Los dientes son órganos esenciales para la vida. Además de fungir como trituradores alimenticios y ser el inicio en los procesos de digestión, también cumplen un papel social fundamental, ya que son clave para hablar correctamente y necesarios en la estética e imagen pública.
De acuerdo con expertos del programa de alta especialización en implantología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el país se colocan más de 200 mil implantes dentales cada año. Estudios académicos revelan que los restos más remotos de implantes dentales colocados in vivo, son de la cultura maya, donde se introducían fragmentos de concha en la encía después de sacar los dientes. En el antiguo Egipto se trasplantaban piezas dentales y se implantaban piedras y metales preciosos.
En la actualidad la evolución de la implantología estuvo marcada por la llegada de la cirugía en el siglo XIX; y posteriormente, la aparición de nuevos materiales como el titanio, que, a diferencia de otros metales, no presenta ninguna reacción en el hueso del paciente. Los primeros experimentos dentales con titanio comenzaron en la década de los 60 y en humanos, en la década de los 80.
Según la doctora Lizbeth Infante, cirujano dentista de las clínicas Dental Arts, “la oseointegración, que es definida de manera coloquial como la ‘unión total’ de un cuerpo extraño (el implante) al hueso, tanto mecánica como biológicamente, ha sido uno de los grandes saltos tecnológicos en odontología, y es una opción terapéutica estable, funcional y fisiológica con más de 99 por ciento de éxito dentro de nuestra práctica”.
No obstante, la doctora Infante advierte del riesgo que implica este tipo de cirugías. “Actualmente existen alrededor de 400 marcas de implantes en el mercado, pero no todas cumplen con la normativa y calidad. La mala calidad del implante es peligrosa y provoca rechazos. Si el titanio del dispositivo no es puro, puede llegar a oxidarse dentro del cuerpo. Además, su parte externa debe tener una superficie corrugada con partículas de nanotecnología para una mejor integración”.
Una investigación reciente realizada por el consorcio internacional de periodistas de investigación o ICIJ, por sus siglas en inglés, reveló que durante cinco años –de 2009 a 2013- ingresaron en México implantes dentales y otros dispositivos odontológicos sin licencia y sin cumplir las normas de salud. Según la investigación Implant Files publicada por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, la empresa Zimmer Biomet pagó casi un millón de dólares en sobornos para introducir la mercancía en el país.
Después del escándalo, la multinacional no fue sancionada por el gobierno federal de los últimos dos sexenios y ha seguido como proveedora en hospitales públicos del IMSS, ISSSTE y PEMEX. Los contratos superaron los 50 millones de pesos entre 2007 y 2017.
Por otro lado, la doctora Infante considera que muchos dentistas recomiendan demasiado rápido la colocación de implantes. En su opinión, es necesario realizar un diagnóstico previo, que debe incluir los siguientes elementos en función de cada caso:
1. Evaluar si la falta de pieza dental altera la buena masticación y provoca desacomodo en el resto de dientes.
2. Comprobar que el paciente tiene suficiente densidad ósea para la colocación. En caso de faltar calidad y superficie, será necesario un injerto de hueso previo.
3. Analizar si hay riesgo de perder un diente que involucra la estética, es decir, una pieza dental de la parte anterior.
4. Considerar la edad del paciente, su fase de crecimiento y desarrollo de los huesos de la cara. Lo recomendable es realizar el tratamiento después de los veinte años de edad en las mujeres y los veintitrés en hombres.
Una vez diagnosticado, hay que realizar un estudio de tomografía tridimensional, de cara y cuello. “Sirve para realizar una correcta medición de cuantos implantes necesita el paciente, con qué diámetro, longitud y grosor. Analizar de acuerdo con las encías, huesos y masticación cuál es la ubicación ideal. Colocar implantes es como poner pilares de ingeniería mecánica y arquitectónica”, explica la doctora Infante.
Al masticar, los músculos de la boca ejercen una presión de alrededor de una tonelada 200. Esto debe tomarse en consideración para distribuir bien las fuerzas y evitar la pérdida del implante. La destreza del cirujano es otro factor clave, ya que debe evaluar la calidad de hueso, si se necesita injerto y qué tipo de restauraciones provisionales son las mejores para no afectar los implantes recién colocados.
“Un buen diagnóstico, adecuada medición y perfecta colocación de piezas de calidad, permiten que el implante dure hasta 25 años en la boca sin problemas”, asevera la doctora Infante quien considera que este tipo de tratamiento sólo debería ser realizado por expertos altamente capacitados que tengan casos de éxito comprobados. En su opinión, algunas franquicias dentales no siempre ofrecen buenos diagnósticos.