El avance científico en México es una labor en constante construcción, misma que suele verse interrumpida cuando los científicos no se comunican entre sí y las investigaciones se truncan en trámites que, más que ver por la ciencia, se enfocan en complejas trabas burocráticas.
A diferencia de otros países como Estados Unidos, México aún está lejos de recurrir a la ciencia como respuesta a sus problemáticas y esto podría comenzar a mejorar si los mismos investigadores fomentaran una cultura científica entre ellos, explicó el doctor Marcelino Cereijido, integrante del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV), en entrevista para el Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
“La ciencia es el instrumento más extraordinario que creó el ser humano para resolver problemas (…) lo primero que (México debería de hacer) es formar científicos en vez de investigadores”, comentó.
De acuerdo con el doctor Cereijido, un científico es aquel que interpreta el mundo con base en los principios de la ciencia y recurre a ella para resolver problemas, mientras que la investigación es la capacidad de elegir algo de lo que no se conoce, estudiarlo e incorporarlo al mundo de lo conocido.
La investigación requiere un toque de creatividad, y desafortunadamente no todos los científicos la tienen, de la misma forma en que no todos los investigadores tienen una cultura científica o están enterados de los temas que trabajan sus pares. No todos los investigadores son científicos y viceversa, aunque lo idóneo sería que ambas figuras coexistieran en una misma persona.
“Creo que una de las cosas que hay que hacer es generar comunicación entre profesores y alumnos de las instituciones de ciencia para generar una cultura en la que todos están enterados de lo que hace el otro”, aconsejó el doctor.
Si “no la haces”, te queda la docencia o la burocracia
Este proceso, así como el avance científico en sí mismo, suele estancarse dentro de las dependencias por la polarización de cargos que muchas veces sucede a nivel interno. A veces, “cuando un investigador no da el ancho, procura irse a puestos administrativos, y si encuentra un cargo se queda. Irónicamente, la ciencia pasa a estar dirigida por quienes no (pudieron hacerla)”, opinó el doctor, lo que complica encontrar el punto medio entra las obligaciones administrativas y las necesidades de los científicos.
¿Y para qué el diálogo? Cereijido enfatizó que a la fecha el país no tiene una cultura compatible con la ciencia porque no piensa en ella como primera opción para resolver los problemas, sin embargo, impulsar el desarrollo de una cultura científica en México es importante porque nos ayudaría a crear nuestros productos y patentes, rompiendo los lazos de dependencia hacia otras naciones o centros hegemónicos de tecnología que ya los desarrollan por cuenta.
El doctor espera que la nueva administración del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) esté abierta al diálogo en formas que la pasada no lo hizo, y aunque aún faltan algunos meses para que ésta inicie, él ya está preparando sus propuestas desde la experiencia de alguien que día con día hace ciencia y conoce las necesidades de la comunidad.