Casa Blanca: “justificación no pedida, culpabilidad manifiesta”

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Una petición de perdón no basta para sanar el desagravio, la mentira, corrupción, engaño y simulación que se hizo a la sociedad. Los mexicanos no somos tontos. Si quieren vernos la cara, ya no vivimos en la era de la “dictadura perfecta”, en donde todo lo que decía el PRI y su brazo ejecutor el Ejecutivo Federal, sus gabinetes, paleros y serviles operadores era ley y pie juntillas se acataba.

No señor Enrique Peña Nieto, “pedir perdón” por el “error cometido” por la tramposa compra de la Casa Blanca de Las Lomas de Chapultepec, no fue error, sino un delito flagrante, con las tres agravantes de la ley: premeditación, alevosía y ventaja. Creyó que los mexicanos no nos enteraríamos, o de plano calculó –por ciento mal- que dejar pasar o el olvido sería la respuesta de la sociedad. Se equivocó una vez más.

Por fortuna las redes sociales y los medios de comunicación no maiceados hicieron público esta afrenta, que junto con la de similar acción, la casita de Luis Videgaray, en Malinalco, descubrieron la punta de iceberg de un conflicto de interés, de corrupción y de engaño, que ni su Ley Anticorrupción podrá salvar.

En la ceremonia de firma de la Promulgación de este articulado, encabezada por Enrique Peña, su área de Comunicación Social entregó a los medios de comunicación un documento sobre la Casa Blanca, que pretendió enjugar el acto corrupto de origen y en donde encaja perfectamente la frase popular mexicana: “justificación no pedida, culpabilidad manifiesta

 Aceptar un “error” no exculpa la mala acción, que se convertirá en el estigma peñista por el resto de su vida y con éste la confirmación de que pese a haber dejado el poder durante 12 años (la docena trágica del PAN), el PRI volvió por sus fueros de corrupción, pero esta vez encontró a una sociedad libre, que sabe juzgar, castigar, exhibir, demostrar la deidades de un sistema político que no aprende de sus errores. Si bien esta demostración de libertad de prensa le costó el trabajo a un equipo profesional de periodistas, abrió el camino para exponer el maridaje, el conflicto de intereses de ciertos concesionarios de radio y televisión, con el Sistema gubernamental que no acepta que los mexicanos ya no creemos en él y en los corruptos medios de comunicación afines al Estado.

 Pero no es casual esta malevolencia en el asunto de la Casa Blanca, ¡claro que no! Es consecuencia de la impunidad, de la permisividad, de la tolerancia a los cuates, cuotas y cotos de poder de un Sistema decadente invadido por la corrupción, que se resistía a la propuesta de la sociedad civil de exigir al gobernante la Ley 3 de 3: declaración patrimonial, declaración fiscal y declaración de conflicto intereses, porque ello afectaba sus truculentas acciones.

 Los 74 años de “dictadura perfecta”, no desaparecen por inanición, y no, porque cada día sus actores lo alimentan sin ambages, sabedores –hasta que el pueblo se cansó- de que eso no trascendía, que se quedaba en las 4 paredes de una oficina gubernamental, y como creyeron que así seguiría, en Las Lomas de Chapultepec se destapó la cloaca y se obvió la incredulidad, desconfianza, irritación, descrédito social, de un sexenio que en sólo tres años perdió el respeto –si alguna vez lo hubo- a un Presidente y su “partido renovado” que prometió ser diferente.

 Pero digo que La Casa Blanca, es una raya más al tigre, porque la corrupción es rampante en gobernantes priistas recientes (activos) y anteriores al sexenio peñista. No es novedad para los mexicanos, que estos sujetos hagan de la suya, pero ya dijimos “hasta aquí” y exhibieron el ADN tricolor, de nobles gobernantes corruptos, como Javier Duarte de Ochos, que “desgobierna” Veracruz; César Horacio Duarte Jáquez, que roba en Chihuahua y el ladrón que reina en Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, por citar los más próximos y  pese a su corruptísima actuación siguen gobernando.

 Pero vámonos más atrás, en donde otros priistas de sepa, con ADN de corrupción, saquearon, defraudaron, robaron  dineros  públicos y todos, sí todos, viven y disfrutan de lo malhabido, en una atroz impunidad que le da este Sistema coludido y cómplice.

 Le daré en orden de insultante desprecio y descrédito social los nombres de ex gobernadores del PRI que rompieron lo “razonablemente” robado, siguen siendo priistas, sin que la dirigencia asuma la digna responsabilidad de juzgarlos; en otras palabras, políticos cómplices de la corrupción. Ellos son, Humberto Moreira Valdez, ex gobernador de Coahuila, que defraudó al Estado con más de 34 mil millones de pesos, y como premio el candidato a la presidencia de México, en 2012, Enrique Peña Nieto, lo designó Presidente del partido. Sigue impune.

