Anodina, lacerada y parda, la Ciudad de México: Margo Glantz

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“La verdad es un concepto fascista que sólo sirve a la opresión”

(Segunda de tres partes)

La nonagenaria escritora y académica Margo Glantz recibió un reconocimiento por parte de sus colegas y amigos en un seminario denominado “Celebrando a Margo Glantz”, que tuvo lugar en el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim y fue organizado por su director, el historiador Manuel Ramos Medina.

El interesante coloquio se dividió en dos partes, una dedicada al ensayo y otra a la ficción, géneros que predominan en la vasta obra de Margo Glantz, quien forma parte del Consejo Consultivo del CEHM desde 1996; sin embargo, muchos de los ponentes que participaron en el segmento de literatura, inevitablemente tocaron el tema del ensayo.

Julieta García, escritora, editora y articulista, refirió que en la obra narrativa de Margo Glantz el cuerpo es donde se pueden leer los signos del pasado y del futuro, la piel, la boca, el cabello son una suerte de tarots que permiten ver qué pasará a partir de lo que ya sucedió, porque llevan siempre la marca del tiempo transcurrido.

Y un ejemplo fehaciente es la novela ‘El rastro’, en la cual la protagonista diserta sobre lo inevitable de la transformación a la que todos nos someteremos eventualmente, y a eso que se le pega al cuerpo conforme avanzan los días y que culmina con la muerte, apuntó quien es escritora residente de la Universidad de Maryland, en Baltimore.

Asimismo, Glantz habla en su obra de ciudades, especialmente de la de México, que recorre con los ojos de su pasado y de su presente; esta urbe que fue tan hermosa le genera a la autora sorpresa por su transformación en algo más que horrible, en anodino, las laceraciones que el paso del tiempo deja son muy obvias, se tiran edificios históricos para construir moles sin rostro, se esfuman parques, montañas, el mismo cielo hace mutis, ahora puro color pardo, aliento de enfermedad, y la voz narrativa consigna sus enfermedades como un médico lo hace con los padecimientos en su bitácora, que usará después para levantar el acta de defunción.

La literatura de Glantz, a diferencia de lo que sucede con otras, es irreductible, se trata de una literatura de literaturas que abreva de la vida cotidiana, de ese corpus que somos todos nosotros; sus narradores son capaces del mismo grado de crueldad que de compasión y de afecto, y lo narrado suele ser a la vez brutal y divertido; esta capacidad de escribir cosas que dan risa, aunque sean dolorosas, es envidiable y admirable, sostuvo Julieta García.

El editor y escritor Oscar Benassini, copropietario de la librería de segunda mano ‘La Murciélaga’, en la Ciudad de México, fue muy conciso al decir que la escritura de Margo es biológica e incontenible, corporal; es una escritura elástica y fluida como éter.

A su vez, el escritor mexicano Mario Bellatín glosó algunas consideraciones de la propia Margo Glantz sobre su literatura, que la describen tal cual es. “Yo no tuve una gran cantidad de lectores, debo incluso decir que fueron muy pocos los interesados en mis libros, sin embargo, cuando apareció publicada mi cuarta novela, ‘Las genealogías’, ya era bastante conocida, había páginas enteras en todas las revistas y suplementos literarios que explicaban cómo mi obra no sólo era ilegible, sino casi imposible de leer; en ese texto había un uso de la lengua muy correcto, muy puro, muy preciso y por ello el libro podía servir para aprender lengua, pero, curiosamente no podía ser leído por los lingüistas, pues les parecía ilegible, qué extraño, ¿no?”.

Agrega Bellatín este comentario de Margo: “’Las genealogías’, que yo consideraba una obra maestra -cosa que se constató tiempo después- apareció como una novela totalmente incomprensible, se vendieron sólo 440 ejemplares; ¿se dan cuenta?, para ser una académica célebre de la que todo el mundo hablaba, se vendían sólo 440 de una novela”.

Por último, el también teólogo y comunicador aludió a una aclaración de Glantz sobre la afirmación del novelista francés Claude Simon, de que el escritor tiene derecho a equivocarse, pero no a mentir; “eso es muy curioso porque un tejido de mentiras es mucho más interesante que la verdad, pues es más vasto; la verdad, en cambio, es un poco limitante. Lewis Carroll afirmó que la mentira es más interesante que la verdad porque abarca una posibilidad infinitamente más amplia y excitante. Además, el concepto de verdad es una idea bastante cuestionable, yo no sé qué es la verdad de mi infancia, una verdad que yo no comprendo, hay verdades momentáneas, vacilantes y provisionales, pero la verdad no existe, a fin de cuentas, la verdad es un concepto fascista que sirve solamente a la opresión”.

Desde otro ángulo, la poeta y maestra en Letras Latinoamericanas por la UNAM, Yolanda Segura, situó a Margo Glantz entre los escritores, no que estén adelantados a su tiempo, sino que saben medir el pulso, que se conectan con las sensibilidades, que pueden escuchar y asombrarse ante lo que el resto de sus contemporáneos cancela, minimiza o desdeña.

En cuanto a las nuevas generaciones, apuntó Segura, Margo ni asume, ni pregunta, ni obvia; empero, está, escucha, afirma sin autorizarse; Margo comparte y dialoga, dice que no entiende el ‘rollito’ de los tatuajes, pero sostiene que sería bueno intentar trazar una poética con una fisiología de las redes sociales. Sin embargo, su escritura, especialmente en ‘Y por mirarlo todo, nada veía’, sabe integrar esa fisiología y devolvernos con ella algo como un pensamiento transformado.

Que la vida nos siga dando la vida de Margo y sobre todo su modo de mirar sorprendido, que igual pone atención en las luces de Coyoacán, que en las flores moradas o los poemas de Alfonsina Storni, remató la poeta.

En su intervención, el novelista, ensayista y traductor Pablo Soler Frost habló de la obra de Glantz en general; dijo que la autora toma la observación de la fragmentariedad como una manera de observarse a sí misma, de quien sabe por qué incluyendo todos los hilos se encuentra en una sola madeja y que desmadejar o cardar son las metáforas más excelentes de nuestra precaria condición como escribas de los espectáculos que se desarrollan ante nuestros ojos, en nuestras pantallas o en nuestros espejos.

“Sus investigaciones académicas revelan, por lo tanto, otros hilos: la Malinche, Sor Juana, las mujeres de Pedro Páramo son algunas de las contribuciones de Margo Glantz al esclarecimiento de la historia y la literatura en México, creo que en ella se han anudado onda y escritura en México”, finalizó.

(Concluirá)