La tarde del jueves se convirtió en un hito inolvidable para la historia del rock latinoamericano cuando Aterciopelados, la mítica banda colombiana que ha desafiado géneros y épocas con su sonido visionario, ofreció un concierto silente en el corazón de la Ciudad de México, dentro de las instalaciones de la PlayHaus de Totalplay. Más que un recital, fue una experiencia sensorial, una ceremonia íntima de comunión sonora en donde los asistentes, ataviados con audífonos inalámbricos, se sumergieron en un viaje emocional guiado por las voces y las atmósferas del icónico dúo conformado por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago.
En un entorno donde el bullicio urbano quedó fuera y el silencio se transformó en el lienzo perfecto para pintar emociones, los primeros acordes de “Maligno” inauguraron la experiencia. Cada nota, cada palabra, cada vibración fue percibida con una intensidad casi espiritual, gracias a la arquitectura tecnológica del recinto, que ha sido cuidadosamente concebido por Totalplay no solo como un escenario, sino como un laboratorio creativo, una cápsula inmersiva para el arte y la conexión genuina. La PlayHaus no es un foro cualquiera: es el nuevo núcleo donde el contenido se convierte en experiencia, donde la tecnología se sublima en emoción y donde las marcas se hermanan con la cultura.
Totalplay, visionaria y audaz, ha puesto en manos de los creadores de contenido este espacio sin paralelo, que se yergue como uno de los módulos más importantes para la innovación artística en México. No se trata solamente de un foro, sino de un ecosistema donde se cultiva lo disruptivo, donde se ensayan nuevas formas de encuentro y donde el usuario se transforma en protagonista. Con PlayHaus, la marca redefine el concepto de entretenimiento y abre la puerta a una nueva era de consumo cultural profundamente interactiva y emocionalmente poderosa.
Aterciopelados, con su estandarte feminista, ecologista y rebelde, encontró en este templo moderno un escenario perfecto para revitalizar su legado. “Apocalipsis” resonó como una plegaria urgente al planeta, mientras “Mor” ofreció un momento de dulzura y misticismo en medio del éxtasis colectivo. El éxtasis alcanzó su cenit con “Florecita Rockera”, que floreció en los oídos y corazones de los presentes, y con “Baracunátana”, que hizo vibrar la memoria colectiva del rock en español como un himno tribal que nunca envejece.
La PlayHaus de Totalplay fue, por una tarde, una cápsula del tiempo y del futuro al mismo tiempo. Un espacio donde el silencio no fue ausencia, sino plenitud; donde la música no solo se escuchó, sino que se habitó; y donde Totalplay no solo ofreció conectividad, sino una verdadera conexión con la esencia de lo artístico.
Con cada evento, PlayHaus demuestra que el entretenimiento del siglo XXI no solo se transmite, se vive. Y en esta histórica tarde, Aterciopelados y Totalplay escribieron juntos una página dorada en la narrativa del rock latinoamericano. Porque cuando la tecnología y el arte se funden con propósito, el resultado no es solo un espectáculo: es una revelación.