Naucalpan, Méx.- Don José Antonio Camacho Gutiérrez se ha ganado el mote de “Diablo Mayor” por su experiencia de 25 años como “Hornero” del Velatorio del IMSS Tequesquinahuac, donde ha realizado más de 30 mil cremaciones desde enero de 1993, año en que se inició en este oficio y no lo ha dejado de ejercer desde entonces de manera interrumpida.
Quizá sea hecho insólito en México, o en el mundo, que en cinco lustros Don José tenga diariamente un encuentro con la muerte en diferentes formas y apariencias.
Un privilegio o permisión que valora y del cual se siente orgulloso desempeñar este oficio, que no cualquier persona es capaz realizarla con responsabilidad y respeto por aquellas personas que han dejado la vida terrenal.
-“Hoy, como aquel primer día de trabajo, de ese enero de 1993, mi trabajo lo hago y lo seguiré haciendo con respeto hasta que me jubile. Yo amo mi trabajo ¿Y sabe por qué? Porque tengo la dicha de ver por última vez al cuerpo humano como era; posteriormente me toca recoger las cenizas del finado incinerado, depositarlas en una urna y entregarlas a sus familiares”.
-¿Recuerda cuál su impresión al tener el primer difunto en sus manos y llevarlo al honor crematorio para incinerarlo?
-“La primera cremación que tuve fue la de una persona de origen español. La sensación de una primera vez, sí fue critica, porque tomar un cuerpo sin vida e introducirlo a un horno crematorio, es impresionante, pero donde me golpea más es con los bebés; sin embargo, lo fui superando, ya que me había contratado para hacer este trabajo de manera profesional en el Velatorio del IMSS Tequesquinahuac y hasta la fecha lo llevo con gusto”.
-¿En algún momento de su vida ha sentido miedo al saber que está sólo en el crematorio con una persona muerta?
-“A lo largo de los años sólo guardo recuerdos inmemorables de mi desempeño laboral, donde no ha existido ni el miedo ni el temor a lo desconocido, ni a lo fantasmal. Duermo tranquilo sin sueños de muertos”.
-¿Su labor sólo consiste en la cremación, recoger las cenizas, depositarles en una urna y entregarlas a las familias del finado?
-“No, mi responsabilidad no sólo se reduce a la cremación, sino a un trato personal y directo con los deudos, en el sentido de recabar los oficios legales y la firma de autorización para la incineración de su familiar hasta entregarles la urna con las cenizas de su extinto; además, como integrante de un gran equipo de trabajo, a ser cada vez mejores en cada uno de los procesos funerarios: velación, cremación, traslado y servicio directo del finado
“Siempre he logrado la confianza de los familiares de los finados, tanto que me hacen confidente de expresan las peculiaridades, los rasgos de personalidad y el carácter que tenían en vida sus familiares extintos”.
-¿Don José qué edad tenía cuándo comienza a desempeñarse como hornero?
-“35 años de edad tenía cuando me inicié como Hornero. Al horno del crematorio del Velatorio Tequesquinahuac llegamos tres a desempeñar este trabajo. De los tres, soy el único que perdura. Los otros dos compañeros, renunciaron, no se quedaron por la impresión al saber el tipo de trabajo que iban a desarrollar”.
Don José Antonio Camacho Gutiérrez, en los cinco lustros de su vida activa laboral se ha convertido en maestro de un sinnúmero de “Horneros” de los estados de Hidalgo, Veracruz, Estado de México y de la ciudad capital del país, la ciudad de México, quienes trabajan, en la actualidad, en los distintos crematorios de empresas funerarias particulares y del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Respetado y admirado por sus propios compañeros, sus colegas le piden consejos; asimismo, los jóvenes aprendices lo buscan para que los oriente y los instruya debidamente en esta actividad su generis.
-“Siempre les he dicho: hagan su trabajo con respeto y con amor; lo que van hacer en su labor diaria lo hagan con responsabilidad y compostura hacia la persona que van a cremar. Los compañeritos que he capacitado en este oficio, me hablan para agradecer los consejos que en su momento les aporte”.