El terrorismo es el uso sistemático del horror para ocasionar efectos psicosociales y provocar miedo a los pueblos o gobiernos. Es un fenómeno que siempre ha existido, producto de un choque de barbaries entre grupos extremistas como Al-Qaeda o Estado Islámico y los ejércitos injerencistas, de los cuales emulan prácticas, discursos, estrategias, marketing político y formas de violencia explícita, señalaron Martín Íñiguez y Moisés Garduño, académicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Además, 80 por ciento de los actos terroristas se registran en cinco países: Afganistán, Siria, Irak, Nigeria y Libia, es decir, entre los propios territorios árabes musulmanes, informaron.
En conferencia de medios, Moisés Garduño refirió que la mayoría de los ataques perpetrados en los últimos cinco años han ocurrido en aquella región del mundo, donde las víctimas, en un gran porcentaje, han sido de origen musulmán.
Cada vez que hay una intervención extranjera en el Medio Oriente, se suscitan ataques suicidas en países como Francia o Bélgica. La respuesta de los europeos es mandar más aviones y bombazos al terreno de operaciones, lo que genera un ciclo de violencia interminable que ha provocado una ola de migración, en particular Siria.
En Irak, desde 2003 han fallecido cerca de medio millón de personas; y de 2011 a 2016, en Siria han muerto más de 320 mil. Mientras, en Europa, en el mismo lapso, no han sido más de 300. Tan sólo en 2015, de los 388 ataques registrados en el mundo, menos de 10 fueron en el viejo continente. Esto significa que “lo que experimentaron las personas en París o en Bruselas es lo mismo de lo que huyen los migrantes”, subrayó el universitario.
Hoy, nombrar la violencia es un reto y un tema complejo, por lo que ya se habla de “horrorismo”, que refiere la masacre, destrucción explicita y, a veces, televisada en vivo y directo.
En la situación actual tienen una fuerte responsabilidad los países injerencistas: EU, Gran Bretaña y Francia, pero también Rusia, Arabia Saudí, Irán e Israel, entre otros, inmiscuidos en una fuerte batalla por liderazgos regionales y extra regionales, a costa de naciones pequeñas, pero importantes en la región del Medio Oriente, indicó Garduño.
En tanto, Martín Íñiguez, definió al terrorismo como el uso sistemático del terror para ocasionar efectos psicosociales y provocar miedo pueblos, sociedades o gobiernos. Se trata de un fenómeno presente en los anales de la humanidad.
Lo que hoy pasa en Europa es resultado de un proceso histórico. En la década de 1970, países como Bélgica, Francia y Alemania permitieron la llegada de miles de inmigrantes, necesarios para su economía. Hoy, los nuevos grupos terroristas son de origen europeo, hijos de segunda y tercera generación de inmigrantes que han sido excluidos del proceso de integración.
Movimientos como ISIS los reclutan para hacer el trabajo que ellos no pueden, “porque están dedicados a matar a sus connacionales en sus propios países”, subrayó el experto.
Al referirse a México, expuso que en 2014 ocupaba el sitio 138 de 162 países, donde el último número señala a la nación más violenta; en 2015, avanzamos al lugar 144.
Aquí, del 2007 al 2016 se han registrado 150 mil decesos derivados de la violencia. “Han muerto más mexicanos en este proceso que en todo el periodo de las décadas de 1970 y 1980 en América Latina”, resaltó Martín Íñiguez.
En territorio nacional se han producido hechos violentos como el estallamiento de bombas, el 15 de septiembre de 2008, en Morelia; el asesinato de 72 personas en San Fernando, Tamaulipas, en 2010; o la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, en septiembre de 2014. Estos hechos se relacionan con corrupción, impunidad y tráfico de influencias, remarcó.
Empero, lo que ocurre aquí no es terrorismo, sino acciones del crimen organizado que utiliza técnicas terroristas. No hay un objetivo político, ideológico o religioso claro, sino que los fines son económicos.
Por último, consideraron que México no podría ser blanco de un ataque terrorista. Los intereses del Estado Islámico no están en nuestra nación y los vínculos entre narcotraficantes y esa organización son por completo diferentes, dijo Garduño.
En este momento no están dadas las condiciones, pero a medida que avanzamos en la espiral de la violencia, las condiciones se abren, concluyó Íñiguez.