Por Pilar Velasco
Cada 10 de Octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, el cual tiene como lema este 2018: “Los jóvenes y la salud mental en un mundo en transformación”. Este organismo, refiere que la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos no se detectan y tampoco se tratan.
Se estima que tan solo en el año 2016, 1 de cada 6 personas (15-20%), padecía una enfermedad mental; entre los diagnósticos con mayor prevalencia a nivel mundial está la depresión (268 millones de personas) trastornos de ansiedad ( 275 millones) y los trastornos por uso de alcohol (100 millones) y otras sustancias (62 millones), trastorno bipolar (40 millones), esquizofrenia (21 millones) y trastornos de alimentación como anorexia y bulimia (10.5 millones).
Además casi un millón de personas se suicida al año, lo que representa un mayor número de muertes de las que producen las guerras o desastres naturales.
En México, aproximadamente el 18% de la población urbana en edad productiva (15 a 64 años) ha padecido algún trastorno de ansiedad y depresión. En la actualidad, los jóvenes encabezan la mayor tasa.
De acuerdo con el Dr. Oscar Calleros Zubiate, Psiquiatra y Director Médico de la Clínica Especializada Neurocom, para el 2030 se espera que la depresión sea la segunda causa de discapacidad a escala global y la primera en países desarrollados.
Destacó que respecto a la carga de morbilidad en adolescentes, este padecimiento, ocupa el tercer sitio, mientras que el suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años. El uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes también es un gran problema en muchos países y puede generar comportamientos peligrosos, como prácticas sexuales de riesgo o conducción temeraria. Sin olvidar los trastornos alimentarios.
Ante este panorama, empresas como Asofarma, y especialistas como el Dr. Oscar Calleros Zubiate, suman esfuerzos para realizar campañas de concientización que contribuyan a informar y eliminar el estigma de las enfermedades mentales, haciendo énfasis al lema que promueve la OMS, para poner especial atención al sector joven.
Al respecto el especialista comentó que en el grupo de adolescentes, los trastornos mentales detonan o se hacen más evidentes, y es un inicio de atención, ya que se agregan factores biológicos (hormonas, cambios corporales, impulso sexual, cambios en el ciclo de sueño), sociales (ambiente, nivel y exigencia escolar, presión social por integración con pares, inicio de relaciones de pareja, etc)”. Así como, exposición a situaciones de violencia, eventos socioeconómicos adversos, humillación y sentimiento de desvalorización, habilidades sociales y de comunicación deficientes e impulsividad, que también son detonantes que pueden aumentar el riesgo de padecer problemas de salud mental.
Es recomendable fortalecer el núcleo familiar, ya que ayudará a crear un vínculo de confianza e identificación de alteraciones en alguno de sus miembros.
Es importante acudir con un especialista si él o la adolescente presenta cambios intensos o persistentes en su estado de ánimo (tristeza, irritabilidad, euforia), cambios en el apetito y/o en los hábitos de sueño (hacia la disminución o hacia un aumento considerable), ansiedad, disminución de la concentración, indecisión, inquietud, sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza y pensamientos de autolesión o suicidio. Disminución, aislamiento o rechazo hacia la interacción social. Sospecha de consumo de sustancias. Ausentismo o disminución en el desempeño escolar. Presencia de autolesiones. Preocupación o inconformidad por su peso o imagen corporal.
“Al igual que los programas de intervención para otras áreas de la salud, la promoción de la salud mental sería el ideal para la prevención de las enfermedades mentales que una vez iniciado el proceso, el estigma general hacia los conceptos, la enfermedad e incluso el tratamiento, siguen promoviendo el aumento de la brecha de atención. La difusión de estilos de vida, modelos de crianza y programas orientados a promover la resiliencia desde las primeras etapas del desarrollo, beneficiaría no solo la salud a corto y a largo plazo, sino también para la economía y la sociedad”, finalizó el Dr. Oscar Calleros Zubiate.