El Cuarteto Arditti presente en el 4° Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, en Bellas Artes

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Ciudad de México.- Reaprender la música, más allá de esa sucesión recreativa de armonías, ritmos y silencios; como una exploración insólita, fue lo que propuso la noche de ayer el Cuarteto Arditti en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, donde ofreció una velada de estrenos, en el contexto del 40 Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez.

La fructífera y larga trayectoria de la agrupación británica puede compararse con la prolongada ovación que se llevó durante su presentación. El Cuarteto Arditti, conformado por los violinistas de Irvine Arditti y Ashot Sarkissjan, el violista Ralf Ehlers y el chelista Lucas Fels, quienes portan en su haber los reconocimientos más importantes de Europa, es hoy una de las agrupaciones más importantes de música nueva.

Durante el concierto se hizo evidente no solo la trayectoria, sino el entendimiento entre los músicos y de estos hacia las obras. Sin demora, el programa inició con el estreno en México de La souris sans sourire (El ratón sin sonrisa), de uno de los maestros más influyentes, Franco Donatoni.

Esta pieza, según las palabras del autor, inicia desde el silencio y va desarrollándose en una conversación de contrastes y repeticiones.

Le siguió el estreno mundial de la obra Brota del fondo el silencio, del uruguayo Heber Vázquez, dedicada a la memoria del compositor mexicano Armando Luna. Vázquez recuerda a Luna de esta manera: Fue una persona generosa, transparente y sincera, que poseía un humor cáustico y una inteligencia despierta. Muchos sabemos que había un niño que vivía dentro de Armando. Quizá esta descripción y el silencio que brota del recuerdo puedan dar un cariz de la pieza.

Un invitado esperado apareció para el tercer estreno, Jake Arditti, a quien lo laurea una voz de contratenor educada desde la infancia. Junto a él, el cuarteto estreno “…un lume per lo mar…” del compositor mexicano Javier Torres Maldonado.

De acuerdo con el músico, en la obra hay exploraciones del registro inferior de la voz, que crea lazos tímbricos de diferente naturaleza con los registros graves de los instrumentos. El cantante trasciende el significado de los textos, haciéndolo más abstracto gracias a los énfasis de los componentes fónicos de la palabra.

La obra de Brian Ferneyhough, Cuarteto núm. 3, continuó el programa, una obra en dos movimientos. El primero, describe el autor, se mueve en un mundo congelado, autista de fragmentos aislados y repeticiones parciales e inconexas. El segundo, por el contrario, explota un torrente iridiscente de imágenes, semejantes a una cadenza por sus combinaciones instrumentales y superposiciones de textura y tiempo.

Las últimas dos piezas tuvieron al contratenor en el escenario. La primera fue el estreno en nuestro país de Cosa Resta (Lo que queda), del italiano Salvatore Sciarrino, una obra que toma como sustento el inventario que se hizo en 1570 de los bienes dejados por el pintor Andrea del Sarto: una lista reducida, adaptada de manera que adquiere el carácter de una última “vanidad”, en palabras del compositor.

El programa culminó con el estreno de la mexicana Hilda Paredes, Quipú, pieza que lleva a la música el poema Carta de una virgen del sol a su amante de Carlota Caulfield, “un diálogo -describe la compositora- entre los instrumentistas y el cantante”.