Calentamiento global: los océanos al rojo vivo

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Constelación Andrómeda

Pese a los negacionistas del cambio climático como Donald Trump, Boris Johnson, Vladimir Putin o Jair Bolsonaro, la huella del aumento de las temperaturas atmosféricas en los océanos ya es más que visible y comprobable: en el último cuarto de siglo han absorbido el calor equivalente a la explosión de tres mil 600 millones de bombas como la de Hiroshima; asimismo, durante 2019 su temperatura fue la más cálida desde que hay registros y no sólo se incrementa, sino que se acelera.

Con un método relativamente nuevo de análisis, un grupo de científicos de 11 centros de investigación de todo el planeta, lidereados por el doctor en física Lijing Cheng, profesor asociado del Centro Internacional de Ciencias Climáticas y Ambientales del Instituto de Física Atmosférica (IAP) y de la Academia China de Ciencias (CAS), realizó cálculos sobre la absorción de calor de los océanos en base a datos obtenidos con tres mil 800 puntos de medición del sistema global Argo -que consta de miles de boyas repartidas por todos los océanos del mundo que monitorean la temperatura y la salinidad del agua en tiempo casi real- y de termógrafos submarinos.

El estudio de esta medición del incremento de la temperatura del océano, “irrefutable y una prueba más del calentamiento global” según sus autores, fue publicada en agosto pasado por la revista Nature. Este fenómeno, señala Cheng, tiene su origen en las emisiones humanas de gases. Desde 1970, más del 90 por ciento del exceso de calor antropogénico (efecto ambiental provocado por la acción del hombre) ha ido a parar al océano, mientras que solo el cuatro por ciento calentó la atmósfera y la tierra.

Cheng, quien pertenece al Centro de Megaciencia Oceánica de la Academia China de Ciencias, argumentó que la última década ha sido la más cálida en lo que se refiere a temperaturas oceánicas, en especial los últimos cinco años; la temperatura del océano durante el año pasado fue de unos 0.075 grados Celsius por encima de la medida registrada en el periodo de 1981 a 2010, dijo.

Cheng considera que el precio que pagamos por esta elevación de la temperatura es la reducción del oxígeno en el océano, el daño a la vida marina, el fortalecimiento de las tormentas, así como la reducción de la pesca y las economías relacionadas con el océano.

Mar: termómetro del cambio climático

“El mar es el termómetro del cambio climático y las señales son cada vez más evidentes: las temperaturas suben cada año, al tiempo que se elevan las emisiones”, sostuvo el doctor en física por la Universidad británica de Birmingham, Jonathan Gregory.

Para el científico que trabaja en la Oficina Meteorológica de la Universidad de Reading, Inglaterra, el incremento de temperatura en los océanos contribuye a la formación de huracanes, tormentas y episodios de clima extremo, así como a la desaparición del hielo en el Ártico y en el Antártico, además de que eleva el nivel del mar.

“Cuando el agua se calienta, se expande, y eso es exactamente lo que está pasando con nuestros océanos”, explica Gregory y advierte que la tendencia actual de emisiones de dióxido de carbono (CO2) podrían provocar un ascenso del nivel del mar de al menos medio metro antes de que finalice este siglo, lo cual desplazaría a más de 100 millones de personas que viven en las costas.

Pero aparte de los efectos “inmediatos” y más evidentes, como subida del nivel del mar, la desaparición de biodiversidad o la pérdida gradual de hielo marino, el calentamiento de los océanos tiene efectos en el clima y la meteorología, porque las corrientes oceánicas están íntimamente ligadas a las atmosféricas.

Respecto a las corrientes, científicos de la Universidad de Southhampton, Inglaterra, advierten que las emisiones de CO2 están interfiriendo con procesos como la circulación del agua en el océano, que al mover el líquido distribuye por todo el planeta el calor y la humedad con lo cual intervienen en un sistema complejo y entrelazado como es el clima de la Tierra.

Uno de los factores principales es el deshielo del Ártico, que se ha acelerado en las últimas décadas según revelaron imágenes tomadas por satélite en 2017, mismas que mostraban una superficie de hielo un 30 por ciento menor que en 1979. Y la tendencia no parece ir a menos, así todo indica que las corrientes oceánicas relacionadas con el Atlántico Norte seguirán debilitándose poco a poco, aseguran los investigadores británicos.

Las ondas de calor no sólo afectan a la superficie terrestre, sino también a la vida en los océanos, señala el biólogo Dan Smale, de la Asociación Marina Biológica del Reino Unido, en Plymouth, y precisa que “de la misma manera que el aumento repentino de las temperaturas provoca incendios en la superficie terrestre, en el mar causa la destrucción de los bosques de alga kelp, de las praderas submarinas que forman el plancton, de las barreras coralinas y toda la cadena alimenticia”.

El investigador dirigió un estudio sobre el tema publicado en la revista Nature Climate Change, en el cual se especifica que las zonas menos profundas de los océanos, hasta los 300 metros, están absorbiendo casi todo el calor de la atmósfera, precisamente el área más vital para preservar la biodiversidad marina, que igualmente sirve de apoyo a los ecosistemas más productivos y ricos del planeta.

Por su parte, John Abraham, profesor de Ciencias Térmicas en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de St. Thomas, en Minnesota, Estados Unidos, opina que los océanos revelan lo rápido que se está calentando la Tierra, pues no sólo se descubrió que 2019 fue el año más cálido registrado, sino que también se ha producido la elevación anual más significativa en la década, y las zonas menos profundas de los océanos están absorbiendo casi todo el calor de la atmósfera.

Todo lo anterior es un recordatorio de cómo el aumento de las temperaturas causado por la acción humana sigue imparable, aunque todavía haya quienes piensan que es una invención de los científicos y ambientalistas.