Plantean expertos prioridades para el sector rural de México durante el próximo gobierno

0
454

El cambio de administración federal en México abre la oportunidad de poner en marcha estrategias, programas, usar tecnologías innovadoras y sostenibles, como los biofertilizantes, implementar las asociaciones público-privadas y diseñar un sistema integral de financiamiento que permita “democratizar” el otorgamiento del crédito, para el desarrollo  del sector rural mexicano, señalaron autores de la publicación el Agro y las Áreas Rurales en el México del Siglo XXI, coordinado por Marcel Morales Ibarra y Gerardo Torres Salcido.

En conferencia de prensa, Javier Delgado Mendoza, uno de los autores del libro y hoy miembro del equipo que diseña el Plan Nacional de Desarrollo Agropecuario para el periodo 2018-2024, de la Coalición Juntos Haremos Historia, manifestó que esta propuesta plantea que el sector agropecuario y agroalimentario de México tendrá tres prioridades: en primer lugar el abastecimiento de productos básicos para la seguridad alimentaria; en segundo lugar, un nuevo sistema de financiamiento rural y en tercero, la investigación, transferencia de tecnología e innovación agrícola.

 Con la representación de Víctor Villalobos Arámbula, quien de ganar dicha coalición sería titular de Agricultura, expuso que esta dependencia tendrá un diagnóstico y redefinición, ya que hoy operan 190 programas de apoyo al campo, en diferentes instituciones, pero se requiere ordenarlos, sumarlos y hacerlos más eficientes consolidándolos a través de la Sagarpa. También consideró que se requiere continuidad en las políticas para el campo y permanencia de los funcionarios de las instituciones que atienden al sector rural.

Para el experto en temas del campo el desarrollo rural futuro debe considerar un poderoso programa de inversión en infraestructura y servicios; extensionismo rural, con énfasis en comercialización y mercados; sistemas de financiamiento rural integral (ahorro, crédito y seguro, instrumentos de capital y cobertura de riesgo en general) para hacer realidad los proyectos de desarrollo. “En esencia se plantea una democratización del crédito y que la banca de desarrollo haga puntual y estrictamente esa labor desarrollo”.

Marcel Morales Ibarra, uno de los coordinadores del libro, señaló que el reto que enfrenta la producción mundial de alimentos en el siglo XXI es de carácter cualitativo, ya que hay que producir 70 por ciento más en los próximos 20 años para cubrir la demanda de comida. Sin embargo, el problema de fondo es que, paralelamente, se tiene qu transformar el actual modelo de la producción agrícola, que se heredó de la Revolución Verde, de mediados del siglo pasado, “ya que se trata de un modelo absurdo, de altos costos, muy ineficiente y devastador con el medio ambiente”.

Como parte del ese modelo, recalcó, que el uso de los fertilizantes químicos representan el insumo más costoso para la producción, porque en las últimas dos décadas su precio se incrementó ocho veces al pasar del orden de mil 500 pesos por tonelada a 12 mil pesos, siendo el responsable directo de los altos costos de los alimentos. Por si fuera poco, resulta el insumo más ineficiente, porque de cada 100 kilos que aplicamos la planta solo aprovecha 20 por ciento y 80 por ciento se desperdicia y contamina suelo, agua y atmósfera.

El también director de Biofábrica Siglo XXI planteó que una alternativa, viable y deseable a este problema está en los biofertilizantes, productos elaborados con microorganismos benéficos que ayudan a nutrir a la planta de manera más eficiente, a menor costo y sin contaminar, además de rescatar los suelos que son el único reservorio del planeta para la captura de Bióxido de Carbono.

Dicha transformación, además de los biofertilizantes puede contar con bioinsecticidas, biofungicidas y bioremediadores de suelos. “Este tipo de tecnologías debe formar parte de las futuras políticas públicas de fomento y desarrollo agroalimentario, orientadas a transformar el actual modelo de producción, que esta totalmente agotado. 

Por su parte, Gerardo Torres Salcido, otro de los coordinadores del libro referido, explicó que junto a la agricultura o la producción pecuaria y forestal se desarrollan una serie labores que dan a las sociedades rurales un carácter multidimensional con diferentes fuentes de ingreso. En esta perspectiva, la valorización del patrimonio natural y cultural juega un papel fundamental en el desarrollo de esas áreas.

El doctor en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM remarcó que tomando en cuenta dichas diferencias y en la perspectiva de la incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es necesario impulsar programas sobre los modelos y escalas del desarrollo. Por un lado, se constata la existencia de un modelo agroindustrial a gran escala, con subsidios crecientes al campo e ineficientes para contener la pobreza, desigualdad y migración.

Por otro lado, agregó, han persistido, a pesar de lo anterior, pequeños emprendimientos, experiencias asociativas y la puesta en valor de productos llamados genuinos, típicos, orgánicos, de comercio justo o simplemente con algún arraigo local o de indicación geográfica que han sido llamados Sistemas Productivos Locales de producción e alimentos, de turismo rural y servicios ambientales asociados a la agricultura en pequeña escala y a la producción artesanal, que dan empleo e ingreso dignos a muchas familias, y muy significativamente a mujeres, en las áreas rurales.

Hizo hincapié en que “centrar las políticas en estos sistemas es una de las alternativas sociales e institucionales más prometedoras pues plantea la posibilidad de poner en valor las capacidades locales y de mejoramiento tecnológico e innovación”.

Enrique Mérigo Orellana, director ejecutivo del Consejo Mexicano de Agrobiotecnología, AC, quien desarrolló el capítulo La visión del sector empresarial de las tendencias y retos del agro en el siglo XXI, consideró que es necesario partir de un enfoque de mercado, el cual pueda lograr una verdadera articulación entre los gustos y necesidades de los consumidores, la agroindustria que transforma las materias primas en esos satisfactores y la producción de las materias primas que corresponden al verdadero potencial y vocación productiva del sector agroalimentario nacional.

Este enfoque –explicó– debe sustentarse en condiciones reales de productividad y competitividad entre los diferentes eslabones, teniendo en cuenta la apertura de los mercados y las reglas globales de la aldea mundial que impactan el quehacer cotidiano de todos los participantes, estemos o no de acuerdo con que ello se haga. “Hay muchos problemas en el sector y por ello es necesaria la concurrencia de los actores privados y públicos, pues las soluciones de fondo deben construirse en conjunto y sobre fundamentos sólidos”.

Mérigo Orellana manifestó que el reto y la tarea son complejos. “Se deben unir esfuerzos para dejar en claro que la acción del sector privado sin la concurrencia de la del sector público, no funciona, así como la acción pública sin la concurrencia del sector privado es igualmente poco funcional. Hay historias de éxito en forma parcial. México, como nación, demanda hacer más por el bien de todos, sin invadir funciones y cada quién con lo que le corresponda”.