Ante una eventual deportación masiva de migrantes indocumentados de Estados Unidos, connacionales o no, el país no puede recibirlos a menos que soliciten refugio o visa por razones humanitarias.
Martín Íñiguez Ramos, académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, afirmó, que México no está obligado a admitir extranjeros indocumentados deportados sólo porque a EU se le antoja. Debe seguirse un protocolo establecido por el Instituto Nacional de Migración (INM) y una serie de mecanismos internacionales. “No es cuestión de que los norteamericanos digan ‘ahí te va tal cantidad de extranjeros y ahí se te quedan’; eso no se puede hacer”.
La repatriación de mexicanos a territorio nacional es un proceso natural para el cual el INM ha establecido un reglamento que le permite determinar si se trata o no de connacionales.
Pero la Unión Americana no puede regresar a nuestra frontera norte a los indocumentados de otros países, porque estaría violentando los acuerdos contenidos en los diferentes tratados firmados por ambas naciones sobre este tema, reiteró.
De hecho, prosiguió Íñiguez, en el caso de Ciudad Juárez, por ejemplo, los agentes migratorios mexicanos están capacitados para determinar, mediante un protocolo, si los repatriados son o no mexicanos.
“México debe poner sus límites. Si hay muchos deportados no tendremos la capacidad administrativa para aplicar las entrevistas previas para su repatriación a territorio nacional; ése sería el único problema. Aunque es ilógico que Estados Unidos haga deportaciones masivas, no le conviene”, opinó.
Las deportaciones siempre han existido. A partir de la década de los 80, EU considera a la migración un tema de seguridad nacional, pero también con Ronald Reagan se creó la Ley de Reforma y Control de Inmigración, que permitió la naturalización de más de tres millones de indocumentados, en su mayoría mexicanos.
Con Barack Obama la migración vivió los peores momentos, subrayó. La administración del expresidente deportó cerca de 2.8 millones de mexicanos.
“Esperemos a ver qué hace Donald Trump con esta orden ejecutiva y su aplicación, pero en general podría decir que el actual presidente de Estados Unidos no rebasará lo hecho por su antecesor”, finalizó.