Ex mandatario de Tamaulipas, Tomás Yarrington Rubalcava,  prófugo de la justicia norteamericana (porque en México lo solapan) por al menos dos delitos: conspiración para lavar dinero en favor de los cárteles mexicanos de las drogas y por ayudar e instigar en operaciones de dinero sin licencia.

Otro ex gobernador del PRI por Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, está relacionado y  es investigado por la DEA, en Estados Unidos, por el delito de lavado de dinero ligado con cárteles de la droga que opera en la zona fronteriza. Las indagatorias de las autoridades estadounidenses lo mantienen en estatus  de prófugo de la justicia norteamericana.

Fidel Herrera Beltrán, ex mandatario veracruzano. También tiene cola que le pisen, pues estuvo relacionado antes y durante su sexenio (le financiaron su campaña política) con los miembros del Cártel del Golfo. Una Corte de Justicia del Distrito Oeste de Texas, comprobó que en ese periodo gubernamental se lavaba dinero producto de las drogas.

Este otro corruptazo, sin ser gobernador, pero sí priista, ha defraudado, robado, usufructuado junto con su familia (hijos) millones y millones de pesos, de las cuotas de los trabajadores petroleros del país. Me refiero al Senador (con fuero) del PRI, por Tamaulipas y líder –ya espurio- del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), Carlos Romero Deschamps, de negro, corrupto e impune pasado y presente historial, del que en nuestro país y en el extranjero, se conocen las trapacerías e inmundicias de la familia Romero  Durán, de vida de lujos y dispendio con dinero de las cuotas sindicales de los verdaderos trabajadores de la industria petrolera del país.

Carlos Romero y sus hijos Paulina y José Carlos, ha dilapidado en exceso dinero bienhabido, que en sus manos se convirtió en insultante desperdicio, al adquirir autos, departamentos, viajes, ajuares, vino, comidas y parrandas sin control, mientras los verdaderos hacedores de la riqueza petrolera han sido liquidados, limitados, incapacitados, robados por las decisiones y trampas del espurio líder petrolero y los directores generales del otrora poderos PEMEX.

Mientras este corrupto sujeto (Carlos Romero Deschamps) sigue cobrando millonario salario como Senador y Secretario General del STPRM, sus correligionarios priistas lo protegen y atesoran, por lo que les representa.

En este escenario de corrupción, impunidad, dejadez, complicidad… y aparente olvido, del Sistema, no de la sociedad y de los medios de comunicación decentes, se Promulga una Ley Anticorrupción, que nace viciada de origen, ¿por qué?, porque el mal está hecho y nada se hace para someter y encarcelar a los corruptos… Aquí no es válido “borrón y cuenta nueva”, para nada. Aquí, para que la nueva Ley sea creíble y aceptada por la sociedad, deben pagar con cárcel los corruptos citados y miles más. ¿Cómo creer que una legislación olvidará los agravios a la sociedad, si quienes la diseñaron, aprobaron y firmaron tienen tras de sí uno o más actos de corrupción: Casa Blanca. Casa de Malinalco (Luis Videgaray, 6.6 millones de pesos), otra Casa Blanca, del inquilino de Bucareli (valor 50 millones de pesos).

Para rematar “este error”, o acto de corrupción, el Ejecutivo Federal, cometió otra falla al nombrar como Secretario de la Función Pública, a quien investigaría el proceder indecente en el asunto de la Casa Blanca y cuidarle las espaldas. Colocó a Virgilio Andrade Martínez, un insignificante burócrata que durante 17 meses al frente del cargo nada hizo, sólo proteger a su Jefe, y cobrar un salario no devengado, que mejor le hubiera pagado el de Los Pinos y no el presupuesto de los mexicanos.. se fue “sin pena ni gloria”

Le recuerdo al señor Andrade Martínez, que la omisión, complicidad e indiferencia como servidor público es un delito federal, pero como acto de corrupción del Sistema, lo dejan ir, pues “hizo bien su trabajo” cuidando las espalda…de ya saben quién.

En fin… La Ley Anticorrupción será una de tantas ocurrencias del Sistema, como fueron las Secretaría de la Contraloría, la de la Función Pública, la Auditoria Superior de la Federación, que sólo charalitos pesca, porque es diseñada por el Patrón en turno, para su beneficio y protección.

Una petición de perdón, no es lo mismo que ofrecer disculpas y asumir las consecuencias, ¿o no Señor?

*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)