Estar alegre no es sinónimo de estar feliz, pues la alegría es una sensación a corto plazo conformada por pequeños episodios que hacen sentir bien, y la felicidad es a largo plazo, explicó Hugo Sánchez, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM.
En ocasión del Día Mundial de la Alegría, que se celebra el 1 de agosto, el especialista señaló que este estado emocional es cuestión de empatía, de ser sensibles ante lo que le ocurre al otro, pero también tiene que ver con el placer, lo que “nos lleva a entender por qué al escuchar música tenemos la sensación de estar contentos”.
En este proceso, expuso, no solo se activan regiones del hemisferio derecho del cerebro relacionadas con la entonación y el ritmo, sino que se liberan neurotransmisores como la dopamina y la serotonina que ayudan a la modulación emocional y permiten tener esa sensación momentánea que nos hace sentir bien.
Sin embargo, también puede ser resultado de situaciones que no son necesariamente felices; por ejemplo, “quienes tienen un familiar en etapa terminal y fallece después de haber sufrido mucho puede brindar una sensación de alegría, aunque sea un evento triste (…) aquí entra la empatía”, refirió Hugo Sánchez.
En tanto, continúo, la felicidad se relaciona con las expectativas que tenemos en la vida y está determinada por el bienestar, la satisfacción de nuestras necesidades primarias, lo que lleva a una sensación de esperanza en el futuro.
En ese sentido, mencionó que aunque no existe una fórmula para estar alegres, sí es posible ser más empáticos como resultado de un proceso terapéutico.
Para disfrutar de las actividades cotidianas y evitar caer en situaciones patológicas que nos deterioran emocionalmente, a veces necesitamos la guía de un profesional de la salud mental, señaló Sánchez.
Entonces, la alegría es buena para la salud, pero también lo es transitar por el resto de los estados emocionales, concluyó el especialista.