Donald Trump se mordió la lengua y al final quedó como un cobarde en campaña

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Nigromante
Por José Vilchis Guerrero

Desde que inició su campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos Donald Trump involucró a México para exacerbar los ánimos racistas de amplios sectores de la población estadunidense que se fueron por la vía de la xenofobia que corre por sus venas y votaron por aquel que refleja a la fecha sus odios racistas hacia los mexicanos.

La oferta de crear un muro para impedir la entrada a su país a los latinoamericanos fue la bandera que enardeció a los electores a su favor, a pesar de la sospecha de expertos en la materia de las deficiencias mentales del candidato republicano, que no oculta a la fecha su repudio a los migrantes mexicanos, a pesar de que él mismo proviene de la migración europea.

Sus ancestros llegaron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX a Estados Unidos. “Friedrich Trump (o Trumpf, como fue registrado su apellido al llegar al nuevo continente) tenía 16 años de edad cuando el 19 de octubre de 1885 contempló por primera vez la bahía de Nueva York,
donde por entonces aún se estaba ensamblando la Estatua de la Libertad. Había hecho unatravesía de unos 10 días desde la ciudad de Bremen, al norte de Alemania”.

Como todos los inmigrantes Friederich llegó a Nueva York luego de un largo y duro viaje de varios días con la intención de buscar fortuna para enviar dinero a su familia -madre y cuatro hermanos- que había dejado en su pueblo natal, relata Ángel Bermúdez, de BBC Mundo. “No sabía inglés y también, como tantos otros inmigrantes, fue acogido durante varios años en la casa de una hermana mayor que se había instalado en Estados Unidos antes que él. 122 años después de su
llegada al centro de Castle Garden, en el extremo sur de Manhattan, su nieto se convertiría en el 45º presidente de Estados Unidos: Donald Trump”.

Tenía un catre para dormir y, en los días en los que el mar estaba en calma, recibía una comida. Nada sofisticado, cuenta a Bermúdez Gwenda Blair, autora del libro The Trumps: Three Generations of Builders and a President (Los Trump: tres generaciones de constructores y un presidente).

Por su parte, Mary Anne MacLeod desembarcó en Nueva York el 11 de mayo de 1930. La mujer que en 1946 se convertiría en la madre del magnate Donald Trump, entró legalmente a Estados Unidos procedente de su natal Escocia. Pero contrario a la idea extendida de que primero viajó como turista y luego regresó para casarse con el constructor Fred Trump, los documentos de aduana indican que desde el principio tenía intenciones de quedarse en el país, según Bermúdez.

“Su nombre aparece en los registros de inmigración de la época digitalizados por la Fundación Estatua de la Libertad – Isla de Ellis, que conserva los datos de más de 51 millones de viajeros que llegaron a Estados Unidos entre 1892 y 1957 a través de dicha isla y del puerto de Nueva York.

Según esos documentos, MacLeod embarcó el 2 de mayo de 1930 en el puerto de Glasgow rumbo a Estados Unidos, adonde llegó nueve días más tarde a bordo del barco Transilvania”.

Vino con una visa de inmigrante para tener una residencia permanente", le dijo a BBC Mundo Barry Moreno, historiador del Museo Nacional de Inmigración de la Isla de Ellis en Nueva York, tras analizar el registro de pasajeros de la embarcación. Su visado #26698 había sido emitido en Glasgow el 17 de febrero de 1930, justo tres meses antes del viaje”.

Ayer, jueves 9, Donald Trump celebró la decisión de la Corte de Apelaciones de Nueva Orleans de levantar la restricción judicial para utilizar 3.6 mil millones de dólares en la construcción de una parte del muro en la frontera con México. Utilizó sus redes para difundir: “Última Hora: La Corte de Apelaciones del Quinto Circuito acaba de revertir la decisión de una Corte y nos dio luz verde para construir una de las secciones más grandes del tan necesitado muro en la frontera sur, 4 billones de dólares. ¡El muro entero está en construcción o preparado para iniciar!”, escribió Trump en su cuenta de Twitter.

https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1215268595707543552?s=20

En diciembre de 2019 la Corte de Distrito de El Paso, Texas, había otorgado un fallo temporal para frenar la construcción del muro tras calificar como ilegal la declaratoria de emergencia nacional muromigratoria en Estados Unidos, emitida por el magnate un año antes.

Trump finalizó 2019 con serios problemas que le han afectado en su carrera a la reelección a la que aspira desde mediados del año anterior, pues revivió el fantasma de las irregularidades en su ascenso al poder en medio de sospechas de fraude electoral que fueron saliendo a flote en su accidentada administración y que lo han llevado a un juicio político del que no se libró luego de comprobarse sórdidas maniobras que le fueron descubriendo sus adversarios demócratas.

El belicoso mandatario estadunidense, que enfrenta un juicio político y el conflicto armamentista con Irán, se ha complicado la vida a partir de diciembre anterior. Para colmo, mal asesorado o por sus pistolas, reveló que bajo su dirección ordenó un bombardeo en Bagdad el jueves 2 de enero, en el que falleció el general iraní Qasem Suleimani. Hasta entonces ignoraba Trump que se trataba del Comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución, identificado por
Washington como grupo terrorista, pero que es la figura sin la que no se puede entender la configuración actual del Oriente Medio.

Para los iraníes, sus aliados y simpatizantes, el general Suleimani era un auténtico héroe revolucionario que se convirtió en el principal puntal de la resistencia de su pueblo y los demás de la zona frente a la permanente intervención de Estados Unidos y Gran Bretaña y ante las agresiones de sus enemigos árabes sunitas. Para ambos aliados era el inspirador más influyente de
los grupos terroristas que les han asestado derrotas y pérdidas. En los hechos, se le reconoce su  influencia iraní que corre de Teherán, en el Mar Caspio, hasta la capital libanesa, Beirut, en el Mediterráneo, pasando por la iraquí Bagdad y la siria Damasco, presionando en el Golfo Pérsico e incluso extendiéndose hasta Saná, capital yemenita en la confluencia de los mares Índico y Rojo, escribió Témoris Grecko.

“Sin duda, el general fue popular entre los grandes sectores de la población de la secta chiita del Islam, especialmente en Siria donde fue inmensa e indispensable su contribución para que el gobierno del presidente Bashar al Assad haya revertido la tendencia de la guerra civil y llegado hasta el punto donde está ahora, cerca de ganarla. Sólo algunos sectores chiitas y los fieles de la secta sunita lo consideraban un enemigo”.

El asesinato de Suleimani por ataque de dron el jueves 2 fue ordenado por el presidente Trump, quien hasta hace poco no sabía de la existencia del general iraní ni entendía cuál era su peso en la región, despertando la amenaza de una escalada sin control que podría provocar una confrontación militar regional como no se ha visto desde la Segunda Guerra Mundial.

La génesis de esta nueva crisis entre Estados Unidos e Irán aparentemente se encuentra en diversos incidentes ocurridos durante el fin de año: primero, la muerte de un contratista estadunidense ocurrida el 27 de diciembre último en Kirkuk, Irak; después, el bombardeo contra un campamento de la milicia proiraní Katab’i Hezbollah el día 29, con un saldo de 25 muertos, seguida de la toma momentánea de la embajada de EU en Bagdad, el 31 de diciembre, que fue sorprendente y alarmante, pero calculada porque nadie murió, escribió Grecko.

“Sin embargo, los roces entre ambas naciones se intensificaron desde el 14 de septiembre último: el régimen iraní le dio una tremenda bofetada pública al gobierno de Donald Trump. Luego de que el mandatario estadunidense amenazó con destruirlos, los iraníes atacaron el mayor complejo petrolero del mundo que se encuentra en Arabia Saudita, exhibiendo su vulnerabilidad y poniendo en shock los mercados energéticos globales, con alzas de hasta 8% en los precios de los
hidrocarburos”.

Decidido a imponer su voluntad, en esa ocasión Donald Trump tuvo que morderse la lengua, pero en cuanto tuvo una oportunidad, el estadunidense golpeó profundamente y donde más les dolió a los iraníes. El problema que puede atizar el conflicto es que los líderes de la República Islámica siguen la misma doctrina que Israel: “Para que te respeten debes infundir miedo y para infundir miedo cada represalia tuya tiene que ser mucho más dañina que el dolor que te hayan causado”.
En ese contexto, el viernes 3 subió el precio del petróleo 4%. Se trata de una primera reacción ante un escenario imprevisible: el mundo quedó a la espera de la venganza.

Según este análisis, la presidencia de George W. Bush dio un giro dramático tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. Hasta entonces, el ánimo de los estadunidenses, reacios a involucrarse en conflictos que causen muertes de sus soldados y enormes gastos, había limitado las posibilidades de aprovechar la condición de potencia mundial única adquirida diez años antes con el colapso de la Unión Soviética.

Tras el asesinato de Suleimani, que causó la indignación de las facciones chiitas, que se unieron para castigar a Washington, en la disyuntiva de convertirse en una fuerza ocupante contra la voluntad del gobierno local o si se resigna a salir humillado de Irán. Dicho escenario sería sólo la primera consecuencia de la orden de Trump de matar a una figura de primer nivel como Suleimani. Los líderes musulmanes le advirtieron: “podrían vernos como Vietnam que los humilló”.

Al final, decidió frenar los ataques, pese a la represalia iraní que bombardeó la embajada estadunidense, donde fallecieron 80 personas, según la televisión de ese país. La decisión de Trump, que lo exhibe como un cobarde, al final evitó complicar el conflicto que podría desencadenar una tercera (y última) guerra mundial y la extinción del género humano.