El cambio climático es el fenómeno medioambiental más importante de las últimas décadas y una amenaza para la humanidad, y es en este contexto que el registro de máximos históricos de temperatura sigue en aumento, afirmó Paulina Ordoñez Pérez, integrante del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
La científica explicó que un estudio dado a conocer por la NASA hace unos días, donde se especifica que agosto pasado fue el más caluroso, no tendría implicaciones si no fuera porque lo fue para los últimos 136 años, aproximadamente desde que se considera que existen suficientes registros a escala mundial.
Concretamente, la temperatura a nivel mundial ha sido 0.16 grados Celsius más cálida que el anterior récord registrado en ese mes (alcanzado en agosto de 2014), pero este dato por sí solo no es lo importante, sino el incremento en el largo plazo. Es decir, si se observa la tendencia de los máximos mensuales desde hace más de 100 años, es claro que hay una progresión. “En los últimos años superamos máximos históricos una y otra vez, y eso es lo que tiene relevancia”.
Al respecto, abundó que la temperatura del planeta aumenta a escala global; de hecho, para su estudio la NASA empleó datos procedentes de más de seis mil estaciones meteorológicas de todo el orbe, además de medidas tomadas en barcos y boyas marinas y estaciones de investigación antárticas. “Que el calentamiento se presentara en un solo punto, por ejemplo, que en México tuviéramos el agosto más cálido de toda la historia, tampoco tendría tanta relevancia, pero la tiene porque es un fenómeno planetario”.
Nuestro mundo se está calentando y de ello existe evidencia: no sólo mediante registros climáticos de temperatura o precipitación, sino bioindicadores, como los cambios estacionales de la floración o la elevación del nivel del mar.
El cambio climático, fenómeno antropogénico causado por la emisión de gases de efecto invernadero, resultado del desarrollo industrial, podría continuar su tendencia ascendente si no se toman acciones. “Es muy difícil volver a vivir en la edad de las cavernas, donde no se usen coches, luz o calefacción en las casas, pero sí podemos tener un desarrollo más sustentable en el que todos, ciudadanos y gobiernos, nos comprometamos”, dijo.
Si no cambiamos nuestro estilo de vida y disminuimos las emisiones, advirtió Ordóñez Pérez, ese fenómeno tendrá mayores impactos no sólo en el medio ambiente o los sistemas naturales, sino en los socioeconómicos.
Ante un planeta más cálido, algunas especies animales y vegetales podrán adaptarse o migrar; las que no lo logren, podrían morir. Los impactos se presentarán en la disponibilidad de recursos hídricos (podría haber mayores inundaciones o sequías) o edáficos.
Además, se vería afectada la agricultura, los bosques, el turismo e, incluso, el sector de los seguros, porque lo que era un riesgo extraordinario podría dejar de serlo para convertirse en un fenómeno con cierta periodicidad, todo lo cual dañaría la economía de los países.
Para “salvar” a la Tierra y poner un tope al aumento de la temperatura deben colaborar todas las naciones –China es el país con más emisiones, y Estados Unidos, el de mayores emisiones per cápita–. No obstante, desde la conclusión del Protocolo de Kioto, en 2012, no se ha dado un acuerdo vinculante y efectivo, opinó la experta.
Muchos territorios se han pronunciado por reducir efectivamente las emisiones contaminantes y están comprometidos con la sociedad y el ambiente; los ciudadanos también están más sensibilizados.
La integrante del CCA refirió que aunque hoy se redujeran las emisiones de gases de efecto invernadero, los próximos años probablemente habría nuevos registros históricos de temperatura más cálida, porque los gases tienen un periodo de vida largo y permanecen en el atmósfera por largo tiempo. Por ello, “es momento de actuar y sensibilizarnos”, concluyó.