Popocatépetl cumple 25 años de actividad

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Expertos de la UNAM indicaron que a pesar de que se da la impresión de que la actividad del volcán Popocatépetl va aumentando, hay un equilibrio de fuerzas que indica que hay una situación estable.

En el último cuarto de siglo, el volcán Popocatépetl ha marcado cambios en el país y ha evidenciado el impacto del conocimiento científico en beneficio de la sociedad, especialmente para impulsar medidas de protección, coincidieron expertos en el Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

 

Al inaugurar el encuentro “El Popocatépetl: 25 años de actividad eruptiva”, Guadalupe Valencia García, coordinadora de Humanidades, recordó que han pasado dos décadas y media desde que el volcán se manifestó como ente vivo ante la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Estado de México. “En 1994 el país era una tierra convulsa, y no es de extrañar que él también manifestara su sentir ante una nación que se contenía para no explotar”.

Por su parte, Carlos Valdés González, director del Centro de Estudios Mexicanos UNAM Costa Rica, recordó que nuestro territorio tiene más de dos mil volcanes, 12 de ellos considerados activos o peligrosos, y cerca de los cuales vive aproximadamente 75 por ciento de la población.

De diciembre de 1994 a 2019, ha presentado más de 83 domos o tapones, lo que implica que hay un equilibrio entre el material que asciende y su destrucción. Además, se han analizado más de cinco mil 500 sismos originados en el coloso, donde la actividad principal se localiza a dos kilómetros sobre el nivel del mar y hasta dos kilómetros por debajo del nivel del mar.

Mejor monitoreo volcánico

En los últimos dos años, la UNAM, el Servicio Sismológico Nacional y el Cenapred han realizado importantes esfuerzos para modernizar la red sismológica y de geofísica del Popocatépetl, destacó Marco Caló, investigador del IGf.

Esto implicó no sólo la reparación de los equipos que ya no funcionaban, sino la instalación de sensores sísmicos de última generación; colocar equipos de GPS para las estaciones más cercanas al cráter; sensores de monitoreo meteorológico; instalación de video de alta definición y un sistema de transmisión de datos robusto capaz de garantizar el monitoreo también en caso de eventos mayores.

“Todas las estaciones que monitorean el volcán están sujetas a un peligro muy elevado por la caída de balísticos, y si añadimos el peligro de lahares (flujos de sedimento y agua), todas las estaciones podrían ser afectadas en caso de un evento mayor”, detalló.

La idea era modernizar y hacer más eficientes las estaciones alrededor del volcán, además de tener nuevas estaciones que estén más alejadas, pero que permitan tener control de lo que ocurre bajo el volcán, sin dejar de lado un sistema híbrido de transmisión de datos que aprovechen los sistemas satelitales y los servicios de radio.

Con estos sistemas los expertos esperan conocer mejor la estructura interna del volcán, algo difícil de lograr, pero con los nuevos sistemas se podrá “tener una resolución exhaustiva que permita caracterizar cámaras magmáticas, conductos y estructuras que aún no se conocen, pero que podrían tener una gran implicación en el estudio del Popo”, finalizó el investigador.