ALGAS CORALINAS MANTIENEN EN EQUILIBRIO EL ECOSISTEMA EN COSTAS TROPICALES DE QUINTANA ROO

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En la bahía de Akumal, en Quintana Roo, las algas calcáreas rojas (o algas coralinas) juegan un papel sustancial en el equilibrio del ecosistema; de no ser por estos organismos, ya hubieran desaparecido hectáreas de pastos marinos, la vida en el agua, la playa y, en consecuencia, el santuario de tortugas, afirmó Brigitta Van Tussenbroek, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.

De acuerdo con un estudio realizado por la universitaria sobre mutualismo (interacción biológica benéfica entre individuos de diferentes especies), las algas coralinas han mantenido a los pastos marinos (plantas marinas con flores), que corren el riesgo de ser arrasados por el sobrepastoreo de la tortuga verde, que por ser una especie protegida, en los últimos años ha incrementado su población.

Las praderas de pastos marinos son esenciales en las zonas costeras por su alta productividad; la captura de sedimentos; su capacidad de estabilizar la arena y, por ende, la playa; y para el secuestro de carbono y provisión de alimento para la fauna marina, entre otras funciones.

“Son importantes porque sus hojas atenúan el oleaje, atrapan las partículas finas para que el agua sea clara, y el carbono, con lo que se mitiga el cambio climático global. Son refugio de varios animales acuáticos y comida de la tortuga verde, y fijan la arena de las playas. Junto con los manglares y arrecifes coralinos, forman ecosistemas marinos sumamente relevantes”, subrayó la investigadora de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales Puerto Morelos, de la Universidad Nacional.

Las algas coralinas requieren mucha luz y nutrientes para desarrollarse y formar una mata densa que cubra el fondo del mar. En la bahía de Akumal se dan esas condiciones, porque las tortugas quitan el dosel de los pastos marinos (ramonean), permitiendo que llegue más luz al fondo.

Si se forma una mata densa, los quelonios no pueden comer las bases de las hojas del pasto marino (hierba tortuga), pues evitan las puntas de las algas por ser punzantes.

“La permanencia de la hierba tortuga es esencial para el ecosistema. Con este mutualismo se mantiene un equilibrio y se contribuye a la conservación y recuperación de pastos marinos. Existe una interdependencia, en la que algas coralinas, pastos marinos y tortugas necesitan de los otros para subsistir; en este caso, la aparición excesiva de esas algas salvó a la bahía”, remarcó Brigitta Van Tussenbroek.

Amenazas de las praderas

“Antes de Cristóbal Colón, las tortugas en abundancia probablemente arrasaban con praderas marinas; aunque su recuperación lleva décadas, quizá entonces hubo un equilibrio dinámico de praderas perdidas, en recuperación y ramoneadas. Además, en esos tiempos no había ocupación de personas en la costa que dependiera de los servicios ecosistémicos de esos pastos”, dijo.

Cuando las poblaciones de tortugas disminuyeron por la caza, posiblemente las praderas marinas se extendieron y estabilizaron, pero ahora están amenazadas por la presión humana.

En la actualidad los quelonios están protegidos, sus poblaciones han crecido, y si se aúna la presión de las actividades humanas, podrían constituir una amenaza para las praderas de la hierba tortuga. “Pero es interesante saber que la inesperada explosión poblacional de algas coralinas en la bahía de Akumal brindó una solución natural al sobrepastoreo y evitó que la riqueza del sitio desapareciera”, resumió.

Finalmente, la experta aclaró que los pastos marinos no son sargazo, alga parda del género Sargassum. “La gente ve hojas secas en la arena y les molesta, pero no es sargazo; los residuos de pastos no hacen daño, aunque tienen mal aspecto se deben dejar, y si es posible se debe evitar pisotearlos en el agua, porque son fundadores de un sistema biodiverso”.