, a banda y a coros; que se sienta en el corazón”.
No faltó el reconocimiento al trabajo de las y los cocineros, a los productores que muelen de madrugada, a quienes encienden el comal cuando la ciudad aún bosteza. Alvarado Álvarez los nombró con gratitud: “Detrás de cada cazuela hay manos que heredaron secretos y los pusieron al servicio del país. Esta feria es, sobre todo, un homenaje a esas manos”. En esa línea, recordó que la esencia del encuentro está en el fogón y en la plaza: degustaciones que provocan descubrimientos, recetas que se cuentan como leyendas, familias que comparten el pan y la palabra.
Con el cartel de artistas ya resonando en la conversación —Matute, La Adictiva, Interpuesto, Inspector, Royal Club, Nana Pancha, El Komander y Los Destructores, además de Sonido Famoso—, la 48ª Feria Nacional del Mole de Milpa Alta se reafirma como una experiencia integral donde el gusto y el oído encuentran un mismo idioma de fiesta. San Pedro Atocpan, con su esencia rural y sus raíces firmes, espera a miles de visitantes con la generosidad de siempre.
El edil hizo hincapié en la importancia social del encuentro y su impacto en el turismo capitalino: “Queremos que quienes nos visiten vivan una experiencia única, que no solo prueben el mole, sino que lo lleven en la memoria como parte de lo que significa ser mexicano. Milpa Alta abre sus brazos como anfitriona para que octubre se convierta en un mes de celebración y de orgullo compartido”.
Rivero Villaseñor también destacó el alcance cultural de la cita: “Aquí la música no es un adorno, es parte del ritual. Cada concierto que se celebra en el escenario de la feria es un eco de nuestra vitalidad cultural, una forma de decirle al visitante que en Milpa Alta la tradición convive con la modernidad sin perder su esencia” y recalcó el compromiso de su administración para que el evento sea seguro, accesible y memorable: “Nos hemos preparado para recibir a miles de visitantes en un entorno de orden, limpieza y seguridad. Queremos que cada familia que llegue a la feria sepa que está en casa, que es bienvenida y que forma parte de esta gran comunidad que tiene en el mole su lenguaje más entrañable”.
Y, como dejó dicho la Presidenta en el cierre de la conferencia, con una frase que podría ser lema y brindis: “Nos vemos en casa. Porque en Milpa Alta el mole no se come: se celebra”. Octubre, entonces, volverá a ser un mes para rendir homenaje al sabor que une corazones y despierta memorias, al ritmo de una programación artística que confirma que, en esta feria, la tradición y la modernidad bailan del mismo lado.