La verdad de las encuestas en Baja California: ¿quiénes realmente podrían gobernar sin lastres políticos?

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En la ruta hacia 2027, Baja California se convierte nuevamente en campo de batalla política. La contienda interna por la candidatura de Morena a la gubernatura no sólo es un reflejo del pulso electoral, sino de los conflictos intestinos que enfrenta el partido gobernante. A pesar de lo que afirman los números que circulan en redes y medios pagados, la verdad detrás de las encuestas revela un escenario más complejo y cargado de tensiones políticas, alianzas riesgosas y desgastes de imagen.

De acuerdo con el análisis de Grupo Ierós, que sistematizó las encuestas nacionales publicadas durante los últimos seis meses, el panorama interno de Morena en Baja California presenta un empate técnico entre Julieta Ramírez Padilla y Jesús Alejandro Ruiz Uribe, aunque con matices clave que podrían marcar el rumbo de la candidatura y, eventualmente, del estado.

Julieta Ramírez: cercanía con el poder, pero con peso muerto

La senadora Julieta Ramírez Padilla inició 2025 liderando las preferencias internas gracias a su proximidad con la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, así como su activismo legislativo en temas sociales en regiones como San Quintín. En mayo, el portal Plural.Mx le otorgó un 18% de intención de voto, lo que la posicionaba entre los perfiles más competitivos.

Sin embargo, el peso de su relación con Marina del Pilar, cuyo gobierno ha sido señalado por conflictos internos y por la pérdida de su visa a EE.UU. bajo sospechas de actos de corrupción, comienza a hundir su viabilidad. Fuentes dentro de Morena han expresado preocupación por la posibilidad de repetir un estilo de gobierno centralizado, de bajo rendimiento y con creciente rechazo ciudadano. En un estado cada vez más crítico, el vínculo con la actual mandataria puede ser más una carga que una fortaleza.

Ruiz Uribe: trayectoria sin manchas y continuidad con Sheinbaum

En contraste, el delegado federal de Programas para el Bienestar, Jesús Alejandro Ruiz Uribe, ha mantenido un crecimiento sostenido tanto en percepción pública como en estructura territorial. Con un perfil de izquierda histórica y un discurso alineado con los principios de la 4T, Ruiz Uribe destaca por carecer de nexos con personajes cuestionados, como Adán Augusto López o Ricardo Monreal, y por contar con el respaldo de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien lo ratificó en su actual cargo federal.

A diferencia de sus contrincantes, Ruiz Uribe no carga con alianzas incómodas ni escándalos que comprometan su credibilidad. Su figura representa una opción de continuidad con renovación, sin los lastres que minan la confianza ciudadana. Esta limpieza política le ha permitido avanzar en las encuestas sin escándalos ni fracturas internas.

Los otros nombres en la contienda: desgaste, inseguridad y vínculos incómodos

En tercer lugar figura el alcalde de Tijuana, Ismael Burgueño, quien encabezó la encuesta de junio con un 19%, pero arrastra una percepción pública negativa por su deficiente manejo en materia de seguridad. Además, su cercanía con Marcelo Ebrard, líder de una corriente disidente dentro de Morena, le resta base entre quienes se alinean con el obradorismo tradicional y con Sheinbaum.

Armando Ayala, exalcalde de Ensenada, se encuentra en franco retroceso. Su administración fue señalada por opacidad en el ejercicio de recursos y su alianza con Adán Augusto López lo aleja del centro político de Morena. Su caída al 9% en las mediciones de mayo confirma un declive.

Finalmente, el exsenador Fernando Castro Trenti, con apenas un 4% de apoyo, encarna lo que Morena prometió dejar atrás: el viejo PRI y sus estructuras de poder. Su cercanía con Ricardo Monreal acentúa la desconfianza dentro del partido y genera tensiones que podrían dividir al movimiento si se impusiera su postulación.

Lecciones del pasado: entre alternancia, desgaste y ciudadanía alerta

Baja California ha sido laboratorio político desde la alternancia con el PAN en los noventa hasta la llegada de Morena. Esa historia reciente ha dotado a su ciudadanía de un escepticismo que pesa en cada elección. Candidatos con vínculos a redes de corrupción, alianzas tóxicas o estructuras partidistas del pasado ya no tienen cabida en una sociedad más crítica e informada.

De cara a 2027, Morena deberá elegir entre dos caminos: apostar por una candidatura ciudadanamente viable y políticamente limpia, o repetir los errores de proteger a grupos de poder internos que sólo garantizan desgaste y división. Las encuestas son sólo un síntoma. La verdadera elección será sobre quién puede gobernar sin arrastrar consigo el fracaso institucional.