Cárceles de México, entre el Surrealismo y los Abogados del Diablo

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Confinamientos que no logran reinsertar a quien delinque, instituciones que defienden a quien perpetra delitos…de éstas y otras paradojas habla Alejandro Desfassiaux, autor de Cómo poner un alto a la inseguridad en México.

Aquí un fragmento:

La razón de ser de una cárcel es rehabilitar al ciudadano que comete un delito, pero nunca ha cumplido su misión.

Las cárceles mexicanas son centros de negocios, de prebendas y de especialización de criminales. Son espacios propios al contagio criminógeno, no sólo por el hacinamiento que registran, sino por la convivencia entre internos de distinta peligrosidad.

Por otra parte, no hay programas efectivos de reinserción a la sociedad ni de seguimiento a los delincuentes preliberados.

En la actualidad las cárceles mexicanas no reinsertan ni rehabilitan, más bien arruinan vidas. El paso por la prisión marca a la persona de por vida y en esa condición está más de la mitad de los reclusos, que purgan penas menores a tres años por delitos no graves ni violentos, pero que ameritaron la respuesta más dura del Estado mexicano: la cárcel.

Estas personas que ingresaron a las penitenciarías por un delito menor, salen cometiendo otros más graves porque los aprendieron en prisión.

Todos estos elementos, en su conjunto, han contribuido a la pérdida del control de la seguridad nacional por parte del Estado, pero hay un ingrediente más: la Comisión Nacional de Derechos Humanos creada en 1990 a través de un decreto firmado por el Presidente Carlos Salinas de Gortari, comenzó a proteger a muchos delincuentes que se amparaban para no ser detenidos.

También bajo el amparo de Derechos Humanos, el requerimiento de la carta de antecedentes no penales en los trabajos se ha convertido en una violación de los derechos de las personas que pagaron una condena por algún delito y recuperaron su libertad. Sin embargo, en muchos casos, esas personas no pueden reinsertarse a la sociedad porque no están sanos. Son como una “manzana podrida”.

Actualmente 16% de los sentenciados fueron reincidentes. Esto significa que su paso por los centros penitenciarios no los disuadió de cometer nuevos actos delictivos. Ciudad de México es una de las entidades con las cifras de reincidencia más altas: 35.2%

En Estados Unidos, el 90% de los delincuentes que salen de las cárceles de ese país difícilmente se reintegran a la sociedad. Sin embargo, la autoridad estadounidense ha diseñado programas especiales para ex convictos. Hay empresas que les dan trabajo sabiendo que son delincuentes, pero los mantienen muy controlados. En nuestro país, eso no existe.

Mi propuesta es crear un Sistema Nacional de Prevención y Reinserción Social, que realmente prepare a los reos para reintegrarse a la sociedad, transformándolos en ciudadanos positivos.

Además, hay que crear centros penitenciales sustentables, donde los internos fabriquen sus propios alimentos, fabriquen sus propios muebles y ropa, y realicen trabajos de mantenimiento.