Emplacamiento, medida preventiva contra el abandono de perros en la calle

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La población de perros en situación de calle en México, es la más grande en América Latina. Cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), señalan que hay aproximadamente 19.5 millones de perros viviendo en el país, mientras que la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios y Especialistas en Pequeñas Especies A.C. (AMMVEPE) estima que el número podría ser de hasta 28 millones. De la población total, más del 70% se encuentra viviendo en la calle, sin cuidados ni control de ningún tipo.

La medida más efectiva para disminuir las poblaciones de perros en situación de calle en el muy corto plazo, es ofreciéndoles hogares temporales en refugios o bajo el cuidado de rescatistas independientes, mismos que emprenden la loable tarea de hallarles hogares definitivos a cada uno de ellos. Adicionalmente, existen otras acciones complementarias que, de forma conjunta, contribuyen a resolver esta problemática, como lo es el indispensable emplacamiento de los perros.

En Bilbao, capital del País Vasco en España, desde el año 2000 se estableció la Tenencia de perros, como una medida para regular la cantidad de perros existente en cada hogar. Además de requerir hacer un pago por tener un perro, los dueños tienen la obligación de colocar una identificación única, en forma de un microchip en el cuello, a sus compañeros.

Además de estar en constante vigilancia en caso de extraviarse, esta identificación ayuda a encontrarlo y multar al propietario por incurrir en dicho acto de irresponsabilidad hacia los animales.

En el caso de México, la capital del país lanzó en 2014 la Línea de Animales de Compañía Locatel, como un servicio de empadronamiento de animales domésticos, en donde los dueños pueden registrar a sus compañeros proporcionando sus datos de identificación, con el fin de facilitar su búsqueda en caso de extravío.

De manera similar, el municipio de Tulancingo, en Hidalgo, comenzó este año un programa de empadronamiento de animales de compañía, para tener un registro del número de animales existentes en la localidad.

Para el activista por los derechos de los animales Alan Rozz, fundador de la organización sin fines de lucro Adoptare, estas medidas son necesarias para poder fomentar la cultura del dueño responsable entre los propietarios de un animal de compañía, y particularmente, difundir los beneficios del emplacamiento para contribuir con esta tarea.

“Al enseñar a la gente la importancia de contar con un registro para reconocimiento de animales, cuando se encuentren con un perro con placa en la calle, entonces pueden saber que este animal tiene un hogar y probablemente se encuentre extraviado”, explica el fundador de Adoptare. “Si bien es cierto que no contamos todavía con la infraestructura y tecnología necesaria para elaborar un programa con microchips como el de Bilbao, difundir la importancia del emplacamiento es el primer paso para ayudar a los animales extraviados”, añade.

La responsabilidad de las personas hacia los animales es otro aspecto que se fortalece cuando se opta por el emplacamiento de los animales de compañía. Alan Rozz explica que, al registrar a un animal, además de reconocer que existe un vínculo entre ambos, se adquiere la responsabilidad moral por los cuidados necesarios que necesite el perro, e incluso, por las acciones de éste hacia otros animales y personas.

“Son situaciones extremas, pero en caso de que el perro mordiera a otra persona, el dueño debe cargar con esa responsabilidad. Una placa que indique quién es y dónde vive el dueño, facilitaría la tarea de resolver estas situaciones. Si además a través de la placa se puede saber de inmediato con qué vacunas cuenta el animal, se puede atender de forma rápida y efectiva a las personas afectadas en caso de que exista una situación de riesgo”, indica Rozz.

Al contar con un control y registro sobre los animales que existen en cierta población, las posibilidades de recuperar ejemplares extraviados aumentan bastante; al mismo tiempo, el concientizar a los dueños sobre sus responsabilidades, los hace menos propensos a abandonar a sus compañeros en las calles.

“Las leyes de protección de animales existentes en el país ya contemplan sanciones contra los actos de abandono, pero rara vez se sanciona a los dueños debido a la carencia de un registro en el que se pueda verificar a quién pertenecen los animales abandonados. Para poder hacer efectivos estos mecanismos legales, debemos comenzar a registrar a nuestros compañeros”, expresa Alan Rozz.

 Una placa ordinaria puede adquirirse desde los $10 pesos, y de ahí, las opciones van hasta donde alcance el presupuesto de cada dueño. Incluso, programas de emplacamiento y registros públicos como el de la Ciudad de México son gratuitos, por lo que el presupuesto no implica una barrera para estandarizar este proceso. Queda en manos de cada persona el hacerse cargo de sus compañeros animales y difundir una cultura de responsabilidad para poder brindar una vida mejor a los perros.