Necesaria una ley que salvaguarde patrimonio cultural de la Ciudad de México

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El legado cultural es algo mucho más profundo, importante y valioso para una sociedad que aquello que genere en términos de simple entretenimiento o por su rendimiento comercial. Por ello es necesario expedir una ley que permita salvaguardar el patrimonio de la Ciudad de México en esa materia, aseveró el diputado Virgilio Caballero Pedraza, del Grupo Parlamentario de Morena en el Congreso capitalino.

“Alrededor del patrimonio cultural suele generarse una industria económica, cuya importancia no puede soslayarse. Pero el legado histórico, la arquitectura, el arte, las costumbres y tradiciones, y el lenguaje mismo de una sociedad, es algo que trasciende cualquier enfoque meramente comercial”, puntualizó.

El integrante de la Comisión de Cultura consideró que uno de los retos del Poder Legislativo local es consolidar los instrumentos normativos, nacionales e internacionales, que ofrecen una orientación clara sobre el camino que se debe tomar para salvaguardar el patrimonio de la capital del país.

Además, subrayó, pensar en los valores colectivos reproducidos por años y el tipo de interacciones que se han construido a lo largo de nuestra historia como nación. “Esto permitirá cumplir con el compromiso de expedir la Ley de Patrimonio Histórico, Cultural, Inmaterial, Material, Natural, Rural y Urbano Territorial de la Ciudad de México.

En ese contexto, el también periodista expuso que dicha legislación se debe elaborar a partir de un enfoque social y que logre el embate de los poderes que exclusivamente pretenden ganancias monetarias a costa de un supuesto impulso a la cultura.

Sin embargo, aclaró, no existe una contradicción insalvable entre la salvaguarda del patrimonio cultural y el desarrollo de la Ciudad de México. “El único desarrollo que podemos considerar como deseable es aquel que además de bienestar material, preserve las creaciones culturales y los bienes naturales que dan identidad a la sociedad”.

Recordó que en la década de los 70 ya se advertía que el patrimonio cultural estaba cada vez más amenazado no solo por causas naturales del deterioro, sino también por la evolución de la vida social y económica.