Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC).
Covid-19 es un parteaguas empresarial.
Antes, el modelo de organización tradicional se basaba en la idea de una organización como una máquina, con una jerarquía estática, con silos y una estructural que opera a través de la planificación lineal y el control para ejecutar uno o muy pocos modelos de negocio.
Ahora, las organizaciones son percibidas como sistemas vivos, que evolucionan para prosperar en un entorno impredecible y rápidamente cambiante. Se centran en los clientes, se adaptan fluidamente a los cambios ambientales y son abiertos, inclusivos y no jerárquicos. Evolucionan continuamente y abrazan la incertidumbre y la ambigüedad.
Dado que éstas últimas son las mejor preparadas para el futuro, son las que se tratan de amular.
En una radiografía a las organizaciones ágiles se detecta que el líder debe transformarse para desarrollar nuevas mentalidades y comportamientos personales. También necesita transformar sus equipos para que trabajen de nuevas maneras y es esencial desarrollar las capacidades para transformar la organización mediante la construcción de agilidad en el diseño y la cultura de toda la empresa.
Entre los principales cambios requeridos a nivel personal está pasar de una mentalidad reactiva a una creativa.
Las mentalidades reactivas o socializadas son una forma externa de experimentar el mundo basada en reaccionar a las circunstancias y a otras personas. Las mentalidades creativas o de autoría propia, en cambio, son una forma de experimentar el mundo de adentro hacia afuera. Se basan en crear nuestra realidad a través del aprovechamiento de la autenticidad, pasión y propósito central.
Este pensamiento creativo implica trascender de la certeza al descubrimiento, fomentar la innovación.
Una mentalidad reactiva o de certeza trata de jugar a no perder, tener el control y replicar el pasado. Pero hoy se trata de jugar para ganar, buscar la diversidad de pensamiento, fomentar la colisión creativa, aceptar el riesgo y experimentar.
Otro cambio crucial es pasar de la autoridad a la asociación: fomentar la colaboración. El diseño tradicional de la organización tiende hacia jerarquías en silos. La relación entre líderes y equipos es de superior a subordinada. En cambio, en las organizaciones ágiles se tiende a privilegiar la colaboración.
Para ello emplean redes de equipos autónomos. Esto requiere una gestión por acuerdo basada en la libertad, confianza y responsabilidad.
Una característica de cambio notable entre las organizaciones tradicionales y las ágiles implica trascender de una mentalidad de escasez a la abundancia al fomentar la creación de valor. En los mercados estables, las empresas maximizan sus acciones a expensas de los demás. Este enfoque de ganar-perder refleja una mentalidad reactiva de escasez, basada en la suposición de oportunidades y recursos limitados. Los mercados actuales, sin embargo, evolucionan continua y rápidamente. Para ofrecer resultados, los líderes deben ver los mercados con una mentalidad creativa de abundancia, que reconozca los recursos ilimitados y el potencial disponible para sus organizaciones y permita la centralidad en el cliente, el espíritu empresarial, la inclusión y la cocreación.
Hoy, desde las universidades, tratamos de compartir tales hallazgos y llevarlos a las aulas a través de innovar nuestros planes de estudio, la manera como aprendemos e incluso el cómo nos relacionamos con nuestro personal, alumnos y maestros. Las grandes enseñanzas siempre son vivenciales.