El 30% de las mujeres en México padece violencia psicológica dentro de su hogar o trabajo y después de tres meses o más de este tipo de maltrato, el 15% de las víctimas tiende a considerarlo “natural”, alerta Alejandro Desfassiax, autor de Cómo poner una alto a la inseguridad en México.
Lo más preocupante es que la victimización es una conducta aprendida y las hijas de mujeres abusadas psicológicamente tenderán a repetir esos patrones al involucrarse con personas potencialmente violentas comenta el presidente fundador del Consejo Nacional de Seguridad Privada.
“El abuso psicológico no está tipificado como delito. El Código penal sólo lo considera delito si existe violación (artículo 265). Sin embargo, éste puede generar serios daños a la víctima como sensación de inutilidad, temor, torpeza, insomnio, neurosis, bipolaridad, paranoia, depresión e incluso suicidio”, refiere el experto.
En los últimos seis años “testificamos cómo el abuso emocional puede tomar distintas formas. Así existe dependencia emocional, económica, negligencia emocional o física, abuso de poder, intelectual, sexual, emocional o cultural por mencionar los casos más frecuentes”, comenta Desfassiaux.
De acuerdo al autor del bestseller de seguridad, la violencia psicológica es una constante en los casos de violencia intrafamiliar, accidentes constantes o ausentismo en el ámbito laboral.
En general esta violencia psicológica la ejerce un hombre contra una mujer, pero cada vez existen más casos en los que los victimarios del abuso psicológico son del sexo femenino contra las propias mujeres.
De cada 100 casos documentados de violencia psicológica, “en el que sólo denuncia el 1% de las víctimas en México”, un solo caso corresponde a víctimas masculinas. Se trata de un delito contra las mujeres. Es un retrato machista de nuestra sociedad.
Simultáneamente, las amas de casa son las personas más proclives a este tipo de maltrato. “Las personas que trabajan en el hogar son las más vulnerables porque realizan un trabajo no remunerado. Requiere dependencia económica, pero también emocional porque la interacción con los demás muchas veces se reduce al trato familiar, a un pequeño mundo del que debe recibir reconocimiento y afecto. Si esto no ocurre hay una notable desvalorización”.
El no valorarse no sólo afecta a la víctima sino que crea sociedades sumisas e indiferentes donde se desconoce el poder de decidir y votar, por ejemplo. “Erróneamente se asume que la opinión propia no cuenta. Esto tiene consecuencias familiares, donde se heredan pautas de conducta permisivas con el maltrato, en las empresas disminuyen las aportaciones de innovación y desarrollo y a nivel social se dejan las grandes decisiones de quién y cómo nos gobernarán en manos de desconocidos”, dice Desfassiaux.
En Cómo poner un alto a la inseguridad en México, el experto menciona que los altos índices de criminalidad y violencia aparecen por múltiples causas de índole histórica, geográfica, económica, social y cultural como el bajo nivel educativo, cultura de impunidad, crisis de valores, promoción de la violencia a través de los medios…e incluso el excesivo materialismo.
“Al desempeñar labores que tradicionalmente no realiza la Población Económicamente Activa, como cuidar a la familia y hogar, se asume que el trabajo que se realiza en casa carece de valor y salario y muchas veces es un trabajo percibido con menosprecio”, dice Desfassiaux.
Las víctimas de este maltrato, por paradójico que parezca, son las “amas” de casa, mujeres dedicadas al cuidado de su familia y hogar, en segundo lugar están quienes padecen una enfermedad o viven una crisis importante como acabar de dar a luz, vivir un duelo o experimentar un cambio significativo como un examen, nuevo trabajo o cambio de casa. En tercer lugar se discriminan por causas tan diversas como el aspecto físico, clase sociocultural o edad.
“La víctima puede ser cualquiera en una sociedad irrespetuosa que olvida los parámetros de convivencia básica. El primer escalón a la violencia son las palabras hirientes, humillantes, que sobajan. De ahí proseguirán amenazas y gritos. Después los golpes”, menciona Desfassiaux.
El experto en seguridad refiere que el maltrato emocional se da de manera gradual y generalmente es a través de siete escalones:
1.Dependencia emocional | “Te querré sólo si…” o “sin ti no puedo vivir” |
2.Dependencia económica | “Yo te mantengo, quédate en casa”, “administraré los recursos de los dos porque tú no sabes hacerlo” |
3.Negligencia emocional y/o física | Ignorar o minimizar las necesidades de la víctima |
4.Abuso de poder | Burlas, humillación o desprecio. |
5.Abuso intelectual | Hace sentir intelectualmente inferior a la víctima |
6.Abuso sexual emocional (no físico) | Hojear delante de los niños revistas pornográficas |
7.Abuso cultural | ¿Por qué tienes ese acento tan horrible que deforma mi idioma?, ¿por qué crees tantas tonterías? |
Tres casos de maltrato psicológico
“Reincorporarme al mercado laboral ahora que mis hijos crecieron es muy difícil. A las negativas constantes por emplearme se suma la burla de mi marido que todos los días pregunta socarrónamente si de nuevo me rechazaron.
-Ya déjalo, aconseja entre risitas.
Parece olvidar que estudiamos juntos y yo obtenía mejores calificaciones que él. Bueno, aún no consigo un empleo, pero espero tenerlo pronto”.
Wendy, 42 años, Contadora.
“Mi mundo es mi casa. Mi marido e hija son todo para mí. Aguardo a que regresen para que me platiquen cómo les fue, que hicieron. Por eso, cuando alguno de ellos me mira con desprecio y me dice que no vale la pena explicarme nada porque no entiendo, todo se derrumba. Lo mismo ocurre si se rehúsan a cenar lo que preparé porque invertí mucho tiempo y trabajo en hacerlo. Pareciera que el mundo es mejor fuera de las paredes donde trabajo, vivo y sueño”. Patricia, 33 años, terminó la preparatoria en su natal Colima.
“Doy clases en la Universidad cercana a mi domicilio. Mi marido asume que es un trabajito donde me divierto. Bosteza visiblemente cuando le cuento de mis clases o de las conversaciones que tuve con mis alumnos y otros maestros. Sin embargo, yo me paso horas oyendo sus anécdotas y ayudándole a presentar sus informes. Él es un hombre importante, que gana dinero para mantener la casa. Lo mío sólo es un hobby…no vale la pena”. Laura. 51 años. Odontóloga