Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas. (CESCIJUC)
Harry Levinson, quien, en la década de 1950, aplicó la teoría psicoanalítica a la gestión de las organizaciones, dijo que “todo cambio es pérdida, y la pérdida debe ser llorada”. Pero los líderes organizacionales a menudo no facilitan, o incluso permiten, que el proceso de duelo se desarrolle en su propio enfoque de liderazgo y sus culturas organizacionales en general.
La pandemia trae nuevas oportunidades, y urgencia, para hacerlo. De hecho, los niveles prolongados de incertidumbre e interrupción solo aumentarán el dolor y la ansiedad que experimentan los empleados. Ninguno de nosotros sabe exactamente qué volverá y qué no regresará en un lugar de trabajo pospandémico y, por lo tanto, aún no sabemos qué se ha ido por ahora y qué se ha ido para siempre.
En las aulas universitarias emerge un nuevo tipo de liderazgo que tiene que ver con la capacidad de empatía y comprensión con los alumnos. El maestro se transforma y una parte fundamentan de ello tiene que ver con su capacidad de entender que tiene una enorme oportunidad de escuchar, comprender y generar la resiliencia. Como muchos de los grandes cambios organizacionales, los que aparecen en las aulas son los más radicales y responden a necesidades profundas de la sociedad.
La división tradicional de vida profesional/personal desaparece. Las conductas idóneas para una u otra esfera se desdibujaron ya. En esta nueva realidad, aparece una nueva manera de enfocar quiénes somos y cómo construimos nuestro mundo. Necesitamos generar narrativas coherentes que expliquen nuestra nueva realidad y cómo afrontaremos el futuro.
Las universidades requieren historias donde se compartan pérdidas, visiones y nuevos abordajes. Donde se construyan nuevas realidades plenas de empatía, solidaridad y una nueva fuerza que emerja de quienes somos y que queremos construir y qué podemos dar.
En el aula emerge un liderazgo que es más que sólo empático o contextual: es un liderazgo del futuro, el que rescatará lo mejor de cada uno para sortear la incertidumbre y ambigüedad del futuro. El que construirá herramientas aún no definitivas ni definitorias acerca de qué y cómo podremos compartir lo mejor que somos y multiplicar lo que seremos.
De la experiencia que se geste en esta nueva era de la universidad presencial aparecen los l+ideres del mañna en todo tipo de sectores económicos e industrias. Vivimos un momento trascedental y crucial.