Reyes Magos harán lo que sea para premiar a niños que se portaron bien

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“Ahí va el diablo, ahí va el diablo”, “llévelo, llévelo barato”, son algunas de las frases que se escuchan en los pasillos de la calle Joaquín Herrera, en el barrio bravo de Tepito, que abarrotados de juguetes reciben cada año en esta temporada a cardúmenes interminables de Reyes Magos que buscan el mejor precio.

Las vendedoras, con cangurera a la cintura y a grito pelado, los organizan: a la derecha para entrar, a la izquierda para salir; “no se amontonen, para todos hay, dejen pasar a los diablos”, interpelan a los marchantes.

Una de ellas explicó que muchos comerciantes se quedan a dormir para cuidar los puestos desde diciembre, mientras trataba de ganar clientes: “todo es legal y para todos va a haber juguetes”.

Los más populares son las pistolas de balas de hidrogel, las hay desde 300 hasta mil pesos las grandes, todas vienen con su carga, que hacen recordar las bolitas de ese material utilizadas para hidratar las plantas, y los vendedores llaman la atención de los marchantes lanzándoles disparos, quienes se miran entre sí y parecen divertidos con el juguete de moda, de “novedad”.

El tráfico humano se interrumpe una y otra vez y los Reyes Magos no pierden la paciencia, algunos van ya muy cargados pero siguen buscando juguetes imposibles que pidieron los niños que se portaron bien, aunque en realidad, como cada año, hacen votos de confianza y también llevan a los mal portados.

“Pues por la ilusión de ver a los niños contentos”, explicó uno de ellos mientras trataba de evitar que el cargador de un diablo lleno de cajas de juguetes le machucara los pies, “lo bueno es que guardé un poco de dinero y aunque siempre todo quieren pues es la única vez en el año que les toca bien”.

Detalló que ya había gastado tres mil pesos en regalos para sus tres niños, sin embargo aún le faltaba conseguir pedidos de una arrugada lista que llevaba, así que tendría que gastar más para regalar parejo a todos, señaló con la cabeza perlada de sudor y los ojos llenos de resignación.

Poco antes de mediodía, entre los ríos de Reyes Magos, muchos de los cuales estarían sedientos, los comerciantes ofrecían cervezas preparadas con chamoy para refrescarse y reconfortarse después de tanto gasto, también había crepas, quesadillas y papas locas.

Ahí, el peregrinar comienza y se alarga por toda la calle de la calle Vidal Alcocer hasta llegar a Eje 1 Norte, hay juguetes de todos los tipos: coloridos unicornios de variados tamaños, las famosas pistolas que todo el mundo quiere, juegos de té y cocinitas de juguete que echan vapor, originales y piratas de diferentes calidades y precios, todo por ver felices a los niños mexicanos.

La situación en la calle Ayuntamiento, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es un poco más relajada, ahí se encuentran tres emblemáticas jugueterías, como el Centro Juguetero, a donde los Reyes acuden y van un poco más tranquilos, aunque también llevan sendas listas que surtir, resignándose a gastar más, “porque todo es de marca”.

Una Reina Maga adulta mayor expresó que fue de avanzada porque no había quién fuera por los juguetes, pues los otros reyes trabajan todo el día, así que “me mandaron a mí”, dijo con cara de confusión porque “los juguetes y pedidos de los niños de ahora son cada vez más raros”.

En el bazar juguetero que se instala en la explanada del Monumento a la Madre, entre Paseo de la Reforma e Insurgentes, apenas comienza la acción, ahí abren desde las once de la mañana y los próximos días piensan quedarse a esperar a Melchores, Gaspares y Baltazares hasta bien entrada la madrugada.

Los precios son un poco más elevados, pero no hay tanta gente y es más fácil surtir los deseos infantiles, detalló un Rey Mago disfrazado de oficinista para no llamar la atención; dejó un rato su puesto de trabajo para comparar precios, “aún estoy a tiempo de encontrar más barato”, confió entre sonrisas.

En plazas como Forum Buenavista, los Reyes Magos se camuflan entre quienes van a comprar otras cosas, aun así es fácil identificarlos cerca de los establecimientos de videojuegos, porque ahora ya los niños quieren puros así, sostuvo uno de ellos resignado ante el costo, ya que un cartucho de consola estaba en 900 pesos: “para que lo jueguen un día y luego se les olvide”.

Los otros paseaban entre los acomodados pasillos de una tienda de juguetes, que a diferencia de otras temporadas no contaba casi con niños, todos eran Reyes y Reinas que verificaban la existencia de determinados juguetes, ahí abren desde las once de la mañana y los próximos días y hasta el domingo próximo cerrarán a la una y tres de la mañana.

Este año, los fabricantes de juguetes esperan cerrar sus ventas nacionales con ingresos superiores a dos mil 800 millones de dólares, lo que significaría un crecimiento de 4.0 por ciento de enero de 2018 al primer mes de 2019, ello según el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (Amiju), Miguel Ángel Martín González.

Detalló que entre los consumidores se han consolidado los juegos electrónicos como robots, teléfonos celulares, tabletas electrónicas, consolas de videojuegos y drones, los cuales registran crecimientos a doble dígito, aunado a que cada vez ganan más terreno a los juguetes tradicionales.

Entre otros de los juguetes más solicitados por los niños más pequeños, de entre los cero a tres años de edad, están peluches, sonajas y aquellos que atrapan por su música, luces y colores, mientras que quienes atraviesan la segunda infancia, de tres a siete años de edad, prefieren las princesas y los superhéroes que son los protagonistas de las películas, puntualizó.