Muere Ernesto Cardenal, el sacerdote “poeta y revolucionario”

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MANAGUA, NICARAGUA.- La poesía ya había hecho de Ernesto Cardenal una figura de renombre internacional cuando una fotografía cimentó el estatus icónico del sacerdote nicaragüense, que falleció en Managua este domingo a los 95 años.

Escucha mis palabras oh Señor
Oye mis gemidos
Escucha mi protesta
Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores
ni partidario de su política
ni te influencia la propaganda
ni estás en sociedad con el gángster.

No existe sinceridad en sus discursos
ni en sus declaraciones de prensa

Hablan de paz en sus discursos
mientras aumentan su producción de guerra

Hablan de paz en las Conferencias de Paz
y en secreto se preparan para la guerra

Sus radios mentirosos rugen toda la noche

Sus escritorios están llenos de planes criminales
y expedientes siniestros
Pero tú me salvarás de sus planes

Hablan con la boca de las ametralladoras
sus lenguas relucientes
son las bayonetas…
Castígalos oh Dios
malogra su política
confunde sus memorándums
impide sus programas

A la hora de la Sirena de Alarma
tú estarás conmigo
tú serás mi refugio el día de la Bomba

Al que no cree en la mentira de sus anuncios comerciales
ni en sus campañas publicitarias, ni en sus campañas políticas
tú lo bendices
lo rodeas con tu amor
como con tanques blindados.

Ernesto Cardenal fue conocido, ante todo, por su obra poética, que le ha merecido varios premios internacionales. Fue uno de los más destacados defensores de la teología de la liberación en América Latina y ministro de cultura del gobierno surgido de la Revolución Nicaragüense tras su triunfo el 9 de julio de 1979 hasta 1987.
Ernesto Cardenal nació el 20 de febrero de 1925 en Granada, Nicaragua, en el seno de una de las familias más respetables del país. Durante su infancia residió en la Casa de los leones, uno de los edificios más relevantes de esa ciudad. La infancia de Ernesto Cardenal se parece en ciertos aspectos a la de Rubén Darío.
En 1959 abandonó el monasterio para estudiar teología en Cuernavaca (México).​ Cardenal fue ordenado sacerdote en Managua en 1965 y luego fundó una comunidad cristiana, casi monástica, en una de las islas del archipiélago de Solentiname en el lago Cocibolca, el Gran Lago de Nicaragua. Ahí escribió el famoso libro El Evangelio de Solentiname y fundó una comunidad de pescadores y artistas primitivistas que se hizo mundialmente famosa. Cardenal pasaba sus vacaciones en esas islas, donde leía las obras completas de Rubén Darío, escribía o dirigía la misa de Semana Santa en la pequeña iglesia de la localidad.
En 1971 viajó a Chile donde se reunió con el presidente Salvador Allende. Según cuenta Cardenal, su visita al país sudamericano se dio el mismo día en que llegó la noticia del Premio Nobel de Literatura a Pablo Neruda, poeta chileno de quien el nicaragüense reconoció una gran influencia en su obra y de la cual le costó “librarse”.
Partidario de una “revolución desprovista de venganza”,​ Cardenal colaboró estrechamente con el Frente Sandinista de Liberación Nacional en la lucha contra el régimen de Somoza. Tras el triunfo de la Revolución Nicaragüense el 19 de julio de 1979, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que ostentó hasta 1987, año en el que el ministerio se cerró por razones económicas, derivadas del hostigamiento amado impulsado y apoyado por Estados Unidos. En 1980 recibió el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán.
El 4 de marzo de 1983 el papa Juan Pablo II visitó Nicaragua y en la recepción ofrecida por el gobierno nicaragüense, Ernesto Cardenal lo recibió arrodillado. Wojtyla, con gesto duro y el dedo índice señalándole, lo reprendió públicamente por formar parte del Gobierno Sandinista. La imagen, que se produjo ante las cámaras de televisión que transmitían a todo el mundo, dio la vuelta al mundo y se convirtió en el icono de la lucha de Juan Pablo II contra las ideas sandinistas y de izquierda. El papa recriminó a Cardenal que propagara doctrinas apóstatas y formara parte del gobierno sandinista.​


En la imagen se le ve con su inconfundible barba y cotona blancas, arrodillado ante el papa Juan Pablo II y esbozando una leve sonrisa, su eterna boina negra reposando humildemente en una de sus rodillas.
El papa, con gesto adusto y un dedo acusador, lo amonesta públicamente:
“Usted debe regularizar su situación”, fue el regaño público de Juan Pablo II durante su primera visita a tierras centroamericanas.
“Como no contesté nada, volvió a repetir la brusca admonición. Mientras, enfocaban todas las cámaras del mundo”, contaría luego el poeta y sacerdote en su autobiografía.
El 4 de febrero de 1984​ ―en el marco de la Guerra fría―, el papa Juan Pablo II suspendió a divinis del ejercicio del sacerdocio a los sacerdotes Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal, Miguel D’Escoto, y Edgard Parrales debido a su adscripción a la teología de la liberación.​
Treinta años después, el 4 de agosto de 2014, en un gesto de reconciliación del Vaticano, el Papa Francisco le otorgó la absolución de la “censura canónica” a través de una carta y la celebración de la primera eucaristía en compañía del nuncio apostólico en Nicaragua, Stanislaw Waldemar.
Cardenal abandonó el FSLN en 1994, en protesta contra la dirección de Daniel Ortega, y más tarde dio su apoyo moral al Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y a la Alianza Partido MRS durante las elecciones de 2006, al igual que otros destacados literatos nicaragüenses como Gioconda Belli y Sergio Ramírez Mercado, fundador del MRS.


En mayo de 2005 fue nominado al Premio Nobel de Literatura, que no recibió. Dos meses más tarde, participó en la inauguración de Telesur, junto a personalidades como Danny Glover, Eduardo Galeano, Pino Solanas y Adolfo Pérez Esquivel.​ Ese mismo año recibió, como presidente de la Asociación para el desarrollo de Solentiname, el Reconocimiento Internacional Foca Mediterránea, distinción otorgada por Mediterrania y la Diputación de Tarragona “en reconocimiento a su trayectoria personal, su compromiso personal en los conflictos de su país, Nicaragua, su extensa obra literaria y especialmente su dedicación al archipiélago de Solentiname con lo que nos ha mostrado ser una persona comprometida con su tierra y con su gente”.
Cardenal viajó a México en 2007, país donde, entre otras actividades, se entrevistó con el subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y participó en el XII Encuentro Hispanoamericano de Escritores Horas de Junio. Organizado por la Universidad de Sonora, ese año estuvo dedicado al poeta nicaragüense, quien hizo una lectura de Polvo de estrellas, sobre la utopía social, y dio un recital de sus poemas en el auditorio de la Sociedad Sonorense de Historia.
El 27 de julio de 2009 recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda de manos de la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. En abril de 2010, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua12​ y dos años más tarde fue distinguido con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (XXI edición). Fue presidente honorífico de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET).​
El obispo auxiliar de Managua Silvio José Báez hizo pública una fotografía arrodillado ante la cama de Ernesto Cardenal en el hospital donde estuvo ingresado por insuficiencia renal, explicando que el obispo había pedido a Ernesto Cardenal su bendición como sacerdote de la Iglesia Católica a lo cual él accedió.​
Había sido ingresado en el hospital managüense el 4 de febrero debido a fallos renales y cardíacos, donde recibió el alta. Falleció en Managua un mes después, el 1 de marzo de 2020, a los noventa y cinco años. ​
En sus últimos años, Cardenal aún continuó con su producción literaria, publicando dos libros de poesía para la editorial Anama, tanto en su cumpleaños número 93 y 94. Ambas publicaciones fueron tituladas Así en la tierra como en el Cielo e Hijos de las estrellas, respectivamente.
Para este martes, se tiene programada en una Misa en la Catedral de Managua por motivo de su muerte. Según anunciaron sus familiares y amigos, su entierro será en la Comunidad de Solentiname, el próximo sábado 7 en una ceremonia especial y Misa de exequias.
Y después de la vida, ¿qué puede haber?, le preguntaba Antonio Lucas: “naturalmente queda la muerte, que es otra vida. Una vida mejor”, respondió el poeta Trapense, que este domingo dejó este mundo en la tierra que lo vio nacer; su amada Nicaragua.