Por Janet: Galindo
La evidencia científica ha mostrado que un estado de salud adecuado tiene relación con una microbiota o flora intestinal sana. Factores como una dieta no saludable, vida sedentaria y terapias farmacológicas pueden hacer que esa parte del cuerpo experimente cambios que conduzcan a alteraciones que favorezcan el desarrollo de sobrepeso, obesidad y síndrome metabólico, entre otros.
La microbiota se define como la comunidad de microorganismos que habita en el intestino, e incluye hongos, bacterias, virus y protozoarios.
En la Ciudad de México inició un trabajo de investigación titulado “Estudio de la microbiota intestinal de anaerobios estrictos y facultativos en escolares con distinta composición corporal”, a cargo del doctor Armando Navarro Ocaña, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM, que busca identificar a los microorganismos involucrados en el sobrepeso y obesidad en población escolar.
Además, el análisis, auspiciado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI) a través de la convocatoria 2019 para proyectos para la atención a problemas específicos de la Ciudad de México relacionados con la investigación y atención de enfermedades crónicas no transmisibles, pretende proponer la administración de ciertos microorganismos como probióticos para modificar la biota intestinal.
Se trata de eliminar la que favorece el sobrepeso y la obesidad e incrementar la que contribuye a un estado de homeostasis metabólica, propiedad que permite mantener el normal funcionamiento del cuerpo humano.
En México, la OCDE a principios del presente año informó que cerca del 73 por ciento de su población padecía de sobrepeso (en 1996 era la quinta parte de la población), cifra que coloca al país con una de las tasas más altas al interior de los países que integran la agrupación; el 34 por ciento sufre obesidad mórbida. Consideró “trágico” el crecimiento del padecimiento en niños, que se duplicó de 7.5 por ciento en 1996 a 15 por ciento en 2016.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018 reportó que la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad en la población de 5 a 11 años de edad fue de 35.6 por ciento, mientras que este indicador en la Ensanut de 2012 fue de 34.4 por ciento.
En lo que se refiere a la población de 12 a 19 años, la prevalencia de sobrepeso y obesidad por sexo mostró que en las mujeres fue de 41.1 por ciento, mientras que en 2012 de 35.8 por ciento; en tanto que la de hombres fue de 35.8 por ciento y en 2012 de 33.2 por ciento.
Las consecuencias del sobrepeso y obesidad derivan en el desarrollo de las enfermedades como diabetes, padecimientos cardiovasculares, algunos tipos de cáncer como los de colon, mama y endometrio. En los niños, se asocia con mayor probabilidad de muerte prematura y discapacidad en la edad adulta.
Algunas de las causas de estas condiciones se relacionan con el desequilibrio energético, originado por el consumo de alimentos ricos en carbohidratos y grasas con escaso consumo de fibra de origen vegetal, apuntó el investigador Navarro Ocaña.
Con su estudio busca demostrar que la composición de la microbiota intestinal de anaerobios estrictos y facultativos es significativamente distinta en la población escolar, según su constitución corporal. En los niños obesos presentan una mayor dysbiosis, alteración funcional y cualitativa de la referida parte del cuerpo.
Para ello, inició un análisis epidemiológico transversal en niños de edad escolar entre 10 y 16 años de 115 familias para evaluar factores socioeconómicos que incluyen alimentación, características de vivienda, antecedentes patológicos, hábitos higiénicos, escolaridad y ocupación de los padres; número de integrantes de la familia, presencia de mascotas, así como registro de edad, sexo, peso, talla e Índice de Masa Corporal. También se consideró la toma de muestras de heces y de sangre periférica.
La microbiota está constituida principalmente por cuatro phylas: Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria y Proteobacterias, y otros microorganismos menos presentes con funciones importantes.
Los primeros y segundos son los más abundantes en los humanos. Los Firmicutes tienen mayor presencia en individuos con sobrepeso/obesidad, mientras que los otros son abundantes en personas delgadas con una disminución importante de Firmicutes.
Este conjunto de microorganismos cumple una serie de funciones en la nutrición y el metabolismo. Incluye microorganismos que coadyuvan a adquirir la energía de los alimentos, por ejemplo, los carbohidratos y también de fibras naturales, lo que da presencia de ácidos grasos de cadena corta. Otros contribuyen a la producción de vitaminas, y otros más ayudan a la modulación del sistema inmune. También en este ecosistema se previene la presencia de agentes infecciosos patógenos.
Es precisamente el estudio de estas divisiones bacterianas lo que realizará el investigador Navarro Ocaña y su grupo de colaboradores de la Facultad de Medicina y estudiantes de distintas licenciaturas, principalmente enfocados a los anaerobios estrictos, microorganismos que crecen únicamente en ausencia total de oxígeno, y a los anaerobios facultativos, que pueden crecer tanto en ausencia como en presencia de este elemento químico.
“Hemos encontrado factores relacionados con la condición nutricional de la población escolar mexicana, particularmente en la composición de la microbiota. Nuestro proyecto contribuirá a identificar a los anaerobios facultativos y estrictos involucrados en el sobrepeso y la obesidad. Esto nos lleva a poder pensar en la posibilidad de emplear microorganismos como probióticos”, explicó el doctor Navarro.
De acuerdo con la Asociación Científica Internacional para Probióticos y Prebióticos, el concepto de probiótico oral hace referencia a microorganismos vivos que después de su ingestión en un número específico ejerce beneficios para la salud del huésped, más allá de aquellos que inherentes a la nutrición básica. Así, se ayudaría a modificar a este conjunto de microorganismos, eliminando a los que favorecen el sobrepeso y la obesidad, e incrementando los que conducen a un equilibrio.
El avance en la primera etapa de la investigación se consolida, mientras se completan los cuestionarios y se sistematizan los datos; después se tomarán las muestras clínicas.
En el análisis de los primeros datos, el doctor Navarro encontró que los escolares que cayeron en los rangos de sobrepeso y obesidad presentan una irregularidad en los horarios para el consumo de los alimentos con largos periodos de ayuno que conducen a una ingesta abundante de comida, mientras que los de peso normal tienen horarios establecidos.