Trump declara emergencia nacional para construir muro

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Donald Trump ha tomado una vía desesperada este viernes y ha declarado una emergencia nacional en Estados Unidos con el fin de desplazar fondos para la construcción del polémico muro fronterizo con México. Fracasado su proyecto en el Congreso, el presidente apelará a los poderes especiales para conseguir fondos alegando una crisis de inmigración ilegal y de entrada de drogas.

La primera difícilmente se sostiene con las cifras: el número de familias sin papeles que llegan a la frontera sí ha alcanzado un récord, pero el número de personas que cruzan ilegalmente se encuentra lejos de su máximo de hace dos décadas. Y la segunda, la entrada de drogas, tiene pocos visos de frenarse con un muro, dadas las vías que las redes de narcotráfico suelen utilizar para introducirlas en Estados Unidos. Además, el propio concepto de emergencia chirría con una batalla que lleva meses abierta en Washington.

Trump ha hecho el anuncio en el jardín de la Casa Blanca, acompañado de familiares de un hombre asesinado por un extranjero sin papeles, en una forma muy gráfica de vincular inmigración irregular y delincuencia. Sin embargo, con el paso de las semanas, su discurso ha ido acentuando el riesgo del narcotráfico, frente al de la inmigración irregular, lo que hace más fácil justificar la emergencia.

“Estamos hablando de una invasión de nuestro país, de drogas, de crímenes, de tráfico de personas”, ha dicho. “Voy a firmar una declaración de emergencia, como han hecho otros presidentes antes que yo por cosas menos importantes. Esto es algo muy importante”, ha insistido. En un momento, en la ronda de preguntas de los periodistas, se ha traicionado y ha reconocido que puede convertirse en material de un largo litigio: “Yo no necesitaba hacer esto, solo quería hacerlo más rápido”.

La Constitución de EE UU establece que no se puede utilizar dinero alguno del Tesoro sin una ley del Congreso, pero otra norma de 1976 autoriza al presidente a arrogarse poderes especiales en casos de emergencia.

Trump planea usar una orden ejecutiva para el muro, un camino muy controvertido políticamente y plagado de dudas jurídicas. Ya, el jueves por la tarde, cuando se conocieron sus intenciones, la líder demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, advirtió en rueda de prensa de que se trataba de una emergencia “creada por él” y dejó la puerta abierta al litigio.

El jefe de gabinete, Mick Mulvaney, cifró en aproximadamente 8.000 millones de dólares (unos 7.095 millones de euros) la partida de la que el Gobierno podrá disponer con esta declaración para reforzar la seguridad en la frontera.

En concreto, Trump tendrá acceso a 3.600 millones presupuestados para proyectos de construcción para los militares, 2.500 millones para un programa de narcóticos y 600 millones del Tesoro de fondos de recursos incautados, que se suman a los 1.375 millones que los legisladores republicanos y demócratas sí habían pactado para vallas en la frontera.

Lo que no está claro es si este recurso va salir adelante sin tropiezos. Los demócratas pueden tratar de bloquearlo en el Congreso (aunque necesitarían el apoyo del Senado, controlado por los republicanos) o llevarlo ante un juez, algo que también pueden hacer organizaciones sociales o particulares, como ocurrió con el veto migratorio. El propio presidente anticipó una batalla jurídica. “Acabaremos en el Tribunal Supremo y espero que tengamos un trato justo y ganemos”, afirmó.

Símbolo racista
La medida tiene lugar después de que las dos instancias del Congreso estadounidense, la Cámara de Representantes y el Senado, aprobasen el jueves un paquete presupuestario con el apoyo de una amplia mayoría bipartita.

Republicanos y demócratas habían logrado consenso para garantizar la financiación de la Administración hasta, al menos, septiembre, pero el proyecto de ley no satisfacía al presidente porque no otorgaba los 5.700 millones de dólares (5.055 millones de euros) que había solicitado para empezar el muro en la frontera. Solo contemplaba, en cambio, los citados 1.375 millones para “vallado” y “barreras”. Aun así, renunció a vetarlo, es decir, a no firmar la ley una vez aprobada en el Capitolio, lo que hubiese abocado a la Administración a un nuevo cierre, muy costoso económica y políticamente.

Para evitar la imagen de claudicación total respecto a una de sus promesas electorales estrella, ha decidido recurrir a la emergencia nacional. El muro con México se ha convertido en un fetiche de la política de mano dura contra la inmigración ilegal y las drogas de Trump.

Lo anunció en verano de 2015, nada más lanzar su carrera como precandidato para las elecciones presidenciales de noviembre de 2016, en un discurso en el que vinculaba inmigración y crimen y llegó a acusar al país vecino de enviar a EE UU “asesinos” y “violadores”. Ya hay partes del muro construidas desde hace años.

Los Gobiernos de Bill Clinton y George Bush levantaron tramos de valla en la frontera mexicana, pero en el discurso de Trump, con un saldo migratorio negativo con los mexicanos, esta promesa se ha convertido en un símbolo racista.

Por el pulso del muro, EE UU pasó entre finales de diciembre y finales de enero el cierre parcial de Gobierno más largo de su historia por falta de fondos, lo que suena inverosímil en el país más rico del mundo.

El motivo es que, si los legisladores no se ponen de acuerdo en el presupuesto, cuando este se agota, la Administración debe bloquear buena parte de su operativa, lo que esta vez dejó a 800.000 empleados públicos sin cobrar su sueldo.

El muro exigido por Trump impidió el acuerdo y, cerca de Navidad, el país entró en cierre hasta el 25 de enero, cuando el presidente, muy desgastado en las encuestas, cedió y concedió una tregua de tres semanas. Esta acababa este viernes, pero el lunes por la noche demócratas y republicanos ya habían alcanzado un principio de acuerdo.

Otra larga batalla
El martes, recién conocidas las líneas maestras del acuerdo, Trump reconoció de forma velada la derrota. “No puedo decir que esté contento”, dijo a la prensa en la Casa Blanca. Por la noche, sin embargo, recondujo la situación, pese a no confirmar si firmaría o vetaría el pacto. “El muy trabajador senador Richard Shelby me acaba de exponer el concepto y los parámetros del acuerdo de seguridad fronteriza. Teniendo en cuenta todos los aspectos y sabiendo además que recibirá mucho dinero de otras fuentes, tendremos casi 23.000 millones de dólares (unos 20.400 millones de euros) para seguridad fronteriza. Independientemente del dinero para el muro, que está siendo construido mientras hablamos”, escribió en Twitter.

La imagen de cesión, en cambio, fue creciendo conforme pasaban las horas, con las críticas de los sectores más duros del trumpismo planeando sobre la Casa Blanca. Y Trump tomó una tercera vía que augura una -otra- larga batalla.

Fuente: El País