“El antimexicanismo se ha convertido en un discurso agresivo y estructurador de las actitudes políticas que hoy dominan en la derecha republicana de Estados Unidos”, afirmó el académico y analista político Leonardo Curzio Gutiérrez, al participar en el seminario de investigación “La segunda administración de Donald Trump”, organizado por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM.
Durante su conferencia titulada “La retórica antimexicana como arma política de Trump”, Curzio destacó la paradoja de que ese discurso hostil hacia México ocurra precisamente en el momento de mayor integración económica y convergencia bilateral entre ambas naciones.
“Estamos de acuerdo con la regionalización que existe; el nearshoring es popular entre nuestras élites empresariales y compartimos objetivos estratégicos frente a las potencias asiáticas. Sin embargo, la retórica antimexicana convive con este escenario de alineación”, puntualizó.
El especialista explicó que las raíces del antimexicanismo en Estados Unidos se relacionan con factores demográficos, migratorios y de seguridad, particularmente con la llamada guerra contra las drogas. Añadió que la intersubjetividad entre ambas sociedades “no mejora”, generando miradas de desconfianza y confrontación discursiva.
Ante la moderadora Paz Consuelo Márquez Padilla, Curzio recordó que 62 millones de hispanos viven en Estados Unidos, de los cuales casi 40 millones son de origen mexicano, concentrados principalmente en California y Texas.
En este contexto, identificó seis claves que definen la relación México–EUA: la supuesta “invasión” migrante, la militarización de la frontera, el enfoque terrorista de contención, la asociación del gobierno con los cárteles, la tentación de intervenir directamente y el uso de aranceles como presión política.
Por su parte, José Alejandro Mosqueda Esparza, académico de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, afirmó que el discurso xenófobo de Trump busca aglutinar al electorado desencantado por el fracaso del estado de bienestar.
“Se trata de una política de exclusión basada en la extranjería percibida; quienes no son nacionales son vistos como amenaza”, señaló durante su ponencia “Discontinuidades, confusiones y agresividades en la política migratoria de Trump”.
El filósofo sostuvo que la globalización neoliberal ha alimentado pánicos identitarios y una sensación de inseguridad social que la ultraderecha aprovecha mediante una retórica autoritaria y populista.
“El trumpismo es un autoritarismo reaccionario que politiza la angustia social y señala enemigos internos y externos para mantener cohesión”, explicó.
A su vez, la investigadora del CISAN, Camelia Nicoleta Tigau, recordó que durante los primeros días de su segundo mandato, Donald Trump firmó 26 órdenes ejecutivas, varias enfocadas en endurecer la política migratoria.
Precisó que en 2024, los mexicanos representaron 32 por ciento de las deportaciones desde Estados Unidos, el porcentaje más alto entre todas las nacionalidades.
Actualmente, la población indocumentada equivale a 3.3 por ciento de la población estadounidense, de la cual 40 por ciento reside en ciudades santuario. Además, los migrantes mexicanos constituyen 40 por ciento de la fuerza laboral en la construcción y 41 por ciento en el campo agrícola.
“Las deportaciones masivas podrían reducir el PIB estadounidense entre 2.6 y 6.2 por ciento en las próximas décadas”, advirtió.
De acuerdo con Tigau, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) deportó 271 mil 484 migrantes en 2024, lo que representa un aumento de 90 por ciento respecto a 2023. De ellos, 32.7 por ciento contaban con antecedentes penales.
Los académicos coincidieron en que el fenómeno del antimexicanismo y la xenofobia institucionalizada plantea un desafío no solo para los migrantes, sino también para la defensa de los valores democráticos y los derechos humanos en América del Norte.