La opacidad como sistema

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SemMéxico.- En marzo de 2013 el Senado de la República aprobó el dictamen para otorgar una presea, cada año, a partir de 2014 a una mujer mexicana que por su vida, labor o conquistas se equipare a la pelea, persistencia, posición política y compromiso social de la creadora de las ligas campesinas feministas en la mejor época de la Revolución Mexicana, Elvia Carrillo Puerto (1881-1967).

Las propuestas a quien será distinguida, en el marco de la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, las hace  la Comisión de Igualdad y Género del Senado de la República, respondiendo a un acuerdo interno. No obstante  hasta ahora, nadie sabe cómo se hace, qué características de las candidatas pesan, cómo se vota, cuáles son los criterios de selección. No se sabe quién propone y por qué.

La han recibido la académica, feminista y ex diputada Marcela Lagarde y de los Ríos  en 2014, luego de su militancia de más de 30 años; la embajadora emérita Carmen Moreno Toscano,  en 2015, tras 40 años de labor nacional e internacional por los derechos de las mujeres, y Rosario Marín, ex tesorera de los Estados Unidos, distinguida republicana, sin militancia feminista; ahora una académica, defensora de los derechos humanos, y sin historia feminista, Gloria  Ramírez Hernández.

¿Qué entraña esta distinción? Al menos tener alguna de las característica de la llamada Monja Roja del Mayab, una luchadora social, integrante del partido socialista del Sureste, distinguida por su persistencia a favor de la vida, la libertad y los derechos de las mujeres, feminista, sufragista, organizadora de las mujeres. Recibir esta distinción con su nombre enaltece la lucha feminista de las mujeres.

Lagarde y de los Ríos consiguió la ley de acceso de las mujeres a una vida sin violencia; Moreno Toscano gestionó incansablemente los derechos de las mujeres en los organismos multilaterales y no ha dejado de hacerlo, Marín creó una institución para niños y niñas discapacitadas, y reafirma con su conducta el sacrificio de las madres, su vida, no obstante es la lucha por su propia construcción y su persistencia de salir adelante.

Por eso me pregunto ¿cómo se decide? ¿qué pesa para ser distinguida? Tengo una lista de luchadoras sociales, exitosas, si la palabra cabe, quienes han conseguido avanzar los derechos de las mujeres, de todos los orígenes políticos, sociales y de clase.

Miren, una priista comprometida, Ma. Elena Chapa, que caminó todo el país para lograr la primera cuota de participación política de las mujeres en su partido; que nos representó con demandas y acciones en la ONU, funcionaria pública en género; una feminista indiscutible, Marta Lamas, a quien debemos el logro del aborto en la capital del país, creadora incansable de instituciones, desde el primer centro de análisis de la condición de las trabajadoras del hogar hasta una escuela de cuadros como el Instituto Simone de Beauvoir.

Amalia García Medina, quien peleó durante 20 años al interior de su partido por los derechos de las mujeres, activista y política, claramente feminista; Rosario Ibarra de Piedra, quien hizo visibles a miles de mujeres madres, esposas y hermanas de los desaparecidos, ex senadora de la República; Teresa Ulloa, por su persistencia, militancia y audacia en la tarea interminable por las mujeres en la trata internacional, abogada litigante, organizadora de mujeres, y podrían reconocer pos morten a otras muchas orgullosamente luchadoras sociales o políticas feministas, evidentemente influyentes en los avances de las mujeres.

La distinguida, este año tiene méritos indiscutibles, pero nada que ver con lo que se quiere exaltar.

El Senado de la República otorga esta distinción equiparable a la Medalla Belisario Domínguez creada en 1953 para reconocer los mejores servicios a la patria, la ciencia, la cultura o la tecnología a hombres y mujeres, con la memoria del prócer de la libertad de pensamiento y  acción, se honra con hombres y mujeres que se le asemejan.

Lo mismo se quiso hacer con la medalla Elvia Carrillo Puerto. Por eso he puesto mi lista, ya que Elvia Carrillo Puerto fue una lideresa feminista, quien consagró su vida a lograr el sufragio femenino. Además  luchó por los derechos sexuales y reproductivos, por la libertad sexual, por el divorcio. Fue electa diputada en el Congreso de Yucatán en el año de 1923 con lo que la convirtió en la primera mujer mexicana en asumir ese cargo de representación popular.

Y este último fue uno de los argumentos para crear la medalla, propuesta  de la senadora Diva Adalmira Gatélum, presidenta de la comisión de Igualdad de Género, pensando en las feministas que han logrado avances en la representación política, los más claros de nuestra época, porque la paridad en la Constitución es algo irreversible y fundamental para la participación de las mujeres en la toma de decisiones.

Y ahí están en la comisión las feministas Lucero Saldaña y Angélica de la Peña, y yo les pregunto ¿Cómo fue la selección? ¿Qué están premiando? ¿Por qué tener miedo a las mujeres luchadoras, necias, radicales, que nos han dado piso, techo y derechos por  su persistencia? Y podría agregar a la lista a Ma. de los Ángeles Moreno; a Silvia Hernández, a Clara Sherer, a Dulce Ma. Sauri,  a Patricia Mercado, a Rosario Robles, a Dolores Padierna, cada una de ellas ha puesto su vida y su tarea a conseguir los derechos políticos, comunitarios, por la igualdad; han organizado mujeres, ha hecho un labor incansable de promoción de los derechos humanos de las mujeres, algunas de ellas ha escrito libros, ha peleado en los tribunales, ha hecho iniciativas de ley, han conseguido “incidir” en la política pública, ha dado clases en las universidades, y también como la distinguida ahora, han hecho informes sombra, informes importantes,  ¿por qué ninguna de ellas?, con mucho más tarea e historia.

Al no haber trasparencia, ni debate, ni candidatas claras, ni biografías elocuentes, no nos dejan saber las senadoras porque y como deciden; la transparencia y el debate son dos atributos de la democracia, lamentablemente hoy, se ha pasado por alto.

